2024-08-31

125.-LA AUTOESTIMA MERECE SER PRESERVADA

 



El drama de la mediatización del hombre cuando menos demanda un llanto a la humanidad capaz de hacer correr ríos de lágrimas. Pocas cosas tan traumáticas como el habernos olvidado del imperativo categórico kantiano que decía: “Obra de tal modo que trates a la humanidad tanto en tu persona como en la de cualquier otro siempre como un fin y nunca solamente como un medio”. Pocas cosas tan dolorosas como constatar que a los hombres se nos mide no tanto por lo que somos cuanto por lo rentables que podamos resultar, como si se tratara de una mercancía.

Estamos inmersos en un proceso de cosificación del hombre que amenaza con hundirnos en la miseria. Cualquiera que haya visitado el Museo de Historia en Washington podrá haber visto representado “al hombre” por una lámina de tamaño natural con varios recipientes al lado que dan cuenta de los productos naturales y químicos: agua, fosfato, grasa, albúmina, carbonato cálcico, azúcar, cloruro sódico y demás elementos de que está compuesto nuestro organismo, y uno se pregunta ¿Esto es el hombre… o hay algo más?

El sondeo sobre lo que es el hombre y el puesto que ocupa en el universo no debiera acabar aquí, porque el hombre aparte del constitutivo orgánico es conciencia de sí mismo, por más que “el transhumanismo futurista” piense que se trata de un simple eslabón en el proceso evolutivo universal que pronto habrá de ser sustituido por el “ciborg”, organismo híbrido a mitad de camino entre el “homo sapiens” y la inteligencia artificial. No, el hombre no es algo, sino alguien. No es una cosa, sino una persona, y es aquí donde reside la razón de su excelencia y dignidad. Sujeto es dotado de libertad que le convierte en dueño de su propio destino, capaz de organizar su mundo, sustraerse a sus instintos naturales y dominar la tierra. Hijo es de la luz y reflejo de la divinidad, lo que le sitúa varios peldaños por encima del resto de las criaturas.

Con lo dicho sería suficiente para poder afirmar rotundamente que el más insignificante de los seres humanos, al estar dotado de tales prerrogativas, vale más que mil mundos juntos con toda su belleza y fascinación, por lo que cada uno de nosotros debiera sentirse infinitamente orgulloso. Aun con todo, el hombre no es pura autoconciencia de sí mismo, sino que está unida sustancialmente a un organismo corpóreo, motivo por el cual Marcel pudo definirlo como “espíritu encarnado”. Quiere ello decir que la corporeidad es también constitutivo sustancial del hombre y que forma parte de su identidad; gracias a ella no solo somos personas esencialmente iguales sino que por razón de nuestra corporeidad somos también individuos diferentes los unos de los otros, cada cual con su ADN, signo distintivo de la propia identidad que comporta una “humanitas” hecha a la medida. Unos hombres son altos, otros bajos, unos capacitados, otros discapacitados; hay quienes tienen la piel negra, otros la tienen blanca, unos pertenecen al sexo masculino, otros al femenino, unos son jóvenes, otros son viejos, y en razón precisamente de las diferencias individuales existentes entre ellos, las diversas culturas han ido supervalorando a unos e infravalorando a otros hasta dar motivo para que se pueda hablar de ciudadanos y sociedades de primera, de segunda, de tercera o incluso de cuarta categoría.

A unos se les ha exaltado como a dioses y a otros se les ha degradado como a bestias sin otro fundamento que no fueran los prejuicios, clichés o estereotipos completamente arbitrarios. ¿Hay alguna razón de peso para creer que un africano valga menos que un europeo? No la hay, pero ahí sigue el racismo oculto bajo mil disfraces. ¿Es pensable que el varón sea considerado superior a la mujer? En modo alguno, pero a pesar de ello, el patriarcalismo está extendido por el universo entero. La terapeuta Doris Bersing en su libro «Autoestima para mujeres» piensa que ha llegado el momento de asumir nuevas responsabilidades, de liberarse de estereotipos que la han mantenido subyugada y que hoy ni la revalorizan ni la dignifican, por lo que en nombre de una personal autoestima, la mujer hoy ha de asumir el papel que le corresponde dentro de la sociedad moderna en la que le está tocando vivir. Todo me parece perfecto sin que ello signifique perder su identidad femenina para convertirse en una imitadora del hombre.

Seguimos preguntando: ¿Es de recibo que los jóvenes sean idolatrados y los mayores proscritos? Pues claro que no lo es, y sin embargo, este es uno de los signos distintivos de nuestra sociedad moderna, en donde aquel que no es joven no es nadie. “El edadismo”, hoy tan en boga, atenta contra el legítimo derecho de los mayores a sentirse personas y a no ser tratados como deshechos de tienta apartados de la circulación. Resulta vergonzante decir que hay demasiados viejos en el mundo y que es preciso poner fin a esta situación si queremos que la economía se recupere. Aun con todo, lo más triste y lamentable es que los embustes y patrañas al final llegan a ser creídos por las propias víctimas, que acaban aceptando de buen grado lo que los demás piensan sobre ellos con el consiguiente bajón en su personal autoestima. Y esto no solamente les pasa a las personas de raza negra, a las mujeres o a los viejos; se da también en amplios sectores de la población.

Es terrible perder la autoestima y dejar de creer en uno mismo, porque cuando esto sucede parece como si te faltaran motivos para vivir tu propia vida viéndote obligado a refugiarte en la vida de los demás, a quienes te ves obligado a imitar. En algún momento de nuestra vida, sobre todo cuando se es joven, nos asalta la idea de ser imitadores de este o aquel otro ídolo al que secretamente admiramos y quisiéramos cambiarnos por él. Confieso humildemente que me cuesta trabajo entender que pueda haber alguien dispuesto a renunciar a sí mismo para ser otra persona distinta, por muy destacada y brillante que ella sea, pero estas situaciones se dan y son más frecuentes de lo que pudiera parecer. No acabo de entenderlo porque pienso que abdicar del propio yo supone ya de entrada un fracaso personal estrepitoso. ¡Ojo! Con esto no estoy diciendo que haya que estar satisfecho en todo con uno mismo; yo al menos no lo estoy; soy consciente de mis limitaciones y reconozco que muchas cosas mías no me gustan, pero en modo alguno dejaría de ser el que soy para cambiarme por otro, aunque esto fuera factible, porque ello lo interpretaría como hacerme traición a mí mismo. Ortega y Gasset dio justamente en el clavo al decir que: “Solo se vive a sí mismo”. Tal debe ser porque vivir de prestado no es propiamente vivir. ¡Atrévete a ser tú mismo! Porque dejar de serlo es como moLa autoestima es el arma secreta que nos permite vivir en paz con nosotros mismos e ir seguros por la vida. Suele definirse como la capacidad que tiene una persona para valorarse, amarse y aceptarse a sí mismo y nada tiene que ver con la jactancia y mucho menos con la egolatría. Bien mirado, existen razones sobradas para que todos y cada uno de los seres humanos tengan una valoración positiva de sí mismos, no ya solo por la dignidad que le confiere el hecho de ser persona sino también por su consideración de individuo singular e intransferible. Cierto que hay sujetos peor dotados que otros, pero aun así hasta el sujeto menos cualificado resulta ser valiosísimo; entre otras cosas porque cada ser humano resulta ser irrepetible e insustituible. Ese hombre o mujer que eres solamente puedes serlo tú y el espacio que dejes vacío cuando hayas partido no podrá ser sustituido por nadie, lo cual quiere decir que cuando alguien emprende el viaje hacia otra dimensión trascendente, el mundo de aquí abajo queda empobrecido.

En este universal teatro del mundo, visto con ojos calderonianos, todos somos importantes, cada uno tenemos asignada nuestra misión que cumplir y lo importante no es el papel que tengamos que representar, da igual hacer de rey o de mendigo, sino que lo verdaderamente relevante es cómo se interpretó ese papel.

No quisiera alargarme más, simplemente agradecer a GraZie Magazine, regentada por Custodia Ponce, que ha hecho posible el que podamos asomarnos a esta ventana abierta a la sociedad, para gritar, por si alguien quiere oírnos, que no nos conformamos con lo que tenemos, sino que aspiramos a un mundo mejor.

 

2024-08-29

124. Que sea Dios quien juzgue a la comunidad de monjas de Belorado

 


La Comunidad de las Hermanas Clarisas de Belorado pasa por uno de los momentos más angustioso desde su fundación, algo que a mí, como ser humano y sobre todo como católico, me produce una profunda consternación. La cosa comenzó mal y cada vez se ha ido poniéndose peor, hasta llegar a un punto de difícil retorno, por lo que humildemente pienso que unos y otros deberían cuestionarse si las cosas no se podían haber hecho de otra forma… pero vayamos con los acontecimientos.

El 13 de mayo la M. Abadesa Sor Isabel firmaba un Manifiesto, refrendado por las religiosas de la Comunidad, según el cual tomaban la decisión de apartarse de la Iglesia Católica después de “una madura meditada y consciente reflexión” y el motivo, según el comunicado, no era otro que la discrepancia con la doctrina de la Iglesia tras el Vaticano II . A tal efecto fueron convocadas para que comparecieran ante el Tribunal Eclesiástico, en fecha que expiraba el 21 de junio a las 14 horas. Habiéndose cumplido el plazo sin que las religiosas comparecieran, el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta, en una operación relámpago declaraba la excomunión a 10 de ellas al día siguiente sábado 22 de junio.

Cuesta trabajo creer que en el siglo XXI puedan suceder estas cosas. Se excomulga a unas monjas en caliente, de forma fulminante y sin haberse sentado a la mesa para dar y recibir explicaciones, y esto sucede cuando se daba por cierto que en la sociedad actual no había muros imposibles de derribar, ni puentes que no fueran posibles de construir. Parecía que después de que el Vaticano II consagrara la libertad religiosa y de conciencia como derecho fundamental de la persona humana, la excomunión solo podía darse en casos excepcionales y nunca antes de haber agotado todos los plazos y haber explorado todos los caminos. Todo hacía suponer que el tiempo de los anatemas había pasado de moda y las discrepancias se podía limar con diálogo, paciencia, comprensión y sobre todo poniendo en práctica la caridad cristiana, que es lo que verdaderamente importa porque, no nos engañemos, sin la caridad nada hay que tenga valor, tal como dice Pablo: “Si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.” (Corintios, 13, 2.)

A partir de ahora tenemos por delante la difícil tarea de encajar el hecho consumado de la excomunión de una comunidad de religiosas entregadas a Dios, con la idea de una iglesia de puerta abiertas donde hay lugar para todos, la misma que en el dialogo permanente que mantiene con la Iglesia Ortodoxa apela a la legítima diversidad ¿No habíamos quedado en que la palabra cismáticos quedaba sustituida por la de hermanos separados, a los que estamos obligados a acoger y caminar juntos?

Con esto no trato de justificar el Manifiesto del 13 mayo firmado por la madre abadesa Sor Isabel y refrendado por las hermanas de Belorado. Yo hubiera actuado de forma diferente; lo que quiero decir es que, dado el final tan dramático de todo lo sucedido, cabe pensar que algo debe de haber fallado, bien en las formas, bien en los tiempos, por lo que debería de ser analizado cuidadosamente por quien o quienes corresponda. Se ha insinuado que el verdadero motivo de la separación no es propiamente dogmático-religioso sino financiero o en todo caso el afán desmedido de una superiora que intenta perpetuarse en el cargo. Si así fuera, cabe preguntar:¿No hubieran sido aconsejables otro tipo de medidas sin tener que recurrir a la excomunión?

En fin, lo hecho hecho está y lo que ahora procede es disponerse para afrontar cristianamente una segunda parte en la que se va a poner en juego el destino de unas monjas indefensas, que están siendo juzgadas muy severamente por el tribunal popular integrado por no pocos que se consideran cristianos. No es mi caso. Yo no quiero juzgar a nadie por pura coherencia evangélica, pues fue el mismo Señor quien instó a que no lo hiciéramos. “No juzguéis, nos dijo, y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados. Porque con la medida que midiereis seréis medidos.” Dejemos que sea Dios, que conoce el fondo y todos los recovecos de los corazones humanos, quien las juzgue. Conformémonos nosotros con respetarlas, a sabiendas de que juzgando podemos errar; solamente amando con amor de caridad estaremos seguros de que no nos equivocamos nunca. Recemos por quienes se han pasado lo mejor de su vida rezando por todos nosotros, por el mundo y por la Iglesia de Dios.

Con enorme disgusto por mi parte he de decir que no me gusta el trato que están recibiendo las monjas de Belorado en las redes de comunicación sociales. Se les está tratando de forma desconsiderada, se les acusa sin pruebas o se formulan juicios de intenciones, que sólo Dios y ellas conocen. Es como si todo el mundo quisiera hacer leña del árbol caído. Uno de los juicios en el que casi todos coinciden es que se han dejado “comer el coco” por un tal Rojas, de quien yo nunca había oído hablar, como si ellas, por el mero hecho de ser mujeres, carecieran de voluntad y criterio propios, como si de unas menores de edad se tratara.  Y luego vemos machismo por todas las partes sin ningún pudor.

 

Me preocupa la situación en que van a quedar estas hermanas nuestras, como me preocuparía la de cualquier familia a punto de ser desalojada. Rezo para que no les falte los auxilios materiales y espirituales que fueran menester, se lo merecen después de una vida consagrada a Dios y después también de haber trabajado duro en orden a conseguir un seguro de vida. Según ellas mismas declaran están preparadas para caminar solas y libres en línea directa con el Esposo, convencidas como lo estaba también Teresa de Jesús de que “Quien a Dios tiene nada le falta”.

A pesar de mis buenos deseos, mucho me temo que se les avecina tiempos difíciles de tribulación y que su destino no va ser mejor que el de los curas de la Sacristía de la Vendée, la Fundación Nacional Francisco Franco o La Comunidad de Benedictina del Valle de los Caídos y es que ser admirador o admiradora de hombres justos en tiempos difíciles  y defender su memoria, tiene su precio en una España desquiciada

123.-Jacques Maritain antifranquista, enemigo de España (II)

 

 


Uno de los rasgos que mejor definen  al Maritain político es su fobia contra el nacional catolicismo lo cual unido a su simpatía por  el separatismo vasco, le convertirían en un personaje siniestro para los intereses de España. Eran los tiempos del posvaticanismo, que en la España franquista fueron especialmente turbulentos, quedando magníficamente reflejados en el libro del Sr. Blas Piñar, con el título. “ Mi réplica al cardenal Tarancón “. Sabido de todos, es que  en la segunda mitad del siglo pasado, la Iglesia Católica tenía como  máxima aspiración  el hacerse presente en un mundo que cada vez se iba alejando más de Dios, encontrando en Maritain el personaje idóneo para poder realizar este cometido, él fue ese hombre que siempre creyó  en la posibilidad de dar  respuesta  a los desafíos de los nuevos tiempos, revitalizando  y sacando fuera de los claustros, el pensamiento tomista del cual el llegó a ser un verso libre..  

No se trataba ya de imponer nada a nadie, sino simplemente de proponer y entablar un diálogo amistoso de igual a igual. Se pensaba que había llegado el momento de desacralizar la política  y los asuntos de estado para comenzar a diseñar un humanismo cristiano más  en consonancia con los tiempos que corrían,  que habría de tener como referente al humanismo integral ideado por Maritain, elogiado  por la  cúpula vaticanista, especialmente `por su amigo, discípulo y admirador , el cardenal Montini , que acabaría siendo Pablo VI, razón por la cual  el pensador francés  acabó convirtiéndose en el inspirador del Concilio Vaticano II, al menos por lo que a  cuestiones político-sociales se refiere. Igualmente habría de ser tomado como el interlocutor católico que menos sospechas podía  generar,  cara al intelectualismo moderno, ya que desde hace tiempo venia   mostrándose  como un pensador personalista, defensor de la libertad de religión,  demócrata  proclive al liberalismo, enemigo acérrimo de la confesionalidad del estado y a favor de un “Estado laico vitalmente cristiano”   con capacidad de conciliar las aspiraciones cristianas con las corrientes modernas de pensamiento. De lo que se trataba era  de abrir las puertas de par en par y  entablar un dialogo abierto con el mundo, creyendo que de este modo los que estaban fuera  podrían convertirse y entrar dentro,  pero la triste realidad fue  todo lo contrario, fueron no pocos los católicos que se pasaron   a las filas enemigas. Esto fue lo que sucedió  y  España fue un claro ejemplo de  ello . El mismo  Pablo VI, consciente de cuanto estaba pasando, acabaría  lamentándose  en una alocución del 29 de septiembre de 1972, con estas palabras: “ por alguna grieta el humo de satanás se ha colado en el templo de Dios  Se creía que después del Concilio «vendría un día soleado para la historia de la Iglesia. En cambio, ha llegado un día de nubes, de tormenta, de oscuridad, de investigación, de incertidumbre”. 

La apertura hacía el secularismo por parte del sector progresista en la línea de Maritain traería consecuencias nefastas para Iglesia Española,  que  afectarían negativamente a toda la Nación. En la última etapa del régimen franquista fueron apareciendo en  nuestro territorio admiradores del filósofo francés que siguiendo el proyecto en marcha, trabajaron denodadamente a favor de la operación  de desenganche de la Iglesia  Española  con respecto al Estado  y de este modo poder poner fin al Nacional- catolicismo. Para llevar a acabo  tal operación de desenganche, el Vaticano procedió aceleradamente al relevo de 35 obispos de libre designación, cuya tendencia política fácil es de imaginar; fue el momento a partir  del cual, en  la Iglesia Española comienza a vivirse un periodo de incertidumbre.

Esta situación  favoreció a los elementos subversivos que estaban esperando la ocasión. Aprovechando el relevo de obispos y el cuadro de mando, los  agnósticos y ateos , especialmente comunistas, se infiltraron sin dificultad alguna en las instituciones y organizaciones eclesiales con el fin de dinamitarlas desde de dentro  y vaya si lo consiguieron. La pujante Acción Católica fue ideologizada  y en los grupos de apostolado seglar se infiltraron elementos marxistas que con el pretexto de unas reivindicaciones justas, comenzaron a maquinar contra el Régimen  de Franco

 

Tan  embarazosa llegó a ser la situación que obligó a la administración franquista a tomar cartas en el asunto, porque a las autoridades eclesiales seles había ido de las manos. De esta fecha son las palabras de Carrillo agradeciendo al progresismo conciliar inspirado en Maritain toda la ayuda prestada al partido comunista de España“ Los católicos, aseguraba Carrillo, son nuestros más fieles aliados…El comunismo nunca hubiera podido llegar tan adelante como ha llegado, de no haber contado con la ayuda de la Iglesia Posconciliar”. (Le Figaro 3 de febrero de 1967).     

 A río revuelto,  también  el separatismo vasco que siempre tuvo a Maritain como valedor, intentó sacar tajada. En los últimos años Franco tuvo que vérselas  con unos vascos envalentonados  que se frotaban las manos de ver como Maritain  comenzaba a tener un cierto reconocimiento en España y sus ideas se abrían camino. En este escenario presidido por la confusión hizo su aparición  el terrorismo de ETA , y  tuvo lugar el caso tan comentado del  obispo Monsr. Añoveros,  que se atrevió a echar un pulso a la autoridad civil y de no haber sido por la prudencia del jefe del Estado, la cosa hubiera acabado como el rosario de la aurora.  Tiempos turbulentos en fin. La democracia de ser tenida como fruto venenoso del liberalismo pasó a ser el sistema político exigido por el cristianismo, tal como había sido ideado por  el pensador francés, cuya sombra alargada  se proyectó sobre la España católica. Este personaje, lógicamente no estuvo bien visto en nuestro suelo patrio. El Sr Suñer llegó  a considerarle como el enemigo número uno de  España ya que desde el catolicismo al que él pertenecía se condenaba al nacional -catolicismo surgido del espíritu del 18 de julio y ello  representaba tanto  como tener el enemigo en casa. Habría que decir que el católico Maritain no fue leal con la católica España; pero aún así , Francisco Franco a lo hora de morir no guardó rencor a nadie  y sus últimas palabras fueron una llamada a la reconciliación: “perdono a cuantos se declararon mis enemigos sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España”.

122.-La conjura de J. Maritain contra la cruzada española

 



 Si nos atenemos a sus propias palabras, estamos ante un personaje que nunca quiso ser político, sino tan solo moralista y pensador, que tampoco quiso ser de derechas ni de izquierdas, sino neutral siempre en el fiel de la balanza. Lo que sucede es que una cosa es lo que cada persona piensa de uno mismo y otra bien distinta lo que en realidad se es. Todo parece indicar que Maritain estuvo metido en política hasta las chanclas y además no fue tan ecuánime como hubiera sido de desear, bordeando en más de una ocasión lo permisible, dada su condición de católico.

Ya desde muy joven después de su conversión al catolicismo, le vemos militar en el partido de la “Acción Francesa” liderado por  el agnóstico Charles Maurras, un partido que  subordinaba la religión a la política y no se atenía a las directrices emanadas de Roma . En 1926 dicha asociación política fue condenada por Pio XI y más tarde en marzo de 1927 son excomulgados los militantes del partido, pudiendo librarse de la condena el propio Maritain, después de reconocer haberse equivocado abandona el partido.  
Más tarde volvemos a verlo metido en otro fregado, cuando en 1948 se involucra en la defensa del derecho a la libertad religiosa, en un momento en que sobre la misma pesaban dos condenas: la de Gregorio XVI que aparece en la encíclica “Mirari vos” y la de Pio IX que puede verse en la encíclica “Quanta Cura”. Semejante actitud liberaloide del francés, no gustó en las filas católicas, por lo que  no faltaron quienes pidieron que fuera inmediatamente excomulgado. Aún con todo lo más grave de sus intromisiones políticas fue, sin duda, su posicionamiento en lo referente a la guerra civil española, sobre lo que nos vamos a centrar en este artículo.
  Su tendencias políticas estuvieron marcadas de una parte  por un fanatismo peneuvista- progresista en la linea del Sr  J Antonio Aguirre,  siendo tenido como el director espiritual de esta formación  y de otra parte  por un visceral sentimiento de profunda antipatía hacia el Generalísimo del cual tenía la peor opinión, llegando a promover y suscribir numerosos documentos políticos contra él, faltándole tiempo para manifestarse en contra del alzamiento nacional,  al que combatió en el transcurso de la contienda, haciendo causa común con los exiliados españoles en Francia y manteniendo contactos con las autoridades republicanas, si bien lo más grave de todo es que Maritain  jugó un papel importantísimo a la hora de que  el PNV se viera obligado a tomar una decisión en orden a unirse o bien al bando nacional o bien al bando republicano.
Los debates y tensiones entre tradicionales y progresistas de esta formación política hacía casi imposible tomar una decisión sin que el partido se rompiera por la mitad ya   que había varios intereses de por medio.  En la balanza de los progresistas pesaba mucho la aspiraciones democráticas  reformistas y por supuesto el deseo y la intencionalidad de sacar adelante el Estatuto de Autonomía  y la Constitución de un gobierno vasco.  Todo ello era posible con el Frente Popular pero no con el Bando Nacional.  Para los tradicionalistas en cambio lo que contaba sobre todo era el factor religioso, bastante arraigado en el pueblo vasco. No olvidemos que fue precisamente D Manuel de Irujo, destacado peneuvista, quien en su día pronunciara la famosa frase. “Somos primero católicos (porque Dios es lo primero), segundo personas y tercero nacionalistas”. Por si fuera poco, los obispos de Vitoria (Mateo Múgica Urrestarazu) y de Pamplona (Marcelino Olaechea Loizaga), en su famosa pastoral de agosto de 1936, habían condenado como ilícito la unión del pueblo vasco con las izquierdas marxistas, enemigas del cristianismo”. Pareciera en un principio que el argumento religioso en un pueblo de creencias tan arraigadas iba a ser definitivo, pero Maritain intervino para que no fuera así. ¿Cómo lo hizo? pues negando que la guerra civil tuviera que ver nada con la religión. Así como suena. El pensador francés se empleó a fondo para convencer a propios y extraños de que la guerra civil española fue ajena a toda motivación religiosa, como si la persecución religiosa en la España Republicana  la más sangrienta y cruel de  toda la historia del cristianismo,  hubiera sido una broma ,  como si la multitud ingente de mártires, que regaron el suelo español con su sangre generosa al grito de “por Dios y por España”, hubiera sido una teatralización en la que unos jugaban a ser víctimas y otros a ser verdugos. Está claro que el político Maritain no quiso o no supo ver que  en el Bando Nacional  se luchaba por  España Una , Grande y Libre bajo el signo de la cruz , mientras que el ideal  por el que luchaba el bando rojo era la hoz y el martillo. Aún con todo la tesis de Maritain  que afirmaba que sacralizar la guerra civil era cometer un blasfemia es lo que necesitaban oir muchos vascos para aliviar sus conciencias, el hecho en cuestión fue que a últimos de septiembre o primeros de octubre de 1936, de forma un tanto sigilosa, se consumaba un pacto de alianza político-militar entre el Frente Popular  y el PNV y cuando el primado de la Iglesia Española, Monsr. Isidro Gomá pidió explicaciones   al presidente del PNV el Sr José Antonio Aguirre de lo que había sucedido, éste se limitó a reproducir el mismo argumento esgrimido por Maritain diciendo que esta guerra nada tenía que ver con la religión.
 De nada serviría   la Carta colectiva de la Conferencia Episcopal Española donde se rechazaba el planteamiento del francés, de nada serviría  igualmente que el dominico Menéndez Reigada en su libro “ La guerra Nacional Española ante la moral  y el derecho, publicado en 1937 se le enfrentara poniendo de manifiesto  que: «La guerra nacional española es guerra santa, y la más santa que registra la historia...» o que infinidad de intelectuales le rebatieran contundentemente, como fue el caso de Julio Meinvielle quien le acusa de haber cometido una cadena de errores que podía ser aprovechada por el comunismo. Incluso el historiador antifranquista Madariaga se expresaba de esta forma contundente Nadie que tenga buena fe y buena información puede negar los horrores de aquella persecución durante años. Bastó únicamente el hecho de ser católico para merecer la pena de muerte, infligida a menudo de las formas más atroces”. Nada ni nadie le hizo entrar en razón, todo fue inútil , la tozudez del francés le impidió abrirse a la evidencia, traicionando la causa de los mártires. 
 Su comportamiento durante el tiempo que duró la guerra civil   siguió siendo el que corresponde a un vasco honorario  comprometido con el ideario político independentista del Sr   J Antonio Aguire, que  anduvo vagando  en el exilio como un fantasma. Ambos estaban en completa sintonía en orden a pensar que existía un nexo necesario entre democracia y cristianismo de modo que era imposible entender éste sin aquella, lo cual unido a la negativa maritaineana de considerar el levantamiento nacional como una cruzada, hizo que  el pensador francés fuera tratado con la máxima admiración, dejándole que hiciera de embajador de la causa vasca, no solo en Paris , también en el Vaticano  y en el mundo entero  

 Fue mucho el apoyo prestado por el francés a sus amigos vascos en detrimento de la España Nacional. A través de la correspondencia con Onaindía, sacerdote vasco  encargado de los asuntos eclesiásticos y las relaciones con el Vaticano , se ha podido saber  la estreche vinculación entre el gobierno vasco  y Maritain, quien hizo todo lo que  humanamente se podía hacer en favor de la cusa vasca.  Uno y otro trabajaron conjuntamente para mejorar las relaciones del gobierno republicano con la Sta. Sede, sabedores que si obtenía el apoyo de Roma tenían la mitad del camino andado.  Maritain  por su parte extendería sus tentáculos para hacerse presente en los foros internacionales e influir en los medios de comunicación,  escribiría artículos a favor de la comunidad vasca, trataría  de abriles las puertas para que se relacionaran con gente influyente en el  mundo de la cultura y gracias a él, Alberto Onaindía lograría conectar con las jerarquías del Vaticano, lo que no llegaría a conseguir del Vaticano,  sería la condenade la guerra civil , sino todo lo contrario, Pio XII en el telegrama enviado a Franco, le felicitaría efusivamente por la victoria con estas palabras Levantando nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente, con V.E. deseada victoria católica España.

127.- Unos días de convivencia con los monjes trapenses de la abadía de Sta. Mª de Viaceli

  El día 1 de septiembre, celebrábamos el 57 aniversario de nuestra boda. Cuántos recuerdos agolpados, cuántas vivencias compartidas; un sin...