2024-04-26

218.- Certera crítica de Platón a la democracia.

 


Parece más que probable que el motivo oculto por el cual Sócrates fue condenado a muerte tuvo un trasfondo político. Quienes le juzgaron fueron los líderes democráticos del momento como Anito, Meleto y Licón, que veían en el filósofo una amenaza contra el régimen.  La muerte del maestro fue vista por Platón como un crimen horrendo, cometido contra el hombre más sabio, justo, prudente e íntegro de los atenienses; injusticia que por sí sola justificaría su animadversión contra el régimen que perpetró semejante ignominia. A partir de este crimen, la democracia necesariamente quedaba bajo sospecha, pero no sería solo éste el motivo que explicaría el desprecio que Platón siente por ella, sino que había otras razones.  Como fácilmente puede verse en el diálogo de “Alcibiades” y sobre todo en el dialogo de la “República”.

 De forma serena, reflexiva y crítica, Platón enjuicia a este sistema político y lo hace cerebralmente y sin apasionamientos, como corresponde a un filósofo de su talla.  Comenzará el filósofo ateniense, resaltando que la función de gobernar un estado requiere una alta capacitación moral e intelectual, de la que no todo el mundo puede hacer gala y lo mismo podría decirse de quienes son llamados a designar la persona elegida para cumplir este ministerio con garantía. Algo que el papa Benedicto XVI parece compartir cuando dice “La democracia opera con el principio de las mayorías, pero la historia nos enseña que también las mayorías pueden ser ciegas e injustas. La razón y el derecho son condiciones necesarias para conservar la salud de la democracia y de las instituciones”.

Para poner de manifiesto que no todas las personas valen para todo, es suficiente apelar al sentido común, de aquí que no le parezca acertado a Platón, que sea el ciudadano común y corriente quien decida sobre cuestiones de economía, de sanidad, de relaciones exteriores y de otros asuntos complejos, de los que no tiene un juicio bien formado. La opinión de los ciudadanos puede resultar válida, pero solamente cuando se refieren a los asuntos de su competencia. El zapatero puede saber de zapatos, el jardinero de plantas, pero su dictamen sobre asuntos políticos no tiene por qué ser fiable, ya que no es lo suyo.  Considerar que todos los ciudadanos estamos igualmente dotados, suena bien y no deja de tener un cierto atractivo popular, lo que sucede, según Platón, es que  el vulgo no posee las mismas capacidades, ni dispone de un criterio bien fundado sobre cuestiones de política y de gobernabilidad, reservado para personas sabias y prudentes. ¿Cómo justificar que la opinión de un filautero valga lo mismo que la de una persona docta y responsable, que conoce y sabe perfectamente de qué va la cosa?

 

De aquí que Platón llegue a pensar que el estado comete un fallo institucional al colocar en el mismo plano al ignorante que al sabio virtuoso, conocedor de todos los entresijos de las cuestiones relacionadas con la gobernabilidad de “la polis”. Todo esto queda expuesto de forma admirable en el diálogo de “la Republica”, sirviéndose  de la metáfora del barco, como recurso literario: “Imagínate que respecto de muchas naves o bien de una sola sucede esto: hay un patrón, más alto y más fuerte que todos los que están en ella, pero algo sordo, del mismo modo corto de vista y otro tanto de conocimientos naticos, mientras los marineros están en disputa sobre el gobierno de la nave, cada uno pensando que debe pilotar él, aunque jamás haya aprendido el arte del timonel y no pueda mostrar cuál fue su maestro ni el tiempo en que lo aprendió; declarando, además, que no es un arte que pueda enseñarse, e incluso están dispuestos a descuartizar al que diga que se puede enseñarNo perciben que el verdadero piloto necesariamente presta atención al momento del año, a las estaciones, al cielo, a los astros, a los vientos y a cuantas cosas conciernen a su arte, si es que realmente ha de ser soberano de su nave; y, respecto de cómo pilotar, con el consentimiento de otros o sin él, piensan que no es posible adquirir el arte del timonel ni en cuanto a conocimientos técnicos ni en cuanto a la práctica. Si suceden tales cosas en la nave, ¿no estimas que el verdadero piloto será llamado observador de las cosas que están en lo alto', ‘charlatán e inútil' por los tripulantes de una nave en tal estado?  (La República, libro VI, 488a-489ª- Diálogos. Biblioteca Clásica Gredos 94. Madrid: Editorial Gredos. pp. 301-302. ¿Quién en su sano juicio, encontrándose en un barco sacudido por la tormenta y a punto de perder la vida, no prefiere que éste sea pilotado por el más entendido en la materia y no por el más arrogante o charlatán?

 

Otro peligro que acecha a la práctica democrática es la figura del embaucador, que encuentra en esta forma de gobierno el terreno ideal para hacerse con el poder. Antes de seguir adelante preciso es reparar en que la democracia  griega era participativa, mientras que las actuales democracias son representativas. Aun así, el hecho es, que los malos liderazgos encuentran en ambas formas, un inmejorable caldo de cultivo, por lo que bien puede decirse que el político capaz de seducir y embaucar a los demás es el que tiene la partida ganada. El sofista que llena de lisonjas los oídos de los ciudadanos con palabras que estos quieren oír, logrará hacerse con su afecto y con su apoyo, porque sabe muy bien que este tipo de personas no se mueve por juicios bien formados, sino más bien por impulsos emotivos. "A la democracia, según dice Platón, no le importa cuáles son los hábitos o las acciones pasadas de sus políticos, siempre y cuando se comprometan a ser los amigos del pueblo,"

 

Tampoco se le oculta a Platón que la democracia se presenta con el atractivo de estar a favor de la libertad ilimitada, pero en todo esto hay mucho de apariencia, según el filósofo griego.  La realidad es, que más que de libertad, lo que en este sistema  se da, es un abuso de la libertad, que origina caos y desorden, que acaba empañándolo todo y poniendo de manifiesto sus internas contradicciones, es decir, el proceso democrático llega a un punto en que se convierte en campo abonado para que surjan  peligrosos demagogos.   Ese relativismo democrático, que conduce a los ciudadanos a hacer y pensar lo que quieran y como quieran, a primera vista, puede resultar atractivo, pero cuando se conocen sus efectos, deja de serlo.

 

El deseo insaciable de libertad conduce inexorablemente a una anarquía desbordante, que hace saltar por los aires la convivencia pacífica, momento que aprovecha el demagogo de turno para revertir la situación, es entonces cuando aparece el tirano con la apariencia de un protector del rebaño, al que sigue una masa sumisa y obediente, tal como ha sucedido en la reciente historia de la humanidad, cumpliéndose las predicciones de Platón. De modo y manera que, la democracia llamada a liberar al pueblo de las fuerzas opresoras, degenera con frecuencia en demagogia, convirtiéndose en semillero de sátrapas y dictadores.  En la memoria de todos están los nombres de líderes políticos del pasado siglo que, aprovechándose de la democracia, dieron un salto hacia un régimen de terror y muerte.  Más recientemente los analistas políticos, como Andrew Sullivan viene detectando, déspotas de toda condición, disfrazados de demócratas, que se hacen pasar como tales. ¿Acaso los españoles no debiéramos estar preocupados por lo que está pasando hoy día en nuestra nación?

 No deja de ser altamente revelador que, papas de nuestro tiempo nos vengan advirtiendo de este peligro ya detectado por Platón hace 24 siglos. De Juan Pablo II es la frase: “El sistema democrático que pierde de vista la referencia a los valores se transforma en una dictadura”.  De forma parecida se expresaba Benedicto XVI al decir que “La democracia solo puede florecer cuando los líderes políticos son guiados por la verdad. Una democracia sin valores puede perder su propia alma”.

 

En la mente de Platón estaba la idea de que “la polis” tenía que estar gobernada por los mejores y no por oportunistas, que lo que buscan no es precisamente servir al bien común sino servirse a sí mismos. Ahora bien, en un sistema democrático son precisamente estos últimos los que llevan las de ganar.  ¿Por qué? Pues sencillamente porque la razón y la virtud no crea adhesiones ni clientelismos y el político oportunista lo sabe muy bien, por eso aprovechará todas las artimañas que sean necesarias para lograr su propósito: mentirás, promesas, palabras que halagan los sentimientos del vulgo, mientras que la persona honesta, al ir con la verdad por delante y no saber decir otra cosa que no sea la que se corresponda con la realidad, estaría en desventaja a la hora de atraer voluntades. Es, valga la comparación, como si se disputara una partida de naipes en la que el truhan se sintiera libre para jugar con las cartas marcadas y hacer todo tipo de trampas, mientras que el jugador honrado se atuviera estrictamente a las reglas de juego.  En estas condiciones, fácil es adivinar, de quien sería la partida jugada en el terreno democrático.

 

 En resumen, la crítica platónica sobre la democracia de hace ya muchos siglos, sigue vigente y puede ser clarificadora para nuestra sociedad virtual. Como en los tiempos de Platón, el gran problema hoy es que la mayoría de la gente se guía por la “doxa” no por la “episteme”, de aquí que de las urnas podrán salir, no los que más lo merecen, sino los que mejor sepan acariciar el capricho de las mayorías, demagogos ambiciosos, sedientos de poder, es por esto por lo que Platón pensaba que la democracia es producto de una degeneración, que se corresponde con la tiranía de la mayoría. Es verdad que nunca como ahora ha habido tanta información: periódicos, radio, televisión, etc., pero tristemente hay que reconocer que los medios de comunicación sirven al sistema y forman parte de la opinión pública, fuera de la cual no hay espacio para ellos.         

 

2024-03-08

2017.-Vivir la vida se ha convertido en el lema de nuestro tiempo.

 


El afán de superación del ser humano ha sido una constate en el trascurrir de la historia, en base a ello se han ido fijando metas orientadas a la consecución de nobles ideales, presididos por la Verdad, el Bien y la Belleza. Cada época histórica ha quedado sellada con una impronta que le define como tal. El periodo clásico Greco-Romano estuvo marcado por la búsqueda de la Verdad, la Edad Media por el Bien y a partir del Renacimiento asistimos a un proceso progresivo de apertura a la Belleza, que adquiere el mismo rango que la sabiduría. Verdad, Bien, Belleza, como trascendentales, que son del “Ser” han estado siempre ahí para dar sentido a la vida de los hombres y mujeres, así hasta que llegaron los nuevos tiempos actuales en que se rompe con el pasado y los planteamientos son ya completamente diferentes; como dijera Marshall  Berman: “Con la llegada de la posmodernidad todo lo sólido  se desvanece en el aire”  

El cambio producido no ha sido por exigencias de una nueva alternativa cultural que viniera apretando y pidiendo paso, sino porque se tomó la decisión de prescindir de todo lo anterior, haciendo borrón y cuenta nueva, para comenzar desde el principio como si nada hubiera sucedido.  Simple y llanamente se metió la piqueta y de lo anterior no quedó títere con cabeza. Algo así, como quemar las naves sin tener otras de repuesto.  Todos sabemos que el demoler es bastante más fácil que construir y lo que costó muchos siglos en consolidarse pudo ser barrido en cuestión de décadas 

Hasta tal punto esto es así, que todos los absolutos pasaron a ser, peyorativamente considerados, abstracciones metafísicas irreales, por no decir, pura fabulación de tiempos pasados, “sine fundamento in re”. El escenario en que actualmente nos encontramos, ha quedado bien descrito por nuestros mejores intérpretes, quienes nos aseguran que vivimos en un mundo virtual, en el que la realidad ha sido sustituida por las representaciones y  los sentimientos. “La “posmodernidad,” la era que nos ha tocado vivir, es conocida también como “la posverdad” y con esto está dicho todo. Lyotard la identifica con “la provisionalidad”, Vattimo con “el pensamiento débil, Derrida con “la desconstrucción”, Bataille con el “pensamiento cansado”, Bauman  con “el pensamiento líquido”   y Lipovetski  la califica como “La era del Vacío”, donde  “todo vale” que es  tanto como decir que “nada vale”, porque cuando  se dice que “todo vale” es porque hemos hecho desaparecer los límites fronterizos que separan lo objetivamente valioso de lo que no lo es. 

 Después de haber desertado de la razón y de las realidades metafísicas que les eran connaturales, ya solo nos quedaban dos salidas posibles: una la del existencialismo nihilista y desesperanzado, que se perdía por los caminos del absurdo,  en que nada tiene sentido  y  la otra, por paradójico que parezca, era encontrar sentido a la vida en ese presunto “sin-sentido”  y  tratar de vivir gozosamente nuestra contradictoria libertad, sin ningún tipo de cortapisas. Precisamente ésta habría de ser la última razón por la que se echó por la borda la objetividad de estos tres supremos valores metafísicos, quedando a expensas de la subjetividad de los hombres, quienes a partir de este momento pasarían a ser sus creadores, convirtiéndose así en “la medida de todas las cosas”.  Una vez conseguido ser dueños y señores, sin estar sometidos a nada ni a nadie es cuando podían considerarse absolutamente libres para pensar, hacer y ser lo que les viniera en gana, tal como pronosticaran Dostoyevski y Sartre, al decir : Muerto Dios, fundamento de toda realidad y orden, todo estaría ya permitido y esto es precisamente lo que ha sucedido. De estar sometidos a la los deberes y preceptos trascendentales, se pasó a "prohibir toda prohibición que nos viniera impuesta", para quedarnos  a  expensas de un libertarismo tóxico.

 A partir de entonces la Verdad Absoluta y Omnímoda, ésa que se impone a  todos y en   cualquier circunstancia, comenzaría a ser vista  como el  enemigo público número uno a batir, porque si tal verdad existiera, entonces el acomodarse a ella sería una exigencia de todo punto necesaria  y ya no podríamos pensar, ni  discernir, ni legislar, ni colorear la realidad como a  cada cual le  viniera en gana; de modo que se decidió  prescindir de ella,  sin reparar siquiera que con  esta argucia nos estábamos haciendo trampas a nosotros mismos.  

 Partiendo de esta situación artificialmente creada, de lo que se trataba era de aprender a ser incondicionalmente libres, en medio de un vacío sobrecogedor.  El lema para nuestro mundo habrá de ser a partir de ahora éste: “Vive la vida y deja vivir”, que se traduce por sacar todo el jugo posible al momento presente y no dejar para otro día lo que pueda disfrutarse hoy. Nada de trascendentalismos, nada de previsiones, nada de ahorros, nada de guardar para mañana y sobre todo no desaprovechar la ocasión que se nos ponga a tiro, pues con vivir el día a día es ya suficiente.

Si importante es vivir la vida a tope, lo es tanto o más, dejar en paz a los demás, permitiéndoles disponer alegremente de su propia vida y esto por pura razón de conveniencia personal, tal como corresponde al individualismo egoísta, característico de los hombres de nuestro tiempo. Para que nadie me moleste a mí, tengo yo que comenzar por no molestar a nadie.  No metiéndome yo en la vida de los demás, tengo asegurado que los otros tampoco se entrometan en mis asuntos y “acaben haciéndome la pascua”. De este modo tan práctico y expeditivo la convivencia queda garantizada.  Sin duda que otra consigna de vida como por ejemplo: “Vive y ayuda a vivir a los demás” hubiera resultado ser más altruista y solidaria, pero ya implicaría un serio compromiso y esto no va con los nuevos tiempos.

  Está claro que la nuestra es la época del pensamiento débil, con carencias metafísicas, sin bases sólidas, que puedan servir como puntos de referencia, y sin creencias religiosas arraigadas;  como dice Gille Lipovetski, de :“ Todos los grandes valores  y finalidades que organizaron las épocas pasadas se encuentran progresivamente  vaciadas de  sustancias “. Como consecuencia de esta desertización han desaparecido los principios universales, las profundas convicciones, y el hombre se ha visto empobrecido, quedando reducido a su dimensión puramente biológica, que solo le permite aspirar a un tipo de bienestar materialista, canalla y ramplón, consistente en la satisfacción de los instintos más elementales y primitivos. Lo curioso del caso es que aquí casi nadie siente ningún tipo de nostalgia por todo lo perdido, ni parece echar de menos todo lo que le falta. Digamos que nuestro mundo se siente a gusto y complacido tal como nos lo recuerda el citado autor:  Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan, pero a nadie le importa un bledo, esta es la alegre novedad.“  Así es, el hombre de hoy  no tiene ningún cargo de conciencia  y se siente gozosamente resignado  con lo que tiene, sin  ningún tipo de nostalgia por haber  tenido que renunciar a los sueños del espíritu.

 Al final “vivir la vida”  a salto de mata sin más, puede resultar ser un ejercicio sin mayores  complicaciones, pero también sin otras compensaciones que no sean las de ir tirando como buenamente se pueda, hasta que el cuerpo aguante. Es como el pasajero que emprende un viaje sin destino sin saber “por qué” ni “para qué” con el solo propósito de ir disfrutando de cuanto encuentra en el camino, pero sabiendo muy bien que después de la última curva no va a vislumbrar meta alguna que suponga un dichoso colofón a su aventura. Nada de esto parece preocupar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo quienes al ver llegar el final de su periplo, se dan por satisfechos de poder decir serenamente que nadie sino ellos mismos  fueron  los dueño de su  propio destino y en el momento en que todo haya pasado, solo aspiran a que “la tierra les sea leve”

 

2016.-Los curas de La Sacristía de la Vendée se rebelan contra lo políticamente correcto

 


La Sacrista de la Vendée es como se conoce a la tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria semanal, que se emite todos los jueves a las 19 h. a través de You-tube y  que está integrada por varios sacerdotes, algunos de ellos pertenecientes a la archidiócesis  de Toledo, entre los que se encuentra el P. Rodrigo Menéndez Piñar, nieto de Blas Piñar, uno de los parlamentarios más brillantes y honestos que haya tenido España,

La cuestión es que dicha tertulia ha pasado al primer plano de actualidad por el hecho de que en el trascurso de la misma, el sacerdote Gabriel Calvo se expresó en estos términos “ Yo rezo mucho por el papa, para que pueda ir al cielo cuanto antes”, manifestación, que en forma semijocosa, fue compartida por otros contertulios. Esto fue todo. La noticia ha originado una enorme escandalera que está siendo aprovechada para desprestigiar  a este colectivo. No seré yo quien trate de juzgar a este grupo de sacerdotes intachables, respetuosos con la doctrina de la Iglesia, sumisos a la autoridad del papa y que tienen por lema “Ubi Petrus, ibi Ecclesia”. Lo que sí que me gustaría es tratar de aclarar ciertos extremos.  Veamos

¿Es tan grave lo de estos curas tertulianos de la Sacristía de Vendée? En realidad este deseo  fue la oración preferida de muchos santos dirigida a Dios  ¿No fue Sta. Teresa la autora del bello y elevadísimo poema de “Muero porque no muero”. A lo mejor, precisamente ésta  sea también  la súplica, que él mismo Francisco dirige  a Dios todos los días. Solo cuando se tiene una fe y esperanza frágiles puede decirse que “el cielo puede esperar y aunque en la casa del Padre se esté muy bien en ninguna se está mejor que en la casa propia”. Seguramente que si en su lugar hubieran dicho que rezan a Dios para que Francisco permanezca encadenado a una silla de ruedas durante una larga vida, purgando como todo ser humano, por sus faltas de acción u omisión, por sus silencios o incontinencias verbales, también les hubieran criticado ésos que ven con tan buenos ojos la eutanasia y es que esto de rezar  por los demás se ha vuelto complicadísimo y si no que se lo pregunten a quienes acuden a las clínicas abortivas para pedir por las víctimas inocentes y por sus madres.

Sea como fuere,  el hecho es que y el arzobispo de Toledo  se ha dado prisa para llamarles al orden y apercibirles  muy seriamente y a mi me gustaría saber si la jerarquía eclesiástica está midiendo a todos por el mismo rasero, porque según parece  a los de casa se les amonesta rápida y contundentemente,  mientras que ante quienes van diciendo por ahí que “la iglesia que más ilumina es la que arde” y ante los “asaltacapillas”, la actitud es ponerse de perfil y lo único que se les ocurre decir, es que hay que ser comprensivos y tolerantes porque todos alguna vez hemos sido jóvenes e impulsivos.

Cierto que lo ocurrido en la tertulia de la Sacristía de Vendée ha producido un gran revuelo social, pero cabe preguntar ¿quíenes son los que se han escandalizado? Pues aunque parezca paradójico han sido los anticlericales  de siempre y los pseudoprogresistas de izquierdas que defienden la eutanasia y a los que nunca se les ha oído una palabra de reproche contra los abyectos asesinos de miles de sacerdotes y religiosos y de no pocos obispos durante la década de los años treinta . ¿ Puede caber mayor cinismo?

No nos engañemos; el episodio puramente anecdótico de  La Sacristía de Vendée, del cual  ya se han disculpado los responsables, no es más que un mero pretexto para seguir masacrando  a quienes se resisten al pensamiento único. El problema de fondo, según yo creo, no está en que se rece o se deje de rezar sino que la cuestión  está en quienes lo hacen. Esta es la  clave para entender lo que está pasando. En el caso que nos ocupa se trata de un colectivo de sacerdotes tildados de ultraconservadores, fachas, defensores a ultranza de los valores tradicionales de la España eterna, admiradores de Franco al que consideran un cristiano ejemplar  y promotores del imperio de Cristo Rey  en todos los órdenes de la vida, tanto privada como pública y claro está, ante la mirada de los guardianes del orden establecido, esto no se corresponde con lo políticamente correcto, razón por la cual la tertulia contrarrevolucionaria de estos  valientes sacerdotes ha comenzado a crear cierta alarma social ¿Cómo no va a crearla?  Si estamos viviendo bajo un régimen de despotismo encubierto en donde la libertad de expresión es una engañifa y quienes se salen del guion  están ya proscritos de antemano

Al margen del episodio  que ha ocasionado este follón y como telón de fondo  está  el hecho de que  dentro de la Iglesia  Católica, por fin,  ha surgido   un nutrido y compacto grupito de sacerdotes preparados que son conscientes de su sagrado ministerio, que asumen su responsabilidad  como tal y están  dispuesto a hablar y dar la cara en unos tiempos de silencios cómplices en que  son pocos los que se  atreve a dar la cara, debido a los complejos y miedos que todos conocemos o tal vez para no perder las prebendas. Ellos no, ellos se la están jugando a sabiendas que se exponen al destierro , al ostracismo o simplemente a quedar a expensas de  la misericordia de sus superiores, pero no les importa, porque lo que buscan no es hacer carrera, sino  que lo que buscan es servir a la Iglesia y a  la sociedad..

La buena noticia es que no se trata ya de “francotiradores” que van a su aire, sino de un grupo organizado con un proyecto en común y si bien carecen de medios y de apoyos están llevando a cabo una misión encomiable. Las cifras hablan por sí solas. Acaban de iniciar su periplo y ya cuentan con 50.000 suscriptores en Yutube y varios miles de reproducciones. ¿Dónde está la clave del éxito? Pues ni más ni menos, que en su autenticidad, es decir, en predicar clara y llanamente el mensaje del evangelio e ir a lo esencial, que es lo que en definitiva el pueblo cristiano en su mayoría está necesitando.  El mero hecho de ir contracorriente que todo lo quiere   arrasar, ya sería motivo suficiente para tomarles en consideración y por su puesto, su entrega generosa para hacer presente a Dios en medio de un mudo descreído. Con ello están prestando un servicio a los hombres de nuestro tiempo y ¡ojalá! que el esfuerzo que están haciendo, les sea reconocido cuanto antes, sin que nadie trate de cortarles las alas, sino que se vean recompensados con el apoyo que merecen para seguir creciendo.  En estos tiempos presididos por la desorientación y la mentira necesitamos gente como ellos que no tenga miedo a proclamar la verdad a los cuatro vientos.


218.- Certera crítica de Platón a la democracia.

  Parece más que probable que el motivo oculto por el cual Sócrates fue condenado a muerte tuvo un trasfondo político. Quienes le juzgaron f...