Nos encontramos en el VIII centenario de la muerte de Sto. Domingo de Guzmán. Con este motivo se han venido y se siguen celebrando actos y homenajes en su honor como sucede por ejemplo en el Real Monasterio de Madres Dominicas de Caleruega( Burgos) Pues bien merecido se lo tiene.
Con
motivo de este acontecimiento histórico, también el papa Francisco escribió una
Carta al p. General, donde se dice que:
“ Domingo respondió a la urgente necesidad
de su tiempo no sólo de una predicación del Evangelio renovada y vibrante, sino
también, igualmente importante, de un testimonio convincente de sus llamadas a
la santidad en la comunión viva de la Iglesia. En el espíritu de toda auténtica
reforma, trató de volver a la pobreza y la sencillez de la primitiva comunidad
cristiana, reunida en torno a los apóstoles y fiel a sus enseñanzas (cf. Hch 2,42).
Al mismo tiempo, su celo por la salvación de las almas le llevó a constituir un
cuerpo de predicadores comprometidos cuyo amor por la página sagrada y la
integridad de la vida pudiera iluminar las mentes y calentar los corazones con
la verdad vivificante de la palabra divina”.
Con este motivo finalmente, se ha celebrado en Caleruega el
Capitulo Provincial de los Dominicos de la Provincia de Hispania, donde según
se nos dice: aparte de la elección del P. provincial, definidores y consejeros
de la Provincia, fueron abordados cuestiones de interés para la orden,
tales como realizar un plan para la
configuración de la Provincia, nacida hace cinco años centrándose en temas tan
importantes como la vida intelectual, educación
y juventud justicia y paz, diálogo, fe y cultura
La llegada al mundo de este insigne fundador de los Dominicos
vino precedida de unos signos que turbaron el espíritu de su santa madre, quien
durante la gestación del que habría de ser su tercer hijo, tuvo sueños y oscuras premoniciones inquietantes. Mientras
dormía puedo ver dentro de su vientre a un cachorro con una tea en la boca, que
al salir fuera incendiaba al mundo con su fuego purificador. Esto, en tiempos
turbulentos entre moros y cristianos, se
prestaba a diversas interpretaciones, hasta que Sto. Domingo de Silos al cual
tenía gran devoción, vino a sacarle de dudas manifestándole que el hijo que
esperaba sería alumbrado felizmente y llegaría a ser ejemplo de santidad y así fue .
El 8 de Agosto nacía en Caleruega, un pueblecito de la
provincia de Burgos que quedaría inmortalizado para la posteridad y del que el
poeta italiano Dante se hace eco , expresándose en estos términos: “¡Feliz
Calaruega! En ella se escuchaba el suave murmullo de la brisa entre las flores
nuevas del jardín de Europa. A lo lejos, las olas rompían sobre la playa y, más
allá, el sol naufragaba cada atardecer”. Objeto de predilección por parte de su santa madre Juana de Aza, no pasaría, sin
embargo, mucho tiempo a su lado, pero sí el suficiente para aprender de ella
las virtudes cristianas especialmente la de la caridad con el prójimo y la
generosidad. Dejado bajo los cuidados de un familiar sacerdote, aprendería las
primeras letras y de aquí pasaría a la Universidad de Palencia en unos tiempos
de hambre y de miseria en los que las calles estaban llenas de indigentes y
mendigos, que él trataba de ayudar, hasta el extremo, que un día según nos
cuenta su hagiógrafo tuvo que echar mano de sus libros, preciado tesoro en aquellos tiempos y ni corto ni
perezoso, los empeñó para obtener algo
de dinero y así poder repartir entre los
más necesitados unas monedillas. Un hecho tan infrecuente naturalmente fue
motivo de incomprensiones, pero cuando alguien le reprochaba este gesto, se
defendía diciendo: “yo no puedo conservar
para mí pieles muertas, cuando veo hermanos vivos que se están muriendo de
hambre”.
Su fama de aplicado estudiante y buena persona llegó hasta
oídos de Martín Bazán obispo de Osma,
quien le reclamó para que se incorporara a su cabildo, donde sería ordenado
sacerdote a los 25 años. En esta nueva forma de vida, dedicada por entero al
ministerio pastoral, Domingo volvió a ser un ejemplo de vida a imitar. Para
cumplir órdenes del rey Alfonso VIII tuvo que ausentarse de Burgos de Osma y
emprender un viaje diplomático hacia Dinamarca, durante el cual pudo darse
cuenta de lo mal que andaban las cosas y tomo buena nota de ello, de modo que
cuando un tiempo más tarde tuvo que realizar ese mismo viaje, tomó la
determinación de quedarse por estas tierras para poder evangelizarlas a través
de la palabra y el ejemplo.
Descalzo y pobremente vestido, Domingo pateó todos los
caminos viviendo de la caridad y desafiando toda la penalidades y peligros
derivados de combatir a los albigenses, tan poderosos por estas tierras. La misión
a llevar a cabo rebasaba sus propias fuerzas por lo que debió pensar que lo
mejor sería fundar una orden y así lo hizo con la ayudada del obispo de Toulouse, llamado Fulco y el conde Simón de Monforte, así como
de otros seguidores que se sumaron al proyecto. Hubo que esperar,
no obstante, al 22 de Diciembre de 1216 en que el papa Honorio a través de
ambas bulas aprobara la fundación que tendría una excepcional acogida en
Toulouse, formándose pronto una comunidad dispuesta a emprender el camino,
dispersándose de dos en dos por tolos rincones, como hicieran en su día los
apóstoles para anunciar el evangelio de Jesucristo. Las comunidades se
multiplicaron y los frailes dominicos se hicieron presentes en las principales
universidades de Paris y de Bolonia,
contando siempre con el apoyo de Roma.