El 18 de Julio de 1936 es una fecha proscrita, tanto por el socialismo revanchista como por el Partido Popular, cobarde y acomplejado. Éste fue el día en que tuvo lugar la proclamación de lo que más tarde habría de ser conocido como el “glorioso Alzamiento cívico-militar” o como “la gran Cruzada de los tiempos modernos” y que posteriormente los antifranquistas le dieron la vuelta para rebautizarlo como “golpe de estado militar”. No deja de ser un sarcasmo que el tratar de poner fin a un desorden y caos generalizados, en una España aterrorizada, ardiendo por los cuatros costados y surcada por regueros de sangre vertida por victimas inocentes, se le pueda denominar así. Precisamente, en la madrugada del 13 de julio de este mismo año, había tenido lugar el asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición, a manos de la guardia de asalto y posiblemente José Mª Gil Robles hubiera corrido la misma suerte, de haber pernoctado en casa esa misma noche. Seamos mínimamente sensatos y llamemos a las cosas por su nombre. El pronunciamiento del 18 de Julio del Año 1936 responde a un movimiento de liberación nacional, que evitó lo que pudo ser un genocidio inimaginable si no se llega a actuar a tiempo y además se hubiera puesto en riesgo la seguridad nacional, no solamente de España sino también del resto de los países europeos. Ésta es la pura verdad.
El tiempo ha ido pasando y sin embargo, la memoria de este ya lejano 18
julio permanece, a pesar de las intenciones aviesas por borrarlo del
calendario; ahí sigue presente en la memoria de los españoles, aunque
solo sea porque su Excelencia el Jefe del Estado Español, Francisco
Franco en conmemoración de esta efemérides, sacó un decreto por el que todos
los trabajadores habrían de percibir un paga extraordinaria que venía y
sigue viniendo muy bien a todas las economías domésticas, incluso a la de los
antifranquistas, de quienes, por cierto, no conozco a ninguno que la haya
hecho ascos o que haya renunciado a la misma, aún a sabiendas de donde procede.
El 18 de julio, aparte de ser una fecha memorable,
representa mucho más en la historia de nuestra nación, significa el símbolo de
un gran proyecto nacional, donde se encarnan las esencias de un pueblo
centenario, por cuya razón hay que seguir hablando del espíritu del 18 de
Julio. Las personas mueren, las épocas históricas pasan, los sistemas políticos
desaparecen, las ideologías cambian de signo, solo el espíritu
de las naciones, que alentó los más nobles ideales no se extingue nunca y
permanecerá para siempre. España parecerá que está muerta, pero solo esta
dormida y un día despertará. Después de más de cuarenta años de acoso, derribo
y persecución, a las identidades nacionales. Después de más de 40 años
vertiendo falsedades y mentiras sobre el caudillaje y la persona de Franco, tan
maltratada, injuriada y calumniada, su recuerdo emocionado permanece intacto en
el corazón de muchos españoles de bien; por algo será… Nada hay que temer. El
juicio de Zapatero y de Pedro Sánchez no valen nada, al final será
la historia y sobre todo el tribunal divino quienes dicten sentencia y todos
podrán saber de qué parte estuvieron los verdugos y de que parte estuvieron las
víctimas inocentes y los mártires que siguen clamando justicia, pero sobre todo
perdón incluso para aquellos que no saben lo que esta palabra significa.
Una vez que nos hayamos librado de
la presión propagandística, tanto de políticos como de losmedios de
comunicación, que tienen confundidos a gran parte de la ciudadanía, yo creo que
la historia acabará haciendo justicia y poniendo a cada cual en el puesto que
le corresponde. Después de que toda esta desgracia presente haya pasado, que
sin duda tarde o temprano pasará, las jóvenes generaciones podrán ver en el
Caudillo al salvador de España en tiempos turbulentos, que juntamente con el
pueblo leal y consciente de su responsabilidad histórica, no se
resignaron a morir, ni a ser víctimas de la bestia feroz del comunismo, que nos
hubiera condenado a compartir un miserable destino con Albania, Hungría,
Checoslovaquia y demás satélites soviéticos. No solamente esto, podrán
descubrir también la grandeza y prosperidad de una nación que, durante el
caudillaje de Franco y gracias al esfuerzo, el tesón y la honestidad de un
pueblo, llegó a ser de las primeras potencias económicas mundiales,
adelantada en educación con la implantación de L.E.G que hizo posible en España
la enseñanza gratuita obligatoria hasta los 14 años. Su notable desarrollo hizo
que se hablara del milagro español y fuera de sus fronteras supo ganarse el
respeto, hasta el punto de ser considerada como la reserva espiritual de Europa
y la conciencia moral y religiosa de Occidente.
Mirándolo desapasionadamente, es de justicia reconocer que
el espíritu del 18 de julio quedó bien plasmado en las Leyes Fundamentales del
Movimiento, inspiradas a su vez en el magisterio de la Iglesia, siendo capaces
de inyectar nueva savia a nuestra querida España, devolviéndole aquellas
esencias nacionales, que por tradición e historia le correspondían.
Desgraciadamente, ni siquiera esto ha sido motivo de orgullo para una
importante facción de la iglesia española, que al tiempo que sostienen que
España no se entiende sin el catolicismo, se avergüenzan de lo que ellos
denominan despectivamente “Nacionalcatolicismo” ¿En qué quedamos?... Desde el
cardenal Tarancón hasta nuestros días da la impresión de cierta desafección
hacia la persona que les libró del exterminio, como si les molestara la
acendrada catolicidad de un dirigente que, a la hora de la verdad y poco antes
de morir, confesara con orgullo su condición de cristiano y se declarara
humilde miembro perteneciente a la Iglesia Católica, en cuyo seno siempre quiso
vivir y morir, a pesar de todos los pesares. Uno puede entender que “los sin
Dios” consideren como adversario a un defensor a ultranza del catolicismo, pero
que por tal le tengan sus hermanos de religión, cuesta mucho entenderlo. Dios
juzgará.
Al trasluz del espíritu del 18 de julio que hoy celebramos,
se puede apreciar con claridad esa falacia tan manida de las dos Españas, que
tan poderosamente ha influido en el ánimo de los españoles, sembrando una
enorme confusión. Se nos ha querido hacer ver que existen dos Españas
contrapuestas, pero ello no es posible porque España no hay más que una. La
nación española es la que es, la que le corresponde ser por tradición, por
historia, por valores, por creencias religiosas, incluso por naturaleza
metafísica; en cambio esa otra España que se nos presenta como negación de la
anterior, no es otra cosa que la anti- España. Podemos hablar así, apoyándonos
en los primeros principios del orden gnoseológico, tanto el de identidad, que
nos asegura que una cosa es idéntica a sí misma y el principio de no
contradicción, según el cual “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y
bajo el mismo respecto”. Esto debiera quedar claro.
Algo bien distinta, es la visión que cada uno pueda tener de
la nación, denominada por muchos “Este País”. En esto cada cual es libre
de pensar lo que crea conveniente, siempre y cuando sea consciente de que
el término “España” queda reservado para un modelo determinado y bien definido
de nación, que a través de los siglos se ha ido configurando y llenando de
contenido. Lo mismo cabe decir en referencia a la españolidad
, cada cual es muy libre de asumirla o no, pero eso sí, sabiendo que el
orgullo de sentirse español es un honroso título que hay que merecer, lo
que comporta unos compromisos y responsabilidades que hay que saber asumir. En
pocas palabras, cada uno es muy libre para elegir la nación que le gusta, aún
así es obligado reconocer que cuando España deja de ser España para
convertirse en “ Este País” se produce una regresión que nos hace
recordar lo sucedido en la Segunda Republica, pero lo peor de todo
es que existen serias dudas de que desde el inicio de la transición se haya
gobernado con la rectitud de intención debida, tratando de conservar y
mejorar todo lo bueno que recibimos en herencia que fue mucho; por el
contrario, todo parece indicar que hubo un pacto, al menos implícito, entre
todas las fuerzas políticas, que tenía como objetivo principal acabar con el
espíritu del 18 de julio al precio que fuera. Ya podía tratarse de lo mejor del
mundo y lo más beneficioso para la nación, porque la mera sospecha de
tufillo franquista era ya motivo suficiente como para desestimarlo.
Recientemente se han podido escuchar expresiones que hablan de dinamitar el
Valle de los Caídos y los pantanos, porque eran obras de Franco. ¿Acaso
la Ley de Mentira Histórica no va también en esa misma dirección? Nada más
lejos de mi intención que sembrar la discordia entre los españoles, lo que si
que digo es que hay ciertos comportamientos ruines y deleznables, auténticas
canalladas intolerables, por más que vayan disfrazadas con el ropaje de la
legalidad.