Entre las grandes conquistas
logradas por el hombre en los últimos tiempos hay una, que aún no siendo la más
espectacular, es la que más directamente nos afecta a los humanos. Me estoy
refiriendo a la longevidad, que ha alterado de forma sustancial la situación
del hombre y de la mujer. Hoy son muchos los viejos que están viviendo el
equivalente a dos vidas de épocas pasadas y no es sólo ya el que hoy se viva
mucho, sino que se vive mejor. La vejez de antes se corresponde con la madurez
de ahora. Los factores que están detrás de este fenómeno son bastante diversos;
por supuesto los avances de al medicina, la higiene, condiciones de salubridad,
alimentación, prevención, comprobación de los estados biológicos, ejercicio,
control del peso, fármacos…qué sé yo; en pocas palabras nos cuidamos más,
porque hay medios para hacerlo y el resultado ha sido un cambio de vida
asombroso, más aún en la mujer que en el hombre.
A la vejez se la ido aplazando
cada vez más y día llegará, ya se habla de ello, en que a los viejos de hoy
serán el equivalente de los maduritos del mañana. Los tratamientos vegetativos,
nutrición de células, refuerzos hormonales, rehabilitación funcional etc. dan
pie para pensar que esto puede ser así. Sea como fuere, el hecho inapelable es
que la vejez tarde o temprano acabará por llegar a nuestras vidas y con ella
los achaques, las molestias y las limitaciones que le son propias. La vejez
siempre es lo último, después ya no hay nada más. Con ella hay que contar por
más que nos empeñemos en negarla, ocultarla o cambiarla de nombre, llamándola
“tercera edad”. En nuestra cultura apenas se habla de ella y cuando se hace, es
para descalificarla y mirarla con desdén. Éste es el gran fallo de nuestro
tiempo. Nuestra cultura del “ Carpe diem” nos ha enseñado a vivir intensamente
el momento presente; pero no nos ha enseñado el arte de envejecer, es por eso
por lo que, quienes llegan a viejos, lo hacen, en la mayoría de los casos, sin
estar preparados
Cuando hablamos de la vejez
pensamos instintivamente en gentes disminuidas física y psíquicamente, que
necesitan del cuidado de otras personas, que precisan de asistencias sanitarias
y esto es verdad; pero olvidamos que el gran problema de la vejez es la
soledad. El gran drama de la mayoría de los viejos de hoy, es sentirse
abandonados, como si fueran unos expatriados, que no entienden ya la cultura
vigente, ni la gente que les rodea comprenden la suya. Pocas cosas tan
dolorosas como ésta. De una u otra forma la vejez tiene como compañera
inseparable la soledad, por eso en la medida que estemos preparados para
afrontarla, lo estaremos también para afrontar la vejez. Las mujeres
sobrellevan mejor la vejez que los hombres, porque tienen más capacidad de
soledad, de interiorización, de intimidad.
Si un día aprendemos a
quedarnos a solas con nosotros mismos, comenzaremos a darnos cuenta, que
nuestro más valioso patrimonio es lo que vamos dejando atrás, lo que hemos ido
sembrando, no tenemos más. En el dialogo ciceroniano “ De Senectute” se pueden
leer estas palabras: “ Los que encuentran todos los bienes dentro de sí, nada
de lo que acontece por necesidad dentro de
Todos
hemos tenido ocasión de ver reflejada en la mirada profunda de alguna persona
mayor, la serenidad tranquila que emana de su alma. Ana Cintra, la madre
sacrificada que día a día ofrendó su vida para sacar su familia adelante, nos
cuenta que en una ocasión su hijo pequeño, con la curiosidad del niño que oye
una palabra por primera vez, le preguntó
¿ Qué es la vejez? Ana le miró
fijamente y mostrándole su rostro surcado por las arrugas , le dijo, aquí la
ves reflejada, a lo que el niño sólo pudo responder: Mamá ¡ Qué bonita es la
vejez!
Cuando ese momento llegue,
después de haber acabado las tareas, lo mejor que a uno le puede pasar, para no
morir de soledad, es sentirse reconciliado consigo mismo y con los demás en
presencia del Dios Bueno, que alienta la esperanza, sin haber perdido las ganas
de vivir , sin ver nunca apagada la ilusión, que nos permite seguir creyendo en
cada despertar, que el día más hermoso de nuestra vida , está aún por llegar.