El devenir histórico es una de esas realidades en la que
estamos atrapados y de la que no podemos escapar. Todo cambia nada permanece.
El curso de la historia es implacable y
a su paso todo se trasforma y cambiay en
los tiempos que corren esto sucede una
velocidad de vértigo. que
como diría Nietzsche no deja de burlarse del instante presente. Los que
contamos los años por décadas no salimos de nuestro asombro al comparar el ayer
con el hoy y nos preguntamos ¿ Cómo es
posible que en tan poco tiempo las cosas hayan cambiado tanto? y
sobre todo ¿ Cómo las personas podamos sufrir metamorfosis tan profundas
en nuestra forma de ser y de actuar en el marco de una existencia tan corta?
Eso de genio “Genio y figura hasta la sepultura” está muy bien , en cuanto expresión del componente genético –somático, pero la humanización y la personalización es otra cosa. Nacemos hombres
pero el proceso de humanización es cuestión de cada cual en que el escenario donde nos movemos y la atmosfera
que respiramos juegan un papel importante.
Con razón se ha dicho que cada
individuo es hijo de su época y de la
sociedad en la que le ha tocado vivir. Lo que quiere decir que el entorno que
nos rodea puede ser definitivo a la hora
de ir configurando nuestra propia personalidad.
Esto nadie lo pone en duda.
Innecesario es decir que
el modelo humanístico de Egipto, la antigua Grecia o Roma
fue bastante distinto al del Medioevo y éste a su vez diferente al encarnado por los hombres del Renacimiento
y aún más por los de la Ilustración. A pesar de todo se
podía seguir hablando de unas referencias universales, suceptibles de ser convalidas por unos y por
otros, permaneciendo en pie las reglas de juego, sin necesidad de romper la
baraja. Es decir el paso de una época a otra se producía dentro de un cierto
continuismo pero ahora ya no se puede decir
lo mismo. La posmodernidad ha supuesto un ruptura con la modernidad en toda
regla en un tiempo record que aún lo es
mucho más si nos referimos a España donde de la noche a la mañana hemos podido
ver como todo daba un vuelco , hasta el punto de que una misma persona, no voy a decir viejo sino de avanzada edad
tiene la impresión de haber vivido dos vidas muy distintas que en poco se
parecen la una a la otra y también de
haber conocido a personas que con el paso del tiempo han ido cambiando de perfil.
Después de 30 o 40
años te vuelves ha encontrar con
aquellos amigos o personas con las que habías tenido un trato intenso y
te resultan totalmente irreconoscibles
por dentro. Pedro, aquel compañero
universitario riguroso en sus razonamientos empeñado en la búsqueda de la
verdad porque creía que ésta existía y era posible encontrarla, ahora se ha
vuelto escéptico y todo lo cuestiona. Mari Carmen , aquella muchacha recatada y
pudorosa que se mostraba femenina hasta en la forma de andar , se ha vuelto
desvergonzada y descarada, habla como un carretero, defiende el amor libre y se ha convertido en abanderada de la
ideología de género. Santiago el asiduo
asistente a los Cursillos de Cristiandad que decía tener más fe que S.
Pablo ha acabado por crearse un tipo de
religión a su medida sincrética y tan disparatada que ni el mismo sabe por donde cogerla.
Juanjo el antiguo camarada del Frente de
Juventudes que sentía hasta los tuétanos
la pasión por España hasta llegar a
hacer del patriotismo la razón de su
vida, ahora no le hables de comprometerse y mover un dedo por su patria que
pasa por sus horas bajas. Goyo con
madera de líder a quien todos respetaban
por su rectitud moral y sentido de la responsabilidad, se ha vuelto groseramente pragmático y no
deja de repetir que lo importante en la vida de cada cual es encontrarse en el lugar adecuado en el
momento justo. Ahora la duda que me
queda es si los demás puedan decir de mi lo mismo que yo pienso de
ellos.
El vendaval de la posmodernidad ha levando una enorme tolvanera y el polvo del
camino ha ido impregnando nuestro ser.
Una y mil veces tendremos que seguir preguntándonos ¿ Cómo ha sucedido todo
esto y por qué ha tenido que ser así? Para empezar hay que decir que no ha
habido violencia ni opresión, las cosas han ido sucediendo de forma espontanea
y natural en el marco de un ambiente desenfada que nos remite a Mayo del 68 en
que los estudiantes de la Soborna fueron los protagonistas de un movimiento
contracultural de dificil identificación con un claro componente subversivo
axiológico que sin tener gran repercusión política se ha convertido en el mito simbólico de una época
que representa la última gran revolución
romántica de gran calado en el ámbito socio – cultural.
En realidad el proyecto de la modernidad había tocado fondo en
la primera mitad del siglo XX y daba muestras de agotamiento . Una crisis
generalizada en todos los órdenes lo ponía de manifiesto. La sospecha había
abierto una gran brecha en la racionalidad , la moral y la religión que eran
los grandes pilares en los que sostenía Occidente. Hoy día esto lo podemos apreciar con claridad
meridiana. Efectivamente se había
llegado a una excesiva racionalización
que alimentaban expectativas desproporcionadas que con el paso del tiempo acabarían en una estrepitosa decepción. El
optimismo racionalista sin límites había hecho creer que todo el campo era
orégano y que de la razón se podía esperar todo, hasta que la
cruda realidad sobre todo tras la experiencia de la segunda guerra mundial
despertó a los hombres y mujeres de su sueño romántico y pudieron comprobar que ni todo lo racional es real, ni
todo lo real es racional. No deja de ser un gran acierto por parte del hombre
de la posmodernidad el darse de un racionalismo tan radicalizado y tratar de
reivindicar el afecto frente a la pura
racionalidad ; pero cometió la torpeza
de tratar de corregir los excesos racionalistas con otros excesos aín peores aplicando
la ley pendular y este fue el error que
tuvo como consecuencia convertir a la
diosa r en una vieja embustera cuando en realidad lo deseable hubiera sido dejar las cosas en un
término medio
Huerfanos ya de la razón solo quedaba Dios como último garante de las aspiraciones
humanas pero también sobre Él pesaba la sospecha de deshumanización que le
convertían en un rival y peligroso
enemigo del hombre que comprometía su
libertad y ansias de felicidad
humana. El hombre de la posmodernidad
siempre tuvo muy claro que era necesario
remover los cimientos en que se sustentaba la verdad y el bien para así
tener las manos libres y poder pensar y actuar a su antojo.
Se dio prisa en desconectar los potentes focos capaces de
iluminar hasta los últimos rincones de la realidad la que nos gusta y la que deja de gustarnos y
en su lugar comenzó a hacer uso de una linterna mágica que le permitiera alumbrar selectivamente algunos
sectores de la realidad dejando en penumbra todo lo demás. Desde el primer momento fue consciente de que
sólo se vive una vez volcándose a tope en el instante dejando fuera de pantalla
el pasado y el futuro. Nada de compromisos, nada de temores que pudieran
perturbar el disfrute del instante fugaz
En la época de los Whats app en que
estamos instalados las noticias e informaciones tienen una fecha de
caducidad muy breve . Cada día tenemos que vaciar los archivos de nuestro movil
porque todo pasa muy de prisa y lo de ayer ya no nos sirve . Nos falta tiempo para
la reflexión tranquila y serena y cada vez nos cuesta mas el cálido encuentro
con nosotros mismos y con los demás. Triste es supeditarlo todo a las satisfacciones
de un día, pero más triste es si cabe que no se pueda argumentar en contra de
este inmenso disparate porque previamente han quedada desactivadas todos los
mecanismos de persuasión por via racional ya que todo incluso el absurdo y lo irracional es completamente defendible
después de que se haya borrado la line de demarcación que separa la verdad del
error.