Hombre y mujeres están llamados a entenderse dentro de un mundo globalizado igual para todos. Dado que no puede haber dos mundos por separado, uno para mujeres y otro para hombres, va a ser de todo punto necesario aprender a convivir, sabiendo conjugar las cualidades de cada cual, como sucede en las buenas familias, donde la rectitud del padre tiene que estar atemperada por el afecto de la madre. El padre está ahí para animar al hijo a asumir el riesgo de escalar la montaña, mientras la madre le advierte afectuosamente que tenga cuidado de no tropezar y hacerse daño. Después de muchos siglos de orfandad , el mundo se ha merecido tener junto al padre, una madre también, la necesita. Un mundo al que le falte el polo femenino, no dejará de ser un mundo desequilibrado y empobrecido, en cambio un mundo bipolarizado sería, sin duda, mucho más habitable y sobre todo más equitativo, teniendo en cuenta que la mitad de las personas que le habitan son mujeres y ellas tienen derecho a gobernar un mundo que también es el suyo, y a compartir un justo protagonismo con el hombre
Si esto es así ¿ por qué no acaba
de perfilarse un mundo con la dosis de feminidad que le corresponde? Dando por
cierto que existen fuerzas interesadas en que el mundo siga siendo lo que
siempre fue, parte de responsabilidad la tienen también las mujeres
trasgresoras de la feminidad, que
intoxicadas por la ideología de género, no sienten ninguna necesidad de cambiar
el mundo, son las que identifican lo
viril con valioso y lo feminidad con lo débil y lo inferior, siendo su única
aspiración la de llegar a ser super-
woman ejecutivas, no importándoles nada, si el mundo en que viven está
masculinizado o no, ni siquiera se lo cuestionan, porque su obsesión es el éxito personal, es triunfar en la vida a
costa de lo que sea.
Es
verdad que la mujer ha ido copando puestos relevantes en la política, que las damas
están presentes en los gobiernos y en los parlamentos. Pero cabe preguntar ¿ Es todo una farsa? . “ Cada jeque , dice
Victoria Sendón se rodea de sus chicas y elige a las menos molestas, a
las más sumisas, a las que no le van a
robar protagonismo, como mucho a las que le darán más votos”. Pero aún así, se da el
caso en que el jeque es la propia mujer.
¿ Qué
sucede entonces?.... Mucho me te temo
que si esta pregunta se la hubiéramos
hecho, tanto a
Naturalmente
que para alcanzar este sueño tendrían que ocurrir muchas cosas. Previo a todo
sería indispensable acabar con los prejuicios sexistas, pues mientras no se dé el convencimiento de que los valores
femeninos son equiparables a los masculinos poco se podrá hacer. A partir de
aquí, cuando ya nadie dudara de los
valores femeninos y todas las mujeres se sintieran orgullosas de serlo, se
podría pensar en superar las barreras que las tienen divididas y hacer un frente común por encima de
nacionalidades ideologías y partidismos.
Haría falta por último un icono con rostro de mujer, un mito viviente querido y admirado por todas
que encarnara esta conciencia femenina. Naturalmente no estoy pensando en Belén
Esteban, con todos mis respetos para la princesa del pueblo, sino en una mujer
singular dotada de liderazgo y del carisma necesario con capacidad,
prudencia e inteligencia necesarias para
llevar a cabo el proyecto. ¿ Es esto una
utopía? quien sabe….