2025-08-24

242.- En España empieza a amanecer





 Los jóvenes de hoy sin futuro alguno y a quienes se les ha robado toda esperanza, debieran saber que la España de sus abuelos, imbuidos de nobles ideales, fueron unos tiempos marcados por la ilusión y la alegría de vivir, donde olvidada toda rencilla, la existencia transcurría en paz. Orgullosos y enamorados de su Patria, los españoles al unísono trabajaron para hacer de ella Una, Grande y Libre. Fue la España de Franco que, con el tesón y el esfuerzo de todos los españoles, se hizo acreedora del mayor respeto. Los que en ella vivieron tenían la seguridad de que el trabajo no les iba a faltar, ni tampoco un hogar donde iniciar un proyecto en común. El conocido como “el milagro español” se produjo y en poco tiempo, sobre las ruinas de un solar devastado por la guerra, se pudieron sentar las bases de una nación próspera que llegó a situarse entre las primeras potencias económicas del mudo, pero esto no fue todo, ni siquiera lo más significativo. La Nación Española, después de haber vencido al comunismo opresor, materialista y ateo, se convirtió en referente, luz y faro, para todo occidente.  

 Así hasta que vinieron unos iluminados revanchistas, cegados por el odio y la venganza, dispuestos a meter la piqueta y derribar todo lo que tanto esfuerzo había costado y lo que parecía imposible, desgraciadamente se hizo realidad, no sin la colaboración de los cobardes y traidores, que disfrazaron sus intereses partidistas por un supuesto servicio a España que no fue tal. Después de no más de 50 años, el resultado no ha sido otro que el que todos conocemos. El más triste que pudiera imaginarse.  El valioso tesoro que recibimos de nuestros mayores en herencia fue dilapidado, tergiversada su memoria histórica y profanados los lugares más sagrados, que habían sido erigidos como símbolos de reconciliación. La alevosa intención de quienes vivieron obsesionados por destruir España, al final se vio cumplida de la forma más miserable y canallesca que imaginar se puede.           

Trascurrido medio siglo, queda meridianamente claro que el cambio ha sido un triste y lamentable engaño y que aquellas euforias democráticas no eran más que un fuego de artifició. Después de tantas corruptelas, desmanes, engaños y tomaduras de pelo, perpetrados por los políticos de turno, no debiera quedar nadie que aún creyera en ellos y les prestara apoyo.  Esto mismo es lo que los más jóvenes, un tanto decepcionados, comienzan a poner en cuestión y se preguntan ¿Por qué la ciudadanía no toma una determinación y se planta de una vez por todas, negándose a ser cómplice de un entramado político tan detestable y corrupto? Después de lo visto, uno no sabe qué más tiene que suceder para que el pueblo diga: ¡Basta ya de tanto escarnio!   Muchas han sido las generaciones perdidas, por lo que no deja de ser esperanzador que sean los propios jóvenes quienes se atrevan a dar el primer paso. Esto es lo que al menos, nos revelan las encuestas, según las cuales el desencanto político entre los jóvenes es un hecho palpable, su desconfianza en las instituciones, en los partidos y en la casta política es manifiesta, al tiempo que su desafección por la democracia les empuja a buscar otras alternativas.  Uno de los motivos de esta desafección, según el doctor Agustín Blanco, profesor de Sociología de la Universidad Pontificia Comillas, es que los jóvenes entienden que la política se ha convertido en una confrontación partidista, olvidándose del bien común, manifiestan así mismo que «La precariedad creciente, la inestabilidad y la tremenda incertidumbre que sufren los jóvenes, unida al coste inasumible de la vivienda, hacen que muchos piensen que la política no sirve para nada». Si a todo esto unimos el clima generalizado de corrupción, que se extiende por el arco parlamentario, comprenderemos que el amargo sabor de la decepción sea cada vez más habitual entre la juventud.

¿Qué ha pasado, que está pasando para haber llegado a semejante situación? ¿Dónde está el origen de tanto desmán? Pensando en los jóvenes voy a tratar de hacer algunas reflexiones que pudieran resultar útiles.

 

Digamos de entrada que, los sistemas políticos en los que se incluye la democracia, no son fin en sí mismos, son tan solo medios e instrumentos, que pueden resultar eficaces en orden al ordenamiento político; en realidad la democracia viene a ser un formulismo jurídico político y es así como debiera entenderse. El error ha estado en anteponer este formulismo a todo tipo de consideraciones, convirtiéndole en algo absoluto y sagrado, de modo y manera que si te comportas de forma democrática no necesitas ya nada más, porque se supone que has sido respetuoso con el estado de derecho, que es lo que en definitiva cuenta. Si esto fuera así, entonces ¿qué pasa con la moralidad?  Pues que ha quedado relegada al ámbito de lo privado, sin que sea tenida en cuenta en todo lo que hace referencia a la “res publica”.  Así las cosas, podemos encontrarnos con un perfecto demócrata, que a la vez es un sinvergüenza y corrupto. A regañadientes, la ciudadanía ha ido tolerando los numerosos casos de escándalos e injusticias, limitándose a decir que todos los políticos son iguales, por lo que las corruptelas en política resultan ser algo inevitable y esto es precisamente por lo que muchos jóvenes no están dispuestos a tragar y no les falta razón.

 

  Por lo que se ve, a los jóvenes de hoy no les cabe en la cabeza tanto conformismo y pasividad frente a los desmanes políticos, pero todo tiene su explicación.  Es innegable que el sistema democrático es un plan ideado para articular las distintas opciones, provenientes de los gobernantes, gobernados, instituciones o medios de comunicación. Los partidos políticos podrán odiarse a muerte, pero en lo tocante a preservar el sistema no hay ningún tipo de fisura entre ellos, todos a una le defenderán con uñas y dientes, conscientes de lo que en ello se juegan. A tal fin han ideado una estrategia eficacísima, que garantiza la continuidad temporal del sistema, que consiste en un plan de alternancia. Como es sabido, el tiempo acaba desgastando a los gobiernos, pero no importa, en la democracia siempre habrá otro de repuesto esperando la ocasión. Se cambia uno por otro y aquí no ha pasado nada. Quítate tú para ponerme yo y a empezar de nuevo, de modo que se puede estar eternamente dando vueltas a la noria, para volver al mismo punto de partida. ¡Genial!

 En cuanto a los gobernados, viene a ser parecido, aunque algo más complejo. Los votantes, pasado un tiempo, digamos 4, 6, 8 años, lo olvidan y lo perdonan todo, para volver a elegir a los mismos que en la legislatura anterior les defraudaron. Nunca escarmientan.  Es suficiente con que los rostros cambien, para caer en la misma trampa de siempre. Con lo fácil que es darse cuenta de que se trata de los mismos perros con distintos collares. Sería pues el momento de recordar aquel proverbio árabe que dice: “Si te engañan una vez la culpa será del otro, pero si continuamente te están engañando, la culpa será tuya, por dejarte engañar”.       

  Por si fuera poco, se parte del convencimiento generalizado de que hay que seguir votando, porque no hay otra alternativa mejor, aunque como todos sabemos, se vota más con el corazón que con la cabeza y ello explica muchas cosas. Aparte de esto, está la presión social. Ha de tenerse en cuenta que, en la sociedad en que vivimos, pasar por demócrata lo es todo y si no es así puedes verte afectado  en tu reputación, incluso poner en peligro tu puesto de trabajo, y si no que se lo pregunten a algunos periodistas. Por esta razón la gente procura no ir contracorriente y cuida los gestos para que los demás les tomen por unos demócratas de toda la vida y no les confundan con unos “proscritos fachas”.  

  Esta es la anti -España que ha apostatado de los valores más típicamente hispanos, es bien distinta de la España que heredamos. A veces me pregunto ¿Qué se puede hacer con los despojos de nuestra Madre Patria?  Si al menos pudieran ponerse a salvo en un cofre sagrado, inaccesible a las manos profanadoras, me daría por satisfecho. Me contentaré pensando que su espíritu permanecerá para siempre inaccesible a toda felonía. Que esto es la expresión de un sentimiento nostálgico, lo sé, pero uno es como es. También sé que en política nada hay para siempre, por eso tengo la esperanza de que en España vuelva a reír “la primavera” y a resurgir el aliento patriótico sin revanchismos, sin odios, sin tensiones.  El hecho de que la juventud española está despertando no es una conjetura, es una certeza, acreditada por los estudios realizados. Los jóvenes, esperanza del mañana, comienzan a estar convencidos de que el cambio de farsantes no sirve de nada, si no va acompañado también del cambio de “farsa”. Ésta es la gran novedad que nos permite pensar que en España empieza a amanecer y que bajo sus cielos limpios volverán a hondear las banderas al paso alegre de la paz y la concordia, aunque aquellas banderas victoriosas, portadas por nuestros héroes y mártires, que llevaban prendidas cinco rosas, ésas no volverán; pertenecen ya al patrimonio de la historia y así será por los siglos de los siglos pese a quien pese.     

244.-Tenemos la obligación de defender nuestra civilización cristiana.

  Si en algo estamos todos de acuerdo es que la fe y los valores cristianos son la base de la civilización occidental. Renunciar a ellos ser...