El Informe Pisa ha puesto
de manifiesto que en España la educación es un verdadero desastre y que anda
por los suelos, pero lo sorprendente del caso es que la noticia haya producido
tanto revuelo social, cuando se trata de una realidad cantada y para lo único
que ha servido dicho informe ha sido para confirmar lo que ya se sabía. Aún disponiendo de recursos económicos suficientes, España,
desde hace años, viene registrando los mayores índices de fracaso escolar,
figurando sistemáticamente a la cola de la OCDE
Sí, la escuela española
hace tiempo que está en ruinas y, se mire por donde se mire, es una vergüenza,
como lo es en general toda la nación. Puestos a buscar causas de tal situación,
podíamos encontrar muchas, pero vamos a poner el foco en el sistema educativo
que venimos padeciendo, desde la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación)
de 1985, de factura netamente socialista, inspirada en el universal
igualitarismo. Una mala ley de Educación hecha por políticos y no por pedagogos, en la
que, renunciando a las exigencias de un
elevado nivel cultural, olvidándose también de los valores como el sacrificio, el esfuerzo y el afán de
superación, queda todo subordinado a la consecución de un ramplón propósito de
igualar a todos por abajo y llenarse la
boca de que todos los niños y
adolescentes españoles habían quedado escolarizados, sin reparar siquiera que
una cosa es la escolarización y otra cosa es la instrucción y el aprendizaje,
sin que una cosa lleve consigo la otra.
A partir de aquí, los
centros educativos en general fueron dejando de ser un lugar de encuentro con
la cultura, para convertirse en aparcamientos de niños y adolescentes, sin
ninguna motivación cultural. Venían a la escuela porque se les obligaba y se
les obligaba para camuflar el paro juvenil y evitar que estuvieran en la calle
ociosos, tirando piedras a las farolas, con el consiguiente riesgo social. Recuerdo que, hablando confidencialmente con
uno de mis alumnos de filosofía, le solté a bocajarro la pregunta de por qué
venía a clase y simplemente se limito a decirme; pues mire, “Profe”, porque
aquí se está muy calentito. Ciertamente, en guarderías de niños y
adolescentes es en lo que han quedado convertido los Centros de Enseñanza en
España, donde prácticamente se disfruta del aprobado general y no tener que
repetir curso. De aquellos barros estos lodos.
Con el tiempo la cosa ha
ido empeorando, sobre todo por lo que al aspecto formación de la persona se
refiere, que es otra de las dimensiones educativas que hay que tener en cuenta. En este sentido no disponemos de
Informe Pisa, pero mucho me temo que si conociéramos la realidad educativa española
en el aspecto formativo, nos llevaríamos las manos a la cabeza.
Por si fuera poco, con la
LODE del Sr. J. María Maravall, por
aquel entonces ministro de Educación, vino a rematar la faena el Sr. Rodríguez
Zapatero, con la Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006, sacándose de la manga
la famosa asignatura “Educación para la Ciudadanía”, que no viene a ser otra
cosa sino un arma del Estado para llevar a cabo su adoctrinamiento ideológico,
por más que se empeñen los políticos en vendérnosla como una asignatura pensada
para la maduración de la persona. Detengámonos un momento en analizarla y
saldremos de dudas. Desde el laicismo se
trata de imponer un concepto de familia, se fijan los criterios para valorar la
homosexualidad, se dogmatiza sobre la ideología de género, se exclusiviza a la
democracia como forma moralmente viable de la convivencia política, se
identifica desigualdad con discriminación ¿Es esto formar o adoctrinar? Por mucho que alguien, desde el Ministerio
de Educación, haya soltado el enorme
disparate de que los hijos no pertenecen a los padres, seguirá siendo
injustificable de todo punto de vista que, a los niñitos y niñitas que están
despertando a la vida, se les sexualice y se les inicie en prácticas peligrosas,
sin que los padres tengan noticia de ello.
Mientras a los escolares
se los adoctrina a los profesores se
les amordaza poniendo en cuestión la libertad de catedra. La ley de memoria histórica del Sr. Zapatero
y posteriormente la ley de memoria democrática de Pedro Sánchez deja a los profesores a las patas de los
callados, viéndose obligados a tener que
repetir al dictado, la historia de España escrita desde el Boletín Oficial del
Estado, a la cual hay que atenerse por imperativo legal, si no quieres verte
metido en un lío. De unos centros educativos tan politizados,
lógicamente no cabía esperar otros resultados que no fueran los que se
desprende del Informe Pisa.