2022-07-28

183.- "El Día de los Abuelos” nos invita a reflexionar sobre su dolorosa situación.


 


El día 26 de Julio está dedicado a los abuelos, coincidiendo con la festividad de S. Joaquín y Sta. Ana, abuelos a su vez de Ntro. Señor Jesucristo. No me parece mal esta idea, como tampoco me parece mal que se celebren congresos para mejorar la situación de este colectivo, que cada vez va a más y está adquiriendo una mayor relevancia; aún con todo me parece insuficiente lo que se ha hecho y se está haciendo a favor de estas personas honorables, que gracias a su trabajo, honestidad  y sacrificio, fue trasmitido un legado espiritual y material que no hemos sabido reconocer convenientemente. No digo yo que los ancianos en general se encuentren hoy en peores condiciones que los de ayer, pero esto no quita para que sigamos sintiéndonos profundamente insatisfechos.

 

Hay sobradas razones para poder seguir hablando del mal trato dispensado a este colectivo o cuando menos existe una falta de reconocimiento por su excelente labor, no ya solo en el pasado sino en el tiempo actual, pues gracias a ellos muchas familias están sobreviviendo a las crisis económicas y de otro tipo. Los abuelos están haciendo de colchón y paño de lágrimas ante tanta desgracia que nos azota despiadadamente. Son ellos también los que en su gran mayoría se han hecho cargo de los críos pequeños, para que sus respectivos padres puedan trabajar y sacar adelante la complicada situación familiar. ¿Qué abuelos hay hoy en día que no hayan arrimado el hombro en este sentido? Ya sabemos, ellos nunca van a fallar, pero si un día se decidieran a hacer huelga generalizada, los países como España quedarían paralizados, creando más de un problema social y poniendo en jaque al gobierno de turno.

 

Si para algo debiera servir la conmemoración de este día de los abuelos, que hoy celebramos, es precisamente para que los organismos competentes tomaran conciencia de que es urgente mejorar el trato dispensado a este colectivo, que se ve en la necesidad de hacer frente a unas situaciones graves de salud, de economía y sobre todo de desamparo afectivo y de soledad. El abandono en que viven muchos de los ancianos es una lacra político-social que es necesario corregir. Las pocas e insuficientes atenciones que en este orden de cosas se les dispensa, están llegando por parte de los voluntariados y de las ONG. Es evidente que a los abuelos y a las abuelas ya no se les respeta, ni se les honra, ni se les venera, ni viven rodeados de cariño como antes, cuando en la familia tradicional eran tenidos como patriarcas, ahora no, ahora en cambio son tenidos como trastos viejos, que entorpecen el ritmo cotidiano de la vida familiar. Las exigencias de los tiempos modernos, con sus prisas y pérdida del arraigo familiar, están obligando a los abuelos a desligarse del entorno familiar, para pasar sus últimos días en una residencia entre personas extrañas. Consciente de esta realidad, no hace mucho tiempo que el papa Francisco pronunciaba estas sentidas palabras: "Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos”.

 

 No deja de ser acertado ese juicio, según el cual, “el grado de civilización de una sociedad se mide por el trato dispensado a sus mayores y yo añadiría que también es un signo indicativo de la calidad de los gobiernos y demás organismos internacionales competentes, como puede ser la Organización Mundial de la Salud.  No se trata ya solo de lograr la longevidad de las personas, sino que hay que procurar que no se pierda calidad de vida a medida que se van cumpliendo años.  En este sentido es poco lo que se está haciendo. Seguimos inmersos en la cultura del descarte, sin que los gobiernos hagan gran cosa por poner fin a esta dolorosa situación. Hay aversión por todo lo antiguo y se detesta ser viejo. Lo que hoy se lleva es ser joven y productivo y si no es así, ya no tienes cabida en esta sociedad que nosotros mismos hemos prefabricado. Los viejos han quedado encorsetados en unos estereotipos, que son tan injustos como falsos. Hemos decidido por decreto ley, que llegada cierta edad debían jubilarse porque ya no servían para nada. Este prejuicio unido a tantos otros, ha hecho que en un jubilado no acertemos a ver más que un edificio en ruinas. Los gobiernos deberían ser conscientes de esta realidad, sintiéndose obligados a emprender las acciones políticas que fueran necesarias a favor de las personas mayores, pero la realidad es que unos y otros solo se acuerdan de ellos a la hora de votar.

 

Cuando esta situación de abandono se produce, la persona afectada comienza a sentir el vacío a su alrededor, siente la marginación en el entorno social e incluso se ve desplazado dentro de su propio hogar y lo peor del caso es que estos falsos prejuicios sobre la vejez, tan generalizados en la población, han llegado a ser  aceptados y creídos por los propios interesados, con lo cual se ha producido automáticamente un notable descenso en su personal autoestima, llegando a pensar que cuando se llega a determinada edad uno ya no es nadie y no vale para nada. Así de simple es la cuestión y no más complicada debiera ser la solución, siempre y cuando hubiera auténtica voluntad política de acabar con esta situación tan dramática.    

 

Desde hace tiempo  se viene hablando del “envejecimiento activo”, que para mí supone la clave de esta embarazosa realidad. Hay que crear un nuevo paradigma, en el que se muestre con nitidez que todas las personas pueden resultar útiles, independientemente de la edad que se tenga. Es verdad que con los años se va perdiendo vigor, agilidad y fuerza, pero como bien dijera Baltasar Gracián, se va ganando en sabiduría, prudencia y buen juicio. Sería imperdonable no saber aprovechar las virtualidades inherentes a las personas de edad, que tanto podrían contribuir al bienestar general, por cuya razón su incorporación a la vida social es una urgencia que debiera ser bien recibida por todos y de forma especial por los componentes de la clase política. Estamos necesitando un mundo de todos y para todos, en el que también los viejos tengan sus espacios propios. Hacen falta iniciativas políticas encaminadas a promover el “envejecimiento activo”, que permita a las personas mayores seguir desarrollándose plenamente, de acuerdo con sus posibilidades y preferencias; hará falta también imaginación para estimular a personas que tienen como su principal enemigo la pasividad y la desgana. 

 

En cualquier caso las personas mayores han de ser las primeras en romper con la idea de que la jubilación es el final de la  inter-relación social. Cuando unas puertas se cierran hay otras que se abren y en todo momento podemos encontrar en el amor que damos y que recibimos, la razón de un hermoso proyecto. Nunca es tarde para comprometerse en una nueva aventura. Este es el reto esperanzado que tenemos por delante las personas mayores.  Mientras estemos vivos “el todavía” existe para nosotros.

La vejez, en palabras de Nietzsche, puede ser el momento justo para poder vivir la vida de manera más plena y consciente.  Queda mucho por hacer después de haber vivido muchos años.  Nadie puede saber si el día más hermoso está aún por llegar.  Quien ha vivido luchando no puede rendirse al final, ha de continuar siendo fiel a sí mismo y éste será su triunfo.  Mario Benedetti nos dejo estas hermosas palabras para que las tuviéramos en cuenta: “No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento”  

 

La madura senectud es tiempo de permanecer activo, ya que cuando se nos van acabando los límites del mundo exterior aparece ante nuestra mirada el mundo interior, que nos ofrece nuevas oportunidades, que cada cual ha de saber interpretar según su personal condición.  Es en esto precisamente, en la profundización interior, donde se encuentra la tarea más auténtica de la tercera edad. Encontrarnos con nosotros mismos es el mejor camino para poder vivir activa e intensamente.

¿Quién lo duda? La superación en cualquier orden de la vida ha de seguir siendo un reto mientras nos sintamos vivos, por eso  la madura senectud merece la pena ser vivida y si nos adentramos en los horizontes de la trascendencia, mucho más.

 

182.- El espíritu del 18 de Julio evocador de España Una, Grande, Libre y Católica

 


El 18 de Julio de 1936 es una fecha proscrita, tanto por el socialismo revanchista como por el Partido Popular, cobarde y acomplejado.  Éste fue el día en que tuvo lugar la proclamación de lo que más tarde habría de ser conocido como el “glorioso Alzamiento cívico-militar” o como “la gran Cruzada de los tiempos modernos” y que posteriormente los antifranquistas le dieron la vuelta para rebautizarlo como “golpe de estado militar”. No deja de ser un sarcasmo que el tratar de poner fin a un desorden  y caos generalizados, en una España aterrorizada, ardiendo por los cuatros costados y surcada por regueros de sangre vertida por victimas inocentes, se le pueda denominar así. Precisamente, en la madrugada del 13 de julio de este mismo año, había tenido lugar el asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición, a manos de la guardia de asalto y posiblemente José Mª Gil Robles hubiera corrido la misma suerte, de haber pernoctado en casa esa misma noche. Seamos mínimamente sensatos y llamemos a las cosas por su nombre. El pronunciamiento del 18 de Julio del Año 1936 responde a un movimiento de liberación nacional, que evitó  lo que pudo ser un genocidio inimaginable si no se llega a actuar a tiempo y además se hubiera puesto en riesgo la seguridad nacional, no solamente de España sino también del resto de los países europeos. Ésta es la pura verdad.
     

                   El tiempo ha ido pasando y sin embargo, la memoria de este ya lejano 18 julio permanece, a pesar  de las intenciones aviesas por borrarlo del calendario; ahí sigue presente en la memoria de los españoles,  aunque solo  sea porque su Excelencia el Jefe del Estado Español, Francisco Franco en conmemoración de esta efemérides, sacó un decreto por el que todos los trabajadores  habrían de percibir un paga extraordinaria que venía y sigue viniendo muy bien a todas las economías domésticas, incluso a la de los antifranquistas, de  quienes, por cierto, no conozco a ninguno que la haya hecho ascos o que haya renunciado a la misma, aún a sabiendas de donde procede.     

 El 18 de julio, aparte de ser una fecha memorable, representa mucho más en la historia de nuestra nación, significa el símbolo de un gran proyecto nacional, donde se encarnan las esencias de un pueblo centenario, por cuya razón hay que seguir hablando del espíritu del 18 de Julio. Las personas mueren, las épocas históricas pasan, los sistemas políticos desaparecen, las ideologías cambian de signo,   solo el espíritu  de las naciones, que alentó los más nobles ideales no se extingue nunca y permanecerá para siempre. España parecerá que está muerta, pero solo esta dormida y un día despertará. Después de más de cuarenta años de acoso, derribo y persecución, a las identidades nacionales. Después de más de 40 años vertiendo falsedades y mentiras sobre el caudillaje y la persona de Franco, tan maltratada, injuriada y calumniada, su recuerdo emocionado permanece intacto en el corazón de muchos españoles de bien; por algo será… Nada hay que temer. El juicio de Zapatero y  de Pedro Sánchez no valen nada,  al final será la historia y sobre todo el tribunal divino quienes dicten sentencia y todos podrán saber de qué parte estuvieron los verdugos y de que parte estuvieron las víctimas inocentes y los mártires que siguen clamando justicia, pero sobre todo perdón incluso para aquellos que no saben lo que esta palabra significa.  

Una vez que nos hayamos librado de la presión propagandística, tanto de políticos como de losmedios de comunicación, que tienen confundidos a gran parte de la ciudadanía, yo creo que la historia acabará haciendo justicia y poniendo a cada cual en el puesto que le corresponde. Después de que toda esta desgracia presente haya pasado, que sin duda tarde o temprano pasará, las jóvenes generaciones podrán ver en el Caudillo al salvador de España en tiempos turbulentos, que juntamente con el pueblo leal y  consciente de su responsabilidad histórica, no se resignaron a morir, ni a ser víctimas de la bestia feroz del comunismo, que nos hubiera condenado a  compartir un miserable destino  con Albania, Hungría, Checoslovaquia y demás satélites soviéticos. No solamente esto, podrán descubrir también la grandeza y prosperidad de una nación que, durante el caudillaje de Franco y gracias al esfuerzo, el tesón y la honestidad de un pueblo, llegó a ser  de las primeras potencias económicas mundiales, adelantada en educación con la implantación de L.E.G que hizo posible en España la enseñanza gratuita obligatoria hasta los 14 años. Su notable desarrollo hizo que se hablara del milagro español y fuera de sus fronteras supo ganarse el respeto, hasta el punto de ser considerada como la reserva espiritual de Europa y la conciencia moral y religiosa de Occidente.

Mirándolo desapasionadamente, es de justicia reconocer que el espíritu del 18 de julio quedó bien plasmado en las Leyes Fundamentales del Movimiento, inspiradas a su vez en el magisterio de la Iglesia, siendo capaces de inyectar nueva savia a nuestra querida España, devolviéndole aquellas esencias nacionales, que por tradición e historia le correspondían. Desgraciadamente, ni siquiera esto ha sido motivo de orgullo para una importante facción de la iglesia española, que al tiempo que sostienen que España no se entiende sin el catolicismo, se avergüenzan de lo que ellos denominan despectivamente “Nacionalcatolicismo” ¿En qué quedamos?... Desde el cardenal Tarancón hasta nuestros días da la impresión de cierta desafección hacia la persona que les libró del exterminio, como si les molestara la acendrada catolicidad de un dirigente que, a la hora de la verdad y poco antes de morir, confesara con orgullo su condición de  cristiano y se declarara humilde miembro perteneciente a la Iglesia Católica, en cuyo seno siempre quiso vivir y morir, a pesar de todos los pesares. Uno puede entender que “los sin Dios” consideren como adversario a un defensor a ultranza del catolicismo, pero que por tal le tengan sus hermanos de religión, cuesta mucho entenderlo. Dios juzgará.   

Al trasluz del espíritu del 18 de julio que hoy celebramos, se puede apreciar con claridad esa falacia tan manida de las dos Españas, que tan poderosamente ha influido en el ánimo de los españoles, sembrando una enorme confusión. Se nos ha querido hacer ver que existen dos Españas contrapuestas, pero ello no es posible porque España no hay más que una. La nación española es la que es, la que le corresponde ser por tradición, por historia, por valores, por creencias religiosas, incluso por naturaleza metafísica; en cambio esa otra España que se nos presenta como negación de la anterior, no es otra cosa que la anti- España. Podemos hablar así, apoyándonos en los primeros principios del orden gnoseológico, tanto el de identidad, que nos asegura que una cosa es idéntica a sí misma y el principio de no contradicción, según el cual “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo respecto”. Esto debiera quedar claro.

Algo bien distinta, es la visión que cada uno pueda tener de la nación, denominada por muchos “Este País”.  En esto cada cual es libre de pensar lo que crea conveniente, siempre y cuando sea consciente de que  el término “España” queda reservado para un modelo determinado y bien definido de nación, que a través de los siglos se ha ido configurando y llenando de contenido.  Lo mismo  cabe decir  en referencia a la españolidad , cada cual es muy libre de asumirla o no,  pero eso sí, sabiendo que el orgullo de sentirse español  es un honroso título que hay que merecer, lo que comporta unos compromisos y responsabilidades que hay que saber asumir. En pocas palabras, cada uno es muy libre para elegir la nación que le gusta, aún así  es obligado  reconocer que cuando España deja de ser España para convertirse en “ Este País” se produce una regresión que nos hace recordar  lo  sucedido en la Segunda Republica, pero lo peor de todo es que existen serias dudas de que desde el inicio de la transición se haya gobernado con la rectitud de intención debida, tratando de conservar y mejorar  todo lo bueno que recibimos en herencia que fue mucho; por el contrario, todo parece indicar que hubo un pacto, al menos implícito, entre todas las fuerzas políticas, que tenía como objetivo principal acabar con el espíritu del 18 de julio al precio que fuera. Ya podía tratarse de lo mejor del mundo y lo más beneficioso para la nación,  porque la mera sospecha de tufillo franquista era ya motivo suficiente como para  desestimarlo. Recientemente se han podido escuchar expresiones que hablan de dinamitar el Valle de los Caídos  y los pantanos, porque eran obras de Franco. ¿Acaso la Ley de Mentira Histórica no va también en esa misma dirección? Nada más lejos de mi intención que sembrar la discordia entre los españoles, lo que si que digo es que hay ciertos comportamientos ruines y deleznables, auténticas canalladas intolerables, por más que vayan disfrazadas con el ropaje de la legalidad.      

 

181.- El trashumanismo inicia su andadura en España con la Ley" Trans"

 


Alguien, acertadamente, dijo que el mayor peligro del hombre es el propio hombre. Desde hace tiempo se viene hablando de que nuestro mundo puede sufrir las consecuencias funestas de una mala administración por parte de los gobernantes. Dos serían, las principales amenazas ante las que nos encontramos: La amenaza de una guerra nuclear por una parte y por otra, la contaminación de nuestro planeta hasta el punto de hacerlo inhabitable.  Ambas son posibilidades reales que están ahí y que desgraciadamente cobran mayor actualidad a medida que el tiempo va pasando, si bien el sentido providencialista de la historia me permite ser esperanzado.

Qué duda cabe de que este asunto en cuestión es de trascendental importancia y que merece toda nuestra atención, pero no es éste el tema precisamente, que me gustaría tratar hoy  sino otro con  el que guarda una estrecha relación. Me refiero al proyecto transhumanista, que ha venido a revolucionar todas las expectativas en orden a la condición humana y aspira a sustituir tanto al teocentrismo como al antropocentrismo, para imponer el genocentrismo o robocentrismoConviene estar alerta   con este nuevo movimiento que se expande por Europa con rapidez. 

Con la llegada del transhumanismo todo está cambiando, asistimos a una revolución cosmogónica sin precedentes en la historia. Se trata de imponer un materialismo mecanicista, montado sobre la base de una supremacía tecnológica, que está sirviendo de escenario a una representación muy singular del género humano.  Comienza a expandirse la idea  de que por encima de nuestro suelo no existe ningún Motor Inmóvil, origen del movimiento universal, ni tampoco una inteligencia superior que dé razón de la armonía reinante en el universo entero, nada de esto es necesario ya, puesto que se piensa que desde el azar puede  explicarlo todo y lo que hasta ahora se ha venido llamando naturaleza  no es más que un oscuro fatalismo o simplemente mera casualidad. De modo que la especie humana en su conjunto es el resultado de un juego de dados, no más que un momento pasajero y no definitivo, de un proceso evolutivo  que continua su curso, en el que el hombre se nos muestra como un viandante que puede cambiar  de  aspecto y fisonomía, tal y  como corresponde a un sujeto que  siempre  está por hacer sin que nunca se pueda decir  que esté hecho del todo.

 Se nos viene a recordar que no  nos encontramos en  el último eslabón de la cadena evolutiva, sino en un estadio bastante imperfecto, plagado de limitaciones, tanto  por lo que respecta a las capacidades físicas como mentales, donde a cada paso nos acechan las azarosas situaciones conflictivas, las desgracias, la infelicidad, las enfermedades, los dolores, la muerte y un largo etc., que puede ser superado  con la ayuda de la ciencia y la tecnología. Ya  por la década de los 60, el existencialismo sartreano nos sorprendía diciendo que la existencia precede a la esencia, que  es tanto como decir que,  cada uno de nosotros hemos sido arrojados a la existencia para qué nos busquemos la vida como buenamente podamos y así vayamos moldeando  nuestro propio ser, a través de una libertad personal sin ningún tipo de cortapisas.

  Naturalmente que, si partimos del supuesto de que la naturaleza humana  no es estable, sino transformable con el paso del tiempo, si  damos por bueno que la naturaleza  carece de intencionalidad ético-normativa y que se reduce aun mero hecho material, entonces  nada  va impedir al transhumanismo  sustituir al “homo sapiens” por otro modelo paradigmático, sustancialmente diferente, como puede ser el  “homo excelsior”, lo que  a la larga significaría un cambio de especie en toda regla.   Imagino que a la mayoría  de los mortales  les horroriza oír hablar  de la extinción de la raza humana, no así a los propugnadores del trashumanismo, que están trabajando para que esto ocurra  lo antes posible, con el convencimiento de que la trasmutación de la especie humana por otra distinta traería importantes mejoras de vida, con lo cual  todos saldríamos ganando y es aquí donde está el atractivo-trampa de este movimiento posmoderno, que ha surgido con la intención de satisfacer las aspiraciones humanas y dar cumplida satisfacción a las ansias infinitas  de felicidad que anidan en el corazón de todo ser humano. A los ojos de la antropología transhumanista “el homo sapiens”, durante muchos siglos, ha  venido representando el ultimo y definitivo eslabón de una evolución incontrolada, pero ha llagado el momento  en el que el hombre, ayudado por la razón tecnológica, está en disposición de dirigir  el proceso evolutivo,  de orientarlo y  reconducirlo a otros niveles  superiores, donde podamos disfrutar  y ser felices plenamente, acabando de este modo con todas nuestras penurias, insatisfacciones y ansiedades, incluida la angustia de la propia muerte, colocando la eterna juventud  en el horizonte de los futuros logros  

 La transmutación de la raza humana para muchos puede sonar a utopía,  no lo es en manera alguna  para el transhumanismo, que lo considera como un objetivo al alcance de la mano  y para su satisfacción ha podido ver cómo la mutación o sustitución genética es ya un hecho y cómo también lo es el cambio de sexo, que permite que un hombre se convierta en mujer  y viceversa, todo ello bendecido y amparado por la “Ley Trans”, promovida por Irene Montero, con el descontento de no pocos españoles y que viene a formar parte del mismo disparate cayendo  en extremismos y excesos como sucede con el transhumanismo.  Sin en el menor respeto por la sacralidad de la persona, previo a todo debate y al margen de toda consideración ética o religiosa, se establece el principio de que “cada cual  con su cuerpo y con su vida puede hacer lo que le venga en gana” porque para eso está la libertad morfológica y a partir de aquí se tratan de sacar unas consecuencias interesadas. Lo que sucede es que dicho principio es objetable desde diferentes ópticas; para empezar cabe decir, que nadie es dueño de la vida, sino que se trata de un don prestado que estamos obligados a administrar honestamente; por otra parte, pertenecemos a una sociedad con la que tenemos contraídos unos deberes, que estamos obligados a respetar.

 Lo que si parece probable  es que una vez legalizada la mutación de sexo, al transhumanismo le va ser más fácil abrirse camino ¿Si el genoma humano puede ser trasformado, por qué no va a poder serlo la naturaleza humana?  Cuando menos, la pretensión última  de conseguir que la especie humana pueda llegar a transcenderse a sí misma, después de la “Ley Trans” resulta ser menos utópica. La pregunta ahora es ¿Cómo lograr este sueño esperpéntico?  La respuesta  que se nos da, no podía ser otra que, alojando en nuestro organismo la capacidad de la máquina, en alusión directa  a la inteligencia artificial y así, pronto el “robot sapiens” convertirá al ser humano  en un trasto obsoleto.  Del mismo modo que los transexuales se sienten atrapados en un cuerpo equivocado, también los transhumanistas piensan, disparatadamente, que  los humanos estamos atrapados en cuerpos equivocados  y lo que  procede es echarnos en brazos de la libertad morfológica  y asumir las posibilidades que nos brinda la tecnología.

Los retos de la inteligencia artificial están ahí y el debate sobre este  tema sigue abierto,  sin que sea cosa fácil convencer a los biohackers de que el ciborg (híbrido entre el humano y la máquina) es una pura fantasía. Estamos ante la gran utopía del siglo XXI que nos ofrece  una superlongevidad  y una superfelicidad como señuelo.   Participo de la idea de quienes piensan que el transhumanismo es la pseudo-religión de un falso mesianismo, que nos quiere vender una atractiva mercancía  al grito del humanismo cristiano ha muerto, ¡Viva el trashumanismo!, pero lo cierto es, por mucho que se empeñen, que el inmanentismo materialista nos condena a vivir sin esperanza el resto de nuestros días. En realidad, el transhumanismo no es más que un antihumanismo disfrazad

 

230.-Conclusiones extraíbles de la catástrofe en Valencia.

  La Dana ya se alejó, dejando a su paso un reguero de muerte y desolación. Fue una larga noche de tinieblas, en que la realidad superó con ...