Educación y sociedad están en constante
interacción. La educación influye en la sociedad; pero no es menos cierto que
los cambios sociales van creando nuevas condiciones a las que la educación
tratará de ir adaptándose y ajustándose a las necesidades,
para no quedar desfasada. Es evidente que la educación que sirvió a nuestros
abuelos no es la que necesita nuestros hijos, porque la sociedad en que a unos
y otros les ha tocado vivir es bien distinta, de aquí que la educación sea un
arte cambiante y cuando creíamos que habíamos descifrado sus secretos, hay que
comenzar de nuevo.
Los estudiosos prevén que el mundo laboral en el
siglo XXI va a estar en constante rotación, con cambios que se suceden a un ritmo vertiginoso. Sin duda lo que hoy vale, mañana habrá quedado
obsoleto. Lo que quiere decir que las técnicas y aprendizajes que hasta
ahora han sido útiles, previsiblemente dejarán
de serlo y hemos de estar preparados. De seguir así las cosas, el trabajador de
mañana necesitará de un tipo de educación que le capacite para el ejercicio de una diversidad de funciones,
lo que en expresión popular se conoce como “un todo terreno”. Los progresivos
cambios en las profesiones van a exigir
al futuro trabajador una continuada actualización y reciclaje. Estamos
acostumbrados a que el periodo educacional
acabe con la obtención del título, que nos capacita para ejercer una
determinada profesión durante toda la vida, pero esto ya no va a ser posible en
el futuro, que seguramente nos va a exigir
estar al día o lo que es lo mismo una educación permanente . Esta exigencia de permanente actualización de los aprendizajes va a obligar al trabajador de por vida a un
autodidactismo activo o a una dependencia de los Centros Educativos entendidos,
claro está, de forma diferente a como los entendemos ahora. De modo que
importante va a ser no ya sólo aprender cosas sino saber donde y cómo
aprenderlas
Según las
previsiones, la España laboral del siglo XXI se nos muestra bajo el signo de la
provisionalidad de empleo, por ello lo
que se va a necesitar no va a ser un profesional especializado en determinado
tipo de actividades, en las que se haya de emplear toda su vida, jubilándose
con la misma profesión con la que iniciara su periplo laboral, sino que a lo largo de su existencia tendrá
que ir ejerciendo diferentes ocupaciones. Deberá estar capacitado pues, para
hacerse cargo de los diferentes oficios que se le vayan presentando según las
necesidades. En consideración a estas previsiones la educación que vamos a
necesitar, será una educación teorica-práctica flexible, capaz de dotar a los profesionales de la
versatilidad necesaria, para atender a los múltiples requerimientos.
Ya está siendo una necesidad que la teoría y la
praxis vayan íntimamente relacionadas; pero cada vez lo va a ser más. Los
títulos expedidos por las Escuelas y Universidades, si es que así se las pueda seguir
llamando, además de la multivalencia
tendrá fecha de caducidad, como sucede con los productos enlatados, lo que
significa que cada cierto tiempo deberán ser revalidados. Seguramente en
atención a esto las carreras y las titulaciones se van a ir acortando, siendo su duración de tres o
cuatro años, con el correspondiente cambio
de orientación, por lo que cabe preguntar ¿Qué tipo de conocimiento habremos de
necesitar y cómo podremos adquirirlos? El perfil de conocimiento en la sociedad
del futuro va a tener un caracter
eminentemente práctico, orientado a satisfacer las necesidades de la vida real,
se trata de un aprendizaje que permita triunfar en una sociedad competitiva
como es la nuestra. Todo hace pensar que
la eficacia va a ser, ya lo está siendo, el criterio educativo, que oriente el sistema
educativo así nos lo indican los cambios habidos en la última reforma educativa
llevada a cabo en España por el Sr. Wert,
en la que se puede ver con claridad cómo
el saber de humanidades ha sufrido un duro golpe. Con la LOMCE queda eliminada, la obligatoriedad de la
Filosofía en los dos cursos de bachillerato, convirtiéndola en una asignatura
optativa y esto tarde o temprano va notarse en orden a la formación humana de
las personas y las aptitudes frente a la vida. En cuanto a la forma de adquirir los conocimientos, todo
parece indicar que este asunto va a
estar ligado a la instrumentalidad informática. Sin duda que el almacenamiento
de conocimientos en la memoria va a seguir siendo útil, pero tanto o más lo va
a ser el saber manejar el ordenador y los instrumentos necesarios que nos
sirvan como fuentes de información para encontrar lo que vayamos necesitando.
Los nuevos tiempos vienen cargados de incertidumbres, no cabe duda
Habrá que
estar alerta por si las previsiones más negativas se cumplen sobre todo por lo
que se refiere a la sustitución del saber de humanidades por el saber técnico. A mi modo de entender esto puede ser motivo de gran preocupación. Si llegara un día en que
todas las aspiraciones educativas se centraran sobre la dimensión
técnico-científico habríamos llegado al final de un proceso regresivo en que
los términos se habrían invertido, colocando arriba lo que debiera estar abajo.
Nos equivocaríamos gravemente si pensáramos que
los únicos conocimientos necesarios son los saberes prácticos y nos olvidáramos de los saberes humanos que
son los que dan consistencia al hombre. Si la educación del futuro en España se desentiende de la función
humanizadora puede que genere excelentes
profesionales; pero habrá fallado estrepitosamente, porque aunque una sociedad
necesite ciertamente de ingenieros bien preparados, de médicos competentes, de
banqueros avispados, de políticos hábiles; sobre todo necesita de personas honradas que
se pueda confiar en ellas . Lo estamos viendo en la práctica diaria ¿para que
queremos sujetos brillantes en sus
respectivas profesiones, si luego se
comportan como unos corruptos? La regeneración ética es una necesidad urgente
en la sociedad española que hay que iniciarla
en la escuela y en los centros de
formación y si no es así mucho me temo que todo quede en solemnes proclamas.
Después de haber conocido los muchos escándalos que ha tenido a España como escenario durante los últimos
años, después de saber que nuestra nación se ha convertido en un reclamo para
abortistas o de que es el segundo país después de Brasil en el negocio de la
prostitución, hace falta ser muy optimista para seguir manteniendo firme la
esperanza en la regeneración moral, mucho menos al constatar lo poco que se está haciendo por recuperar los
valores perdidos que llevaron a nuestra nación a ser considerada como la
reserva moral de Occidente.
Siempre se ha dicho que las sociedades del futuro
dependen de la escuelas del presente, pues bien , la escuela en España hace
años que está en ruinas y naturalmente a sí nos van las cosas. Si los
gobiernos siguen empecinados en la
creencia de que el desarrollo económico y material
lo es todo, no habrá lugar para una educación al servicio de la persona,
por eso hemos de estar preparados para lo peor. Mal haríamos si nos
conformáramos sólo con el bienestar
material, mal haríamos si convirtiéramos la educación en una mera técnica de
aprendizaje, sin otras aspiraciones más profundas, si así fuera no estaríamos hablando ya de educación
, sino de otra cosa ; porque la educación para que sea tal, ha de seguir siendo
lo que siempre ha sido: una tarea del hombre para el hombre que nos ayuda a ser libres y responsables que nos sirve
para tomar conciencia de nuestra propia
identidad y dignidad como seres humanos . El peligro de una enseñanza
excesivamente tecnificada puede acabar siendo la gran amenaza de una sociedad banalizada,
donde las personas han desaparecido para dar paso a sujetos robotizados y deshumanizados.
La educación del siglo XXI difícilmente va a
ayudarnos a mejorar las cosas si
no está alentada por la aspiración humana de irnos superando a nosotros mismos
hasta alcanzar el grado de excelencia que por naturaleza nos corresponde. En
los años venideros no va a ser suficiente el progreso técnico y material, como
tampoco lo es ahora. Necesitaremos mantener viva la esperanza de seguir siendo
hombres. Por muy civilizado que se le pueda imaginar al hombre del siglo XXI,
si deja de ser hombre, habrá perdido la batalla del futuro. Es importante que
la educación siga alentando la esperanza de poder recuperar los valores humanos
y espirituales que hoy parecen perdidos. Un proyecto educativo para el siglo
XXI es esperanzador, mientras tenga en cuenta la dignidad del hombre y se
preocupe por enseñarle a ser persona