No podemos olvidar que en nuestro mundo de
"libertades" en el que nos movemos la labor educativa como tantas
otras cosas, va a depender del hombre en gran medida, de modo que en el
futuro de la educación el hombre será quien tenga mucho que decir y que
decidir. No estamos pues inmersos en el discurrir de un fatalismo ciego y
desconocido, ni tampoco el futuro del hombre está encadenado a unas causas
necesarias, sino que es algo que el propio hombre ha de ir diseñando libre y
voluntariamente |
El nuevo signo de los tiempos La
educación en cuanto actividad humana está inmersa en el fluir vital de un
mundo en cambio, al que la pedagogía ha de irse ajustando, si quiere estar a
la altura de los tiempos, incluso ha de anticiparse a los mismos, siempre que
fuera posible Educar con
los ojos puestos en el mañana, ha comenzado a ser ya una necesidad en nuestro
mundo, donde todo sucede con mucha rapidez. Al niño de hoy es preciso irle
preparando, para que pueda hacer frente a las necesidades de los nuevos
tiempos, en forma de capacitación, adaptación y de resolución de las nuevas
situaciones, a las que presumiblemente tendrá que hacer frente. Sabemos
que los cambios van a producirse con celeridad y de lo que se trata es de
saber mirar al futuro, para poder adivinar la dirección que éstos van a ir
tomando. "En el pasado, nos dice Whiteheat, todo cambio
importante abrazaba un lapso de tiempo superior al de la vida humana ... Hoy
este intervalo de tiempo ha pasado a ser bastante más corto ... de ahí que
debamos preparar al hombre para hacer frente a multitud de nuevas
situaciones." Nuestra era, según se dice, es la era del
desarrollo, pero también de la fugacidad y el cambio, lo que ayer pasaba por
ser novedoso, hoy ya se ha quedado obsoleto, y si no nos anticipamos al
futuro el tiempo acabará por engullirnos. No es
suficiente ya con estar equipados para vivir el presente, es preciso estar
preparados para hacer frente al futuro, ya no se puede seguir pensando que lo
que así fue, así ha de seguir siendo en el trascurso de nuestra vida; de aquí
que en el mundo de la educación comience a sentirse la necesidad, de ir
superando los aprendizajes tradicionales, dando entrada a un tipo de
aprendizaje innovador y anticipativo que reduzca el riesgo de inadaptación.
El mismo carácter teleológico que la educación ha comportado, desde siempre,
implica un cierto grado de prospección, puesto que el fin, por ella
propuesto, aparecía como una meta de futuro, en vistas a la cual se orientaba
el proceso educativo. El niño de
hoy, llamado a ser el hombre del mañana, precisa de una educación que tenga
en cuenta las exigencias del mundo en el que le va a tocar vivir. La eficacia
educativa dependerá de los contenidos; pero también de los modos y las formas
en referencia a los nuevos tiempos y dado que la tarea de prospección
educativa, ni va a ser fácil, ni segura, habremos de recurrir a la prudencia
y la cautela, que nos pongan a salvo de una imaginación desbocada, ajena al
mundo de la realidad. No podemos
olvidar por otra parte, que en nuestro mundo de "libertades", en el
que nos movemos, la labor educativa como tantas otras cosas, va a depender
del hombre en gran medida, de modo que en el futuro de la educación el hombre
será quien tenga mucho que decir y que decidir. No estamos pues inmersos en
el discurrir de un fatalismo ciego y desconocido, ni tampoco el futuro del
hombre está encadenado a unas causas necesarias, sino que es algo que el
propio hombre ha de ir diseñando libre y voluntariamente. En nuestras manos
está la posibilidad de orientar el rumbo de la sociedad, de elegir las formas
de gobierno, de hacer buen uso de los recursos económicos, de dotar de
sentido humano al desarrollo científico y técnico, en nuestras manos van a
estar muchos factores de los que la educación del futuro va a depender . Si la
sociedad, la cultura o la educación no llegan a ser lo que debieran ser,
hemos de pedirnos responsabilidad a nosotros mismos . Este es nuestro gran
reto y también por que no decirlo, nuestra gran esperanza, lo que hace que la
educación sea una aventura humana apasionante. El futuro es el horizonte
donde el hombre acaba proyectando sus miedos y angustias pero también sus
sueños ilusionados, poniéndole a él mismo a prueba de lo que es capaz de
hacer ¿Como va a
ser la educación del mañana? Es una pregunta que debemos hacernos y a la que
habrá que ir dando algún tipo de respuesta, teniendo en cuenta los
previsibles cambios. Es el momento de plantearnos que tipo de cultura hemos
de trasmitir y que tipo de valores deberemos inculcar, de acuerdo no sólo con
la necesidades de los tiempos, sino también con otros tipos de exigencias
intemporales En esta
tarea de ir conformando la educación presente a las necesidades del mañana,
son ya muchos los países que han comenzado a dar los primeros pasos, porque
son conscientes de que se trata de una cuestión importante. La UNESCO por su
parte ha realizado estudios prospectivos, entre los que habría que destacar
el informe de 1996 por la Comisión Internacional sobre la educación
para el siglo XXI presidida por Jacques Delors. Pensando en esta
educación del futuro próximo que ya está ahí, nadie debiera conformarse
simplemente, con la formación científica y técnica, sino pensar en una
educación que fuera capaz de mejorar al hombre en su dimensión integral. Para
conseguir la plenitud del hombre de mañana, bueno es saber que es lo que le
sobra y que es lo que le falta al hombre actual. En las últimas décadas la
historia nos muestra como el hombre ha sido capaz de conseguir un elevado
nivel desarrollo científico, técnico e industrial, que desgraciadamente no ha
ido acompañado del correspondiente desarrollo ético y humano, ello representa
el gran escándalo de nuestro tiempo . El hombre es ya capaz de viajar a las
estrellas; pero sigue siendo tan violento, injusto e insolidario como lo fue
en tiempos pasados. No quisiéramos que el hombre del mañana fuera un sujeto
robotizado con gran poder sobre la naturaleza pero completamente
deshumanizado. El futuro
educativo visto desde el presente sin olvidar el pasado Todo
proyecto educativo corre el riesgo de ser una fantasía, cuando la convertimos
en una cuestión puramente sentimental. Para que esto no suceda bueno será
partir ya de una base real, tomada del pasado o del presente. Todo lo ya
sucedido o que esté sucediendo, puede representar una clave de interpretación
de futuro, bien sea para saber lo que puede acontecer, bien sea para tratar
de evitar que acontezca. Hay que
mirar al futuro no perdiendo de vista el pasado y el presente, dentro de una
concepción lineal de la historia, que por algo se la viene considerando la
gran maestra de la vida. Un proyecto educativo que surgiera ex nihilo, sin
ningún tipo de referencia al pasado no es ya sólo, que quedaría empobrecido,
sino que seguramente carecería de realismo y nos acercaría a la ilusión
infantil de los que creen que todo está por inventar. Al analizar la
historia, algo parece claro, y es que los distintos periodos de la misma, aún
siendo distintos, están interrelacionados; de manera que las etapas
posteriores, difícilmente podrían entenderse, si no tenemos en cuenta las
anteriores. Es por esto por lo que, para vislumbrar la educación del mañana,
nos debemos dejar aleccionar por la historia, con su lado bueno a imitar y su
lado malo, que nos indica los errores que hemos de corregir. Experiencias del
pasado, conciencia del presente y previsión de futuro son tres factores
integradores del tiempo, que se nos manifiesta sin saltos en el vacío y
pueden ayudar a que el proceso educativo se mantenga dentro de una cierta
continuidad sin rupturas traumáticas. No nos dispongamos a recoger en el
futuro frutos que no hayamos sembrado en el pasado. La educación en cuanto
actividad inserta en el ritmo de la temporalidad permite enlazar lo que será
con lo que ya ha sido o está siendo . Estamos
viviendo tiempos donde la renovación es necesaria. Posiblemente, nunca como
ahora, tiene tanto sentido, aquello de renovarse o morir . En educación, como
en todos los órdenes de la vida, hay que irse actualizando, sin que ello
signifique tener que cambiarlo todo o cambiar simplemente por el mero hecho
de cambiar, sin asegurarnos antes, si tal cambio va a resultar beneficioso o
perjudicial. No debiéramos olvidar que, lo que hoy es nuevo un día dejará de
serlo y no por ello nada cambia en su esencia . Tratar de
cambiar las esencias culturales de nuestra tradición, por las innovaciones
culturales de nuevo cuño, es privar a las generaciones venideras de la mejor
herencia cultural que se les podía legar y de la que sin duda hay razones más
que suficientes para sentirnos orgullosos. Las aventuras reformista
apresuradas, nacidas de una Pedagogía errante e iconoclasta pueden tener
consecuencias nefastas para la educación. Las reformas educativas tienen
sentido, cuando representan una alternativa válida a planes de enseñanza que
han quedado ya caducos e inservibles. Su eficacia dependerá entre otras cosas
de su oportunismo y sobre todo de que se hayan sabido elegir los fines y los
medios que a ellos conducen. A un sistema educativo se le juzga por sus
resultados y no por lo novedoso que pueda resultar. Llegado el momento, tan
aconsejable puede resultar, cambiar lo malo de un plan educativo, como
conservar lo que de bueno podamos encontrar en él Tiempos de
renovación educativa Se
avecinan unos tiempos cargados de sorpresas que despiertan todo tipo de
expectativas. Nos dirigimos hacia metas de progreso difíciles de imaginar.
Los avances de la técnica van a condicionar nuestra vida personal y social;
hasta es posible que las realidades del futuro superen nuestras propias
expectativas. Las previsiones educativas han de hacerse con la pretensión de
convertir al hombre en dueño de la nueva situación. En tal sentido no deja de
ser preocupante que los teóricos del futurismo se vean obligados a confesar
que, más que una promesa, el futuro puede representar una amenaza. Poniendo
la mirada en las nuevas generaciones el informe OCDE nos advierte que, en los
próximos años los jóvenes se van a enfrentar a graves dificultades laborales,
que de alguna forma tendrán que ser resueltas, sin duda, mediante una buena
formación profesional. La educación ha de estar atenta para asumir el reto
del desempleo juvenil, para afrontar las innovaciones tecnológicas. A este
respecto la UNESCO ha dado unas orientaciones educativas, que pueden resultar
útiles para encarar el futuro próximo. Se nos dice que los jóvenes han de
estar dispuestos a un aprendizaje que tenga en cuenta las exigencias de
continuos cambios a los que han de adaptarse. Se nos advierte que la
enseñanza ha de dejar de ser intelectualista para convertirse en una
enseñanza tecnológica y funcional, donde la teoría y la práctica se combinen
y la escuela deje de estar separada de la vida y de la sociedad. En
consonancia con los cambios que se presumen, los planes de estudio han de ser
abiertos y el alumno ha de ejercitarse en un autodidactismo, que le permita
ir encontrando las soluciones adecuadas a los problemas que se le vayan
presentando. Dado que la educación se prolongará durante toda la vida hay que
ir pensando en alternativas de enseñanza distintas de las actualmente
existentes. Otro de
los problemas de los próximos años habrá de ser la introducción de la
informática en la escuela y la familiarización de los educandos con el
lenguaje de las máquinas. Las previsiones apuntan a que la informática va a
ser, cada vez más, la que irá configurando el futuro. En los próximos años,
según la Comisión Europea, el mundo del trabajo en Europa va a depender de la
tecnología informática, lo que constituye un reto para el que la educación ha
tener algún tipo de respuesta. Ahora
bien, esta renovación tecnológica no ha de serlo todo. En los próximos años
nos va a hacer falta una educación que se comprometa con otras aspiraciones
humanas, que doten de sentido al desarrollismo definidor de la sociedad
opulenta, a la que el hombre occidental parece dirigirse y que amenaza con un
insufrible aburrimiento por agotamiento de la capacidad de estimulación.
Sería lamentable que se postergara la legitimidad moral, en beneficio de un
mal llamado progreso, puesto al servicio del placer y del consumismo. Debiera
plantearse con urgencia la cuestión de cómo y en qué medida la escuela ha de
armonizar los saberes técnicos con los saberes humanos. Ambos van a hacer
falta. Necesitamos los saberes técnicos para dominar al mundo y los saberes
humanos para dominarnos a nosotros mismos. Son muchas las cuestiones que hay
pendientes: ¿Qué tipo de cultura?. ¿Qué tipo de preparación humana?. ¿Con qué
tipo de criterios se va a hacer tal selección?. Para responder a estas y
otras cuestiones, hay que saber encontrar la legitimidad ética de todo tipo
de conocimiento o de cultura. Dado que
el marco, previsiblemente impersonal, en el que se ha de ir desarrollando la
sociedad futura, no es aventurado suponer que las tendencias utilitaristas y
pragmáticas van a salir favorecidas. Una vez que la cultura de la imagen y la
informática nos vayan situando en un sistema de comunicaciones mediatizados
por el ordenador; el problema va a estar en saber poner todos estos medios al
servicio del hombre, que de ninguna forma puede quedar esclavo de la técnica.
El futuro inmediato que nos aguarda, tiene todas las apariencias de que, los
resultados prácticos van a contar más que los sentimientos humanos y que los
avances técnicos van ha ser el exponente de las aspiraciones del hombre.
Ello, lógicamente, no deja de ser motivo de preocupante |
2022-02-16
90.- La educación del futuro
244.-Tenemos la obligación de defender nuestra civilización cristiana.
Si en algo estamos todos de acuerdo es que la fe y los valores cristianos son la base de la civilización occidental. Renunciar a ellos ser...