2022-02-16

81.- La educación no es cualquier cosa

 


 

 Cuando el planteamiento de un adecuado y profundo reajuste en el sistema educativo español está todavía por llegar, no me parece mal, insistir en que hay que  elevar el nivel de enseñanza y  que vuelvan  el esfuerzo   la disciplina y el rigor a las aulas. Celebro que se vaya tomando conciencia de que tanta permisividad es mala, me alegra que comencemos a darnos cuenta  todos de que sin disciplina  y dedicación en las aulas es imposible cualquier aprendizaje. Me complace en fin que se trate de potenciar la autoridad del director y de los profesores, para mejorar así las condiciones de la enseñanza. ¿Cómo no estar de acuerdo con todo ello, si quienes entregados a la enseñanza hemos ido viendo, durante los últimos años, que nuestros esfuerzos han sido estériles en pro de una causa perdida?

 

Sí,   tomar medidas  en esta dirección se hace necesario. Lo que sucede es que todas ellas, aún siendo necesarias son a todas luces insuficientes, Seguramente no pasan de ser unos parches aplicados a un edificio en ruinas, en un momento en que  lo que está haciendo falta es una visión clara en su conjunto de lo que debe ser la educación integral de la persona, tanto en su dimensión instructiva como formativa y naturalmente está  haciendo falta también la voluntad política de llevarla a cabo. De lo que se trata es de  una reestructuración en profundidad, tal como la realidad educativa española exigía en estos momentos. Ya sé que esto es pedir mucho; pero cuando menos habrá que reconocer que lo razonable es  que eso de las reformas educativas es un asunto que debiera competir no a los políticos, sino a aquellos profesores y pedagogos  que saben lo que debe ser la escuela y  conocen también lo que  está pasando por dentro de las aulas.

 

Una vez más los intereses políticos están incidido negativamente en la educación, por ello, uno no puede ser optimista. El tema de la educación en España sigue siendo una asignatura pendiente y previsiblemente lo habrá de seguir siendo durante mucho tiempo. Son imprescindibles los conocimientos técnicos para poder hacer frente a las necesidades y exigencias de la vida moderna,  imprescindibles también para poder competir en el mundo laboral ; pero esto no debiera hacernos olvidar que los saberes humanísticos también son necesarios. Voy a decir más, para mí, la educación va más allá  incluso de los saberes. Bien está que los escolares  se familiaricen con el Lenguaje,  de la Filosofía, las Humanidades, las Ciencias, las Técnicas...., pero a la educación hay que pedirla algo más ha de enseñar  también a ser personas.

 

En la mentalidad de hace no tanto tiempo, en la que mayoría de nuestra generación se educó, la escuela era un lugar donde, según la expresión popular, los muchachos iban para hacerse unos hombres; hoy lo que se busca en la escuela es aprender unos conocimientos, técnicas o habilidades para poder triunfar en una sociedad competitiva. En el mejor de los casos, existe una preocupación por parte de los gobernantes en hacer de los escolares unos buenos ciudadanos, unos buenos demócratas adeptos al sistema, o dicho de otra forma, de lo que se trata es de poner la educación al servicio de la política, cuando lo correcto sería poner la política al servicio de la persona. Nos hemos olvidado que lo primero es ser persona y que sin ello no puede haber buenos ciudadanos ni buenos profesionales.

 

 Por ello es urgente recuperar el sentido humanista que la educación tuvo en otros tiempos.  Hoy más que nunca estamos precisamos de ese sentido profundo de la existencia, hasta llegar a sentir la necesidad  de interrogarse por esas cuestiones que, de una forma o de otra, estuvieron presentes en los humanismos de todos los tiempos. ¿Qué he de saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?..... Si los políticos no toman en serio estas cuestiones ¿cómo los demás vamos a tomar en serio a los políticos?

 

Me pregunto ¿será posible algún día rescatar la Escuela de la instrumentalización política? El legislador educativo debería estar convencido de que la persona es lo que en esencia ha de buscar la educación, debería saber también que a ser persona se llega a través del encuentro con uno mismo y con los demás en el marco de un horizonte enriquecedor de trascendencia. Hoy en tiempos de crisis, vacíos de idealismos humanista y plagados de tecnicismo. Hubiera sido hermoso contar con un proyecto educativo que apostara por el hombre y por la presencia del espíritu en un mundo materializado.

 

El hecho es que por parte de unos y de otros el énfasis se está poniendo en el aprendizaje de contenidos, de lo que se habla es de calidad de la enseñanza , de niveles ,  de sujetos instruidos  y bien informados y a penas se dice una palabra de lo importante que es llegar a ser personas, se piden sujetos competitivos, cuando la realidad  es de que nuestra sociedad más que de buenos profesionales, de lo que está necesitando es de personas íntegras y cabales. Si a nuestros jóvenes no se les estimula y se les proporciona el alimento espiritual que necesitan, les condenamos a un desarrollo enclenque; si no hacemos de ellos sujetos de valores de poco va a valer todo lo demás. No olvidemos que de la escuela de hoy depende la sociedad del mañana.

 

Para que la educación pueda ser considerada como tal, ha de estar al servicio de la persona  y ello implica una sólida formación moral, orientada al mejoramiento de los comportamientos y actitudes. Cuanto más nos empeñemos en el desarrollo de la personalidad de los educandos incluida la dimensión trascendente más estaremos haciendo a favor de esa educación integral que estamos necesitando. Naturalmente que la tarea del desarrollo integral de la persona, tomando como base su formación moral, es función de todos los agentes que participan en el proceso educativo y es precisamente aquí donde podemos encontrar los principales escollos para llevara feliz término el proceso educativo

 

Las distintas posturas morales caracteristica de las sociedades pluralistas, como la nuestra, convierte en un tarea poco menos que imposible educar en equipo, es así que puede suceder que la formación moral que el niño recibe en la familia no tenga continuidad en la escuela. Más aún dentro de a misma escuela encontramos la diversidad de tendencias que quedan reflejadas no sólo en las enseñanzas de los mismos profesores, sino también en sus actitudes y comportamientos muy diferentes unos de otros. En el  equipo de profesores de un mismo educando hay visiones diferente sobre que es la persona, como diferente es el sistema de valores con que ésta debe estar adornada, y no digamos nada en cuanto a la jerarquización de los mismos. Para unos lo que es un valor positivo para otro  es un contravalor, para unos la ética está fundamentada en unos principios inamovibles, mientras que para otros todo es relativo lo que es tanto como decir que la moral no existe y hay que dejar a  cada cual que haga lo que le apetezca hacer. Es así como hemos llegado a crear un peligroso clima de permisividad, presidido por el todo vale que anula todo lo demás, porque cuando todo vale, es que ya nada vale.

 

Se podrá decir que por encima de todas las diferencias que puedan existir, hay siempre unos cuantos valores universalmente aceptados  por el equipo de educadores sobre los que poder fundamentar la formación del educando ; pero aún en este supuesto vuelve a surgir la dificultad a la hora de llenarles de contenido a esos supuestos valores y darles una interpretación. Para ilustrar esto que estoy diciendo baste un ejemplo. La libertad es un valor universalmente aceptado, ahora bien  la concepción que unos y otros tenemos de la  libertad ya no es la misma: Hay que educar en libertad , sí pero que es la libertad? ¿ qué uso hay que hacer de ella? , no digamos si entramos en otras consideraciones. El resultado último ante tanta disparidad educativa es el desconcierto del educando que al final  no sabe que camino tomar ni que carta quedarse.

 

 El vacío ético  de nuestro sistema educativo se intenta rellenar con un conjunto de valores cívicos que recogen las esencias del sistema actualmente vigente y que se presentan como dogmas políticos indiscutibles a los que hay que prestar un asentimiento incondicional. Ahí tenemos en perspectiva la aparición de una nueva asignatura con el nombre de  “Educación para la ciudadanía” que promete ser muy esperanzadora en orden al adoctrinamiento político de los escolares, un cauce para hacer llegar  las consignas políticas del estado, que en definitiva es lo que a los políticos más les importa.

 

La aspiración de  todos los regímenes  en materia educativa viene a ser siempre la misma, crear un  ciudadano sumiso y complaciente con el sistema, capaz de perpetuar su presencia a lo largo de muchas generaciones. Nos hemos olvidada de la persona para crear un modelo de ciudadano a imagen y semejanza de lo que el Estado espera de él. Esto es lo que está sucediendo. La instrumentalizació política de la escuela es el gran peligro hoy para la educación. No sólo los poderes centrales, también los autonómicos quieren sacar tajada de la actual situación. Ahí tenemos las aulas convertidas en foros propagándísticos de una cultura aldeana, tendenciosamente regionalista cuando no separatista.  A todo esto hay que poner fin, sólo olvidándonos de los espúreos intereses políticos que están en juego y centrando nuestra atención y nuestro esfuerzo en el desinteresado desarrollo integral de la persona es como podremos hablar de una educación auténtica como tarea del hombre y para el hombre.

 

Este tipo de educación auténtica de la que venimos hablando por donde quiera que se le mire, implica un compromiso serio y definitivo con la verdad del ser humano y de las cosas. Son verdades que están ahí y que no es lícito manipular caprichosamente, porque la verdad es algo por encima de los deseos del hombre y de sus caprichos .

Un compromiso también con el Bien absoluto como referencia obligada de moralidad que nos coloca en al dirección adecuada para el reconocimiento de la dignidad del hombre , juntamente con sus derechos  y deberes fundamentales.

A estos jóvenes que no saben hacer con sus vidas, que son muchos, hay que hablarles del sentido profundo y oculto de la existencia hay que ponerlos en camino para que por ellos mismos vayan descubriendo ese apasionante proyecto de vida que les permita llegar a ser persona

 

La educación hace tiempo que dejó de ser una tarea humana en la que ya no se contemplan las finalidades últimas del hombre, hemos dejado de preguntarnos para que educamos y solo nos importan las técnicas y métodos de aprendizaje, nos hemos olvidado del fondo y nos hemos quedado con las formas. Por todo ello es urgente recuperar el humanismo perdido.

244.-Tenemos la obligación de defender nuestra civilización cristiana.

  Si en algo estamos todos de acuerdo es que la fe y los valores cristianos son la base de la civilización occidental. Renunciar a ellos ser...