En muchos órdenes de la vida estamos sufriendo
las consecuencias de un progresismo
irresponsable. Por lo que a educación
respecta, la perniciosa influencia de
Alguien
durante estos últimos lustros ha intentado convencer a los padres, que la mejor
educación es la que no existe. Me
gustaría decir que ya pasaron aquellos tiempos
en los que se creía que había que dejar al niño a su suerte, para que se
desarrollara autónomamente , sin ningún tipo de intervención; pero no es así,
en el fondo se siguen pensando cosas parecidas.
En todo esto ha tenido mucho que ver la izquierda progre que ha dominado
prácticamente toda la pedagogía del pasado siglo, acabando por arruinar la escuela con sus
despropósitos. No han faltado quienes a la luz de los resultado tan nefastos
que estamos padeciendo, han comenzado a dar marcha atrás; aunque el mal está ya
hecho y habrá de pasar mucho tiempo para enmendar tanto desaguisado. Quienes
todavía parece, no haberse enterado son
los propios padres, a juzgar por la dejación de que vienen haciendo gala en su
deberes educativos. Tal vez continúen creyéndose las patrañas de estos
pedagogos iconoclastas y como ellos sigan pensando que hay que ser omnitolerantes y omnipermisivos,
dejando que sea el niño quien se eduque a sí mismo
No
creo revelar ningún secreto si digo, que
es el principio de autoridad el que está fallando en las escuelas y en las
familias; allí por que no dejan hacer uso de él y aquí porque hay miedo a ejercerle. Todo menos pasar por
padre autoritario, a lo más amigo o hermano mayor. La crisis de autoridad en la
familia es alarmante, ella es un tipo de
responsabilidad que nadie parece dispuesto a asumir. El hijo que se ha dado
cuenta de la situación, se ha dicho. Muy bien. ¿ Nadie quiere mandar? Lo haré
yo. Y ahí tenemos a la criaturita convertida en pequeño déspota inmisericorde
con padres y profesores. Porque vamos a ver ¿ Quienes son los que mandan hoy en las escuelas y en las familias? Ésta entre otras es la triste consecuencia de
la “Pedagogía Negativa” que predica el no intervencionismo, que aconseja dejar
al niño que se desarrolle espontáneamente. Nada
de imposiciones , nada de disciplina. Dejémosle sin dirección para que crezca
sin complejos y sin prejuicios. Dejémosle que sea el salvaje perfecto.
Lo malo es, que lo del salvaje perfecto es una utopía, como lo es la pretendida
autosuficiencia del niño.
La
realidad es bien distinta y no es otra, que la que nos hace ver lo
necesaria que es la educación , sobre
todo en las edades más tempranas.
La
experiencia nos demuestra cada día que hemos nacido para ser educados, a menos
que renunciemos a ser hombres. Es un hecho, el que la educación va ligada a
nuestra condición humana, que es tanto
como decir que es una tarea del hombre y para el hombre.
Tal como están las cosas, los padres debieran
ser los primeros de quitarse la venda de sus ojos y cuanto antes lo hagan mejor
para todos . No pueden seguir por más tiempo confundiendo autoridad con
autoritarismo, disciplina con coerción , comprensión con claudicación,
tolerancia con omnipermisividad, el uso de la libertad con el abuso de la
misma. Los padres han de comenzar a comprender que se les ha tratado de meter
gato por liebre. Han de saber que no es cierto que reprender al niño crea en
ellos frustraciones y complejos, sino más bien lo contrario, que son las
correcciones oportunas las que hacen de barreras protectoras, dando seguridad a
su inestable personalidad, al tiempo que le ponen a salvo de muchos peligros
que el niño no puede prever. Más aún, es el propio niño quien se siente
decepcionado cuando no recibe la
corrección que él espera, por parte de quien debiera hacerlo. Algún día estos
niño consentidos y caprichosos nos echarán en cara con toda la razón del mundo
, que les hemos dejado crecer sin los valores y exigencias para afrontar una
vida llena de riesgos y compromisos. Los padres han de decidirse de una vez por
todas a afrontar sin miedos la difícil tarea de educar a sus hijos, conscientes
que la influencia que ellos no ejerzan, otros con menos garantías la ejercerán.
Nadie
pone en duda las dificultades que entraña hoy ser educador o simplemente ser
padre, en una cultura desprovista de seguridades y de referencias. Son los
tiempos en los que no existe un claro modelo educativo; por supuesto que los
padres han dejado de ser espejo donde
los hijos quieren mirarse, más bien es a
la inversa . Son los mayores los que tratan de imitar y parecer ser joven, en
un mundo donde quien no es joven no es nadie.
Sucede
que en los tiempos que vivimos, no se tienen muy claros los ideales ni siquiera
si merece la pena tenerlos, no se está seguro que la educación de hoy pueda ser la que se necesitará mañana. No se
está seguro de nada , porque los tiempos que nos están tocando vivir vienen
marcados por la decepción y el relativismo, por el pensamiento débil y la falta
de seguridades en todos los órdenes. Tiempos en los que cada cual trata de
apañárselas como puede. No, no es fácil ser educador y padre. De lo que sí
estamos seguros es de que los padres seguimos queriendo a nuestros hijos y para
ellos queremos lo mejor. Lo cual no es poco. Ahora nos hace falta el coraje
suficiente, para afrontar una tarea difícil, pero que nadie puede hacer por
nosotros.