2022-02-14

56.- Matrimonio , familia y sociedad.

 



El matrimonio, familia y sociedad, forman   un engranaje que gira en torno a un mismo eje. Acertar con el modelo de matrimonio es acertar con el modelo de familia y cuando esto lo hayamos logrado tendremos garantizado el modelo de sociedad deseable.  De aquí que  antes de hablar de regeneración social sea preciso enderezar el rumbo de la familia y previo a todo,  tenemos que tener  muy claro, cual es el tipo de matrimonio que más conviene y que más estamos necesitando. No nos cansamos de preguntarnos ¿Cómo será la sociedad que vamos a dejar en herencia a los que vienen detrás de nosotros?; pero  bien mirado tal vez fuera preferible preguntarnos  por los hijos  que vamos a legar como herencia a la posteridad, porque de ellos va a depender el rumbo de la historia. Los niños de hoy serán los dirigentes del mañana y todo dependerá de la educación que a ellos les hayamos dado. ¿Nos preocupa cuál es su concepción de la vida, cuales sus valores prioritarios? ¿Estamos haciendo algo para que sus aspiraciones e ideales sean nobles, para que sus convicciones y creencias sean elevadas?...

  No nos engañemos, los hijos son fruto del matrimonio y de la familia donde crecen y se desarrollan, necesitados están de un padre y una madre que les quieran y les eduquen, que les protejan cuando son niños y les acompañen en la etapa complicada de la adolescencia y la juventud;  todo esto es mucho más fácil al calor de un hogar consistente y estable, en el marco de un ambiente de cordialidad y mutua compenetración, donde los esposos se sepan comprometidos en un proyecto común, que les ha de durar toda una vida, hasta verle completamente realizado .

El matrimonio y la familia tradicionales, de tiempos pasados, han venido respondiendo a las expectativas de lo que debe ser una institución natural, con unas finalidades claramente definidas, con unas exigencias y responsabilidades libremente asumidas  y con un vínculo que les dotaba de firmeza y seguridad. Exactamente todo lo contrario de lo que  está sucediendo en los tiempos actuales, en que hemos quedado sin orientación, totalmente perdidos y  carentes de toda referencia, hasta llegar a instalarnos  en la pura provisionalidad.  Hoy lo normal es hablar de las parejas de hecho, matrimonios entre homosexuales, matrimonios compartidos, matrimonios a plazos, parejas a prueba , matrimonios expréss,  es decir vivir juntos mientras la cosa dure; pero claro está, vivir juntos no es lo mismo que vivir unidos. Hacen falta pocos gramos de sentido común para darse cuenta que sobre este terreno movedizo va a ser imposible construir una sociedad consistente. Para esa sociedad mejor, en la que todos soñamos, estable y firme, lo que se necesitan son uniones sólidas, que ofrezcan garantías de continuidad al proyecto familiar. La familia como diría Mauriac “es un rayo de amor eterno  expandido a través de la raza”

 A mi modo de ver, en lo referente al matrimonio y la familia, no  se ha sabido discernir bien entre lo que es esencial  y lo que es puramente histórico. Todo hubiera sido mucho más fácil y mejor, si respetando aquello  se hubiera  tratado de profundizar en esto último. La necesaria renovación que los tiempos exigían se ha podido hacer respetando las esencias familiares, sin caer en un antifamiliarismo que nos está llevando a un desquiciamiento y que más bien pronto que tarde va a tener consecuencias sociales desastrosas. Lo sabemos por la historia. Todos los movimientos antifamiliaristas han acabado en un rotundo fracaso.

No digo yo que las instituciones no estén sujetas a una evolución, en consonancia con los tiempos, ello es necesario y a decir verdad algo se ha avanzado al respecto. Ciertamente las estructuras y los roles dentro del matrimonio y la familia han quedado más justamente diseñados hoy que lo estaban en el pasado.  Hemos de felicitarnos de que la época del matriarcado quedara atrás;  hemos de alegrarnos igualmente de que estemos en la fase de superar el patriarcado y que dentro de nuestro horizonte occidental estemos a punto de lograr que los esposos  compartan en igualdad la patria potestad y que el reparto de papeles de los padres en la familia respondan al criterio de paridad. Todo esto está muy bien y dentro del respeto a las esencias, hemos de continuar para dar solución adecuada a los problemas familiares del mundo actual.

Uno de los más urgentes es el de que se pueda compatibilizar el trabajo con la paternidad. Los esposos tienen el derecho y los gobiernos el deber de garantizar el que se pueda seguir trabajando, sin que por ello sufran menoscabo sus deberes para con los hijos y sus obligaciones de hogar . En los tiempos en que vivimos  pueden permanecer intactas las finalidades familiares, las atenciones al hogar y los hijos compartidas, sin que por ello se vea alterado el ritmo del trabajo y  la productividad.  Sólo hace falta voluntad política y empresarial para poderlo llevar a cabo

Por lo que respecta al matrimonio cristiano la urgencia principal la tenemos en llegar a armonizar la paternidad responsable con uno de los fines del matrimonio, expresado en términos de “ Remedium concupiscenciae”. Sabido es que el control de natalidad , aconsejable en gran número de los matrimonios actuales, está teniendo consecuencias en las relaciones conyugales.  Esto viene siendo así de tiempos atrás y de lo que se trata es de traer paz a las conciencias de muchos cónyuges cristianos, que viven atormentados por este problema. En atención a ello el papa Francisco recientemente se pronunciaba de forma coloquial; pero muy expresiva diciendo que “para ser un buen católico no hace falta tener hijos como conejos” pero entonces ¿que pasa con aquellos que no puedan abstenerse, ni tienen vocación de célibes? El Papa adelantándose a la pregunta respondió: “Conozco muchas soluciones lícitas” y agregó: Pablo VI , (el papa de la encíclica Humanae Vitáe) aconsejó a sus confesores que fueran misericordes y compasivos y que entendiesen las situaciones . Naturalmente que las palabras de Francisco revelan que no es ajeno a la trascendentalidad del tema, sin duda es consciente de que nos encontramos ante un delicado problema, difícil de resolver, pero hay que hacerlo porque los matrimonios jóvenes que tienen que sufrirlo se encuentran en situación dolorosa, sin saber muy bien qué camino tomar . La Iglesia Maestra, que ha hablado sabiamente sobre estas cuestiones, porque las conoce a fondo, sabrá ser con toda seguridad  esa Madre solícita, capaz traer la ayuda que los matrimonios atribulados necesitan, para que puedan vivir con gozo esa comunidad de amor a la que fueron llamados y ¿qué mejor momento para hacerlo que este año de la misericordia? 

127.- Unos días de convivencia con los monjes trapenses de la abadía de Sta. Mª de Viaceli

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