Nacemos con libertad; pero hemos de aprender a ejercitarla. Se nos ha dado la capacidad de pensar y decidir por nosotros mismos; pero hemos de ajustarnos a la Verdad y al Bien, porque ambos existen, aunque en nuestra cultura relativista todo se cuestione.
Libertad, es palabra que oímos con
frecuencia en boca de la gente. La escuchamos en familia y en el parlamento, en
mercados y en las calles, escrita la vemos en paredes y pancartas , en los
libros y periódicos. Su utilización está bien vista y en ocasiones hasta se
hace indispensable pronunciarla. En una sociedad como la nuestra, rendida a sus
encantos, los hombres se creen libres cuando hacen los que les viene en ganas ;
pero eso no es la libertad. La Libertad con mayúscula es otra cosa.
A partir de aquí se explican muchas
cosas. En nombre de la libertad se han realizado proezas sin medida. Hombres y
mujeres han estado dispuestos a morir por ella. En nombre de la libertad
también se han cometido y se cometen muchos crímenes y abusos; si lo sabría
bien la musa de la revolución francesa Madame Roland quien antes de morir
guillotinada en el Paris del siglo de las luces, alzó su mirada hacia la
estatua de la Libertad para decir “¡Oh libertad cuantos crímenes se han
cometido en tu nombre”
¡Lástima que de ello no hubiera dado
cuenta antes! La palabra libertad en boca de los mártires y santos puede que
sea una de las palabras más hermosas de nuestro diccionario; pero en boca de
exaltado libertarios puede infundirnos pavor.
Las ideologías de las últimas décadas
nos han trasmitido un fervor idolátrico por la libertad y lo que nosotros hemos
hecho es quedarnos sin más con la palabra simplemente, sin profundizar en su
sentido. De su auténtica verdad hemos quedado huérfanos, la hemos ido
expurgando de todo compromiso, la hemos ido ensuciando hasta hacerla
irreconocible. La libertad ha llegado a ser sinónimo de permisividad. A más
permisividad más libertad , como si ambas fueran mitades de un mismo todo. Éste
es el drama de nuestro tiempo.
La libertad que a la gente gusta es la
que da derecho a todo y nos dispensa de cualquier deber. Es la libertad exenta
de responsabilidades y de cargas. Es la libertad del que dice: que me dejen ser
libre para vivir mi vida y poder saciar mis apetitos, libre para entregarse a
la perversión que más le apasiona, libre para hacer con su cuerpo y con su vida
lo que quiera, porque para eso es suyo. Libertad para probarlo todo. Se pide
libertad para poder entrar en barrizales de accesos fáciles, aún a sabiendas de
que una vez dentro va a ser imposible salir de ellos, porque encadenan de por
vida. Libertad, libertad en todo y para todo. Esta y no otra es la libertad que
a veces se predica, que a veces se bendice, que a veces se tolera. En una
sociedad así los jóvenes no tienen necesidad de ser rebeldes o inconformistas
porque todo se consiente. Gracias papá , gracias mamá por comprenderme , por no
cercenar mi libertad, por dejarme hacer lo que yo quiero…Cualquiera puede ver
por nuestras calles, jóvenes, también niños y niñas, arrastrarse por el suelo,
víctimas del alcohol o de la droga. Siento pena por ellos, porque me imagino
cual puede ser su final. …¿qué se puede pensar de una libertad así?
Aspirar a ser libres sin ataduras de
ninguna clase es un sueño imposible, pretender hacer y deshacer sin tener que
responder por ello ante nada ni nadie es una indignidad. . Normalmente sucede,
que quien comienza haciendo sólo lo que le apetece, acabe siendo lo que nunca
quiso llegar a ser. Responsabilidad de los gobiernos, de la sociedad , de los
educadores, de los padres, de todos es hacer de la libertad, expresión de la
suprema dignidad del hombre asociada al deber, a los compromisos y exigencias
de nuestra Naturaleza Humana, nunca un camino fácil hacia la degradación y
hacia la esclavitud de nuestras propias pasiones. En nuestro mundo materialista
y ateo aún se sigue hablando del ideal de la libertad; pero esto es engañoso
pues sin Dios la libertad no es posible.
Nunca como ahora el hombre se ha sentido
tan libre; pero ¿en realidad lo es? Habría que recordar al respecto aquellas
palabras de Goethe ”Nadie es más esclavo que quien se considera libre sin
serlo. No esperes que nadie te regale esta libertad de la que hablo , eres tú
quien tiene que conquistarla