No es pesimismo,
no, razones hay para sentirse defraudados, claro que las hay, por eso la
autocrítica es hoy más necesaria que nunca. Son muchas las preguntas en el aire
que están pidiendo una respuesta urgente
¿Por qué existe tanta desafección
política ? ¿Por ese abismo de separación
entre la acción política y las aspiraciones ciudadanas? ¿Qué hay detrás de todo
el entramado político? ¿Cuáles son esos poderes y fuerzas ocultas que actúan
entre bastidores? ¿Qué está pasando para que hoy se hable del invierno de la
democracia? ¿Por qué en nuestro entorno están emergiendo o consolidándose
corrientes políticas que ponen en cuestión el valor de las democracias? ¿Por qué los políticos están tan mal vistos y
son considerados como una casta parasitaria? incógnitas muchas incógnitas, preguntas,
muchas preguntas.
Los males de nuestra querida España se inician ya en tiempos de la
transición. Desde entonces venimos sufriendo las nefastas consecuencias de un
frente común antifranquista integrado por unos políticos sectarios y unos periodistas
pesebreros que están acabando con el pasado glorioso de una España decente y
próspera. Lejos de ese supuesto espíritu de concordia del que tanto han
alardeado, lo cierto es que no han dejado de respirar animadversión
por los cuatro costados, comportándose tan mezquinamente que nunca entendieron las
palabras salidas de boca de Franco poco antes de morir y que hablan por sí
solas de la nobleza de espíritu de este hombre: "Pido perdón a todos, como de todo
corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera
como tales". Esto sí
es voluntad de concordia.
Los
furibundos enemigos del Generalísimo, lo son también de esa España que él nos dejó
en herencia, sustentada por las esencias nacionales y los valores humanos imbuidos
de espíritu cristiano, santo y seña de tantas generaciones. El rencoroso frente
antifranquista nunca ha digerido que el Caudillo de España en una de las épocas
más turbulentas de su historia fuera el artífice de una nación fuerte, próspera
y reconciliada, inspiradora de nobles
ideales y presidida por los principios básicos, la ley y el orden, donde la
libertad era entendía como una facultad que capacita al ser humano para hacer lo que se debe de forma
responsable y no lo que se lleva ahora
que es una pseudo-libertad sin
compromisos a la que se invoca para hacer lo que a cada cual le viene en gana. La
corrosiva manipulación llevada a cabo por unos y por otros, alentada a veces por
el odio y el revanchismo y en otras ocasiones por la traición y el oportunismo,
consiguió tristemente su propósito de hacer creer a la ciudadanía que lo blanco
era negro y lo negro era blanco, pero el engaño no perdurará por siempre,
porque quien tiene la última palabra es siempre la verdad que tarde o temprano acabará
por imponerse.
Dando por supuesto
que hemos entrado en un proceso de desconfianza institucional, bien pudiera
decirse que, hoy por hoy, no parece que la mayor amenaza al régimen del 1978
provenga de fuera, sino de su propia conflictividad interna, de sus propios
desajustes y fallos, que están generando desilusión entre unos pacientes
ciudadanos y dando pie para comenzar a pensar en otras alternativas,
respetuosas, por supuesto, con los grandes principios universales reguladores
del orden social, político y moral, como sucediera en otros tiempos. “A
grandes males, grandes remedios” como sucede en todos los órdenes de la vida.
“A nuevas necesidades y exigencias, nuevos cambios y compromisos”. El tiempo de las
expectativas frustradas y de las promesas incumplidas acaba al final haciéndose
insoportable, porque sin ningún tipo de esperanza es imposible vivir. No podremos
seguir indefinidamente bajo la amenaza y el miedo, que se nos trasmite a través
de la consigna manipuladora, según la cual, fuera del actual (des)orden
establecido no hay alternativa posible. Vivir así no es propio de hombres
libres y responsables, sino de seres atemorizados y pusilánimes. Es tiempo de
pensar en una trasformación política y habrá que hacerla, mejor antes que
después. Llevamos viviendo engañados casi medio siglo al amparo de unas utopías
que se han ido desvaneciendo y ya se sabe…. las utopías cuando mueren dejan de
ser útiles, cumpliéndose al pie de la letra lo que dijera Borges: “ Con el
tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado”
No sé por cuanto tiempo podremos seguir cobijándonos bajo
el paraguas europeo, pero el caso es que también Europa se ha quedado sin
asideros firmes y se va debilitando y envejeciendo a pasos agigantados; baste
recordar el brexit británico. Lo más triste de Europa es que se ha olvidado de
los grandes ideales y se encuentra sumida en un grosero materialismo; también el Viejo Continente está sufriendo los
efectos de una cierta eclosión, donde los poderes políticos están sucumbiendo a
los poderes económicos y la capacidad de decisión de los gobiernos está siendo
mediatizada por fuerzas e intereses ocultos como pueden ser los de mercados
financieros o los de grandes Compañías de Transación, todo lo cual parece
indicar que el dinero posee más peso que
la política. Dado que las decisiones de
los gobernantes se alejan cada vez más de los intereses generales de la
ciudadanía no resulta disparatado suponer que el vuelco pudiera producirse y
que las ideologías y los partidos pasaran a segundo plano, como ya ha sucedido
con los sindicatos. Nadie puede detener
el curso de la historia y no faltan razones, pues, para pensar que acaso nos
encontramos ya en la fase previa que augura el cambio hacia un nuevo proceso
político, pero esto lo analizaremos en un próximo artículo.