Almas grandes dignas de admiración las ha habido siempre, pero lo son mucho más si consumen su vida al servicio de Dios, encerradas en los silenciosos claustros de un convento. Tal es el caso del que vamos a ocuparnos hoy. Se trata de M. Nieves Dalmau , religiosa de La Visitación de Sta. María que celebra el cincuentenario de su desposorio con Cristo. Por este motivo queremos dedicarle un humilde homenaje en forma de recuerdo de lo que ha sido su vida. Sí, porque aunque la gente no lo sepa, en este mundo nuestro tan egoísta y deshumanizado, sigue habiendo mujeres generosas que tocadas por la mano de Dios, han decidido pasar sus días encerradas en los muros de un convento rezando y ofrendando su vida en holocausto por los demás.
Nos gustaría que la sucinta
semblanza de esta religiosa ejemplar, pudiera servir de estímulo. Nació M.
Nieves Dalmau en el corazón de Madrid un
5 de agosto de 1949. Su venida al mundo fue acogida con infinito cariño por
parte de sus progenitores, si bien la recién nacida, pequeñita y gordinflona,
distaba mucho de ser la criatura angelical que su madre había soñado, no
obstante esa bolita con pies y brazos, quiso dar cumplida satisfacción a su mamá
y pasado el primer mes, no solo daba la talla, sino que estaba por encima de
los críos de su edad.
Cumplidos los cuatro años la
vemos en el Colegio de Hijas de la Caridad del Sagrado Corazón , donde dada su
precocidad, pudo hacer la primera comunión a la edad de 6 añitos. En este mismo Centro cursaría los estudios de
bachillerato completo y una vez aprobado el curso de preuniversitario, inicia
la carrera de Asistenta Social, que no llegaría a concluir ya que por voluntad propia, se embarcó en unas
oposiciones a correos que ganó brillantemente. Al poco tiempo pasó a trabajar
en la Inspección General de Correos en la c/ Montalván. Aquí tenemos a la joven M. Nieves, que tiene todo lo que una muchacha de 22 años puede pedir a la
vida. Inteligente, físicamente agraciada, porvenir profesional prometedor, el
cariño de su familia, un novio formal de
buena posición que se rinde a sus pies… Lo
único que le faltaba eran inquietudes religiosas; sí, porque en este tiempo M. Nieves era un joven
que apenas pisaba la Iglesias y con esto está dicho todo, pero sin ella saberlo,
se iba a producir el milagro, cuando menos se lo esperaba. Un providencial
acontecimiento, va a marcarla para siempre y poner fin a una vida disoluta, que
ella misma reconoce con estas palabras: “ Como un S. Pablo , el Señor, me
derribó de mi caballo, conocí al que luego fue mi director, pues hasta entonces
yo no tenía a nadie, ni me confesaba con nadie” ¿Qué es lo que sucedió? Pues algo muy singular a lo que Dios nos
tiene acostumbrado. En medio de una radiante primavera, esta muchacha alegre y enamorada de la vida, va
a sentir la llamada interior que la pide dejarlo todo por el Reino de los Cielos
y su vida va a cambiar súbitamente de la noche a la mañana. Esto fue lo que
pasó.
Un buen día junto con otras
compañeras fue a visitar a una profesora muy querida que se había hecho salesa
y se encontraba en el Primer Monasterio de la Visitación en la C/ Sta. Engracia
de Madrid. N. 20. A este primer encuentro con la Hna. Ana María siguieron otros,
cada vez más confidenciales. Un día Sor Ana María, que así se llamaba la
Hermana, le sugiere la idea hacer un retiro y esto habría de ser el comienzo o
el fin de todo, según se mire. Al poco tiempo de esto, tomó una decisión.
Estaba dispuesta a dejar el mundo. Así
son las cosas de Dios. Rompe con su novio, se despide de sus amigos y se lo
comunica a sus padres, que se llevaron el gran
disgusto de su vida.
El día 2 de Febrero a
las 5 de la tarde en medio de las lágrimas de su padre y la desesperación de su
madre, la jovencita M Nieves traspasaba el umbral de las puertas del histórico
Monasterio de la Visitacíón de la Calle
Sta. Engracia donde poco tiempo después había de tomar el hábito el día
24 de enero de 1972, pero las cosas no
iban bien . Su condición de joven rebelde y recio carácter hicieron que no se
entendiera con la Madre formadora de novicias. La situación fue de mal a peor,
hasta el punto de hacerse casi insostenible, por lo que se vio obligada a
exponer el caso a su director espiritual P. Juan Boudier, quien le aconsejó
cambiarse al Segundo Monasterio de la Visitación de la calle S. Bernardo,
también en Madrid y así
se hizo en fecha del 25 de marzo
de 1972
Ya en este Monasterio las cosas
iban a cambiar como de la noche al día. Su maestra de novicias iba a ser la M.
María Amada Aguilar, toda una institución en la Orden, de la que harían falta
muchas páginas para trazar su semblanza espiritual , humana y artística y no
digamos nada de su ayudanta la Hna.
Maria Elena a la que personalmente estoy
tan agradecido y de la que guardo el mejor de los recuerdos. Estas dos grandes
personalidades fueron las que se encargaron de forjar espiritualmente a la
joven novicia y yo diría que también de darla una formación humana
integral. Durante este tiempo la
María Amada, consagrada pintora, autora
de la mayoría de los preciosos
frescos que engalanan la Iglesia
, le ayudó a desarrollar sus dotes
pictóricas, con tal éxito, que cuadro que salía de sus manos ya tenía asegurada
la venta al público. Por fin llegó el día ansiado de su profesión, acaecida el
26 de marzo de 1974 , el mismo año en que detectaron un cáncer de pecho a su
querida madre de lo que moriría 3 años después.
La neófita profesa seguiría
pintando con más que notable éxito, al tiempo que estaba disponible para
cualquier acto de servicio a la comunidad sea el que fuere, si bien, según su propio testimonio, lo que
más le atraía era el cuidar de las religiosas enfermas .
En 1980 fue enviada a Annecy para
completar su educación humanista, sobre
todo por lo que se refiere a su formación musical y mejorar sus conocimientos del idioma francés,
lo que le vino muy bien para coronar con éxito una operación, que le costó
varios años de trabajo, cual fue la
traducción del francés al español del
voluminoso libro de Francis Trochu, que pasa por ser una de las
biografías más logradas de S. Francisco de Sales . La esmerada traducción que
M. Nieves nos ofrece en la Editorial Fonte ( Monte Carmelo) es de todo punto de
vista encomiable, aunque para mi gusto personal su obra más meritoria, de las
que yo conozco, es su libro “2º Monasterio de La Visitación de
Santa María de Madrid (
1798-1998) donde la autora se muestra como una competente historiadora,
rigurosa y ordenada, que quiso rendir un
homenaje al convento donde ha pasado
toda su vida. Más de uno se mostrará sorprendido por esta información, pues lo cierto es, que por humildad ni en un libro ni en el otro
figura su nombre, de aquí su anonimato en el ámbito de la cultura.
Durante varios años M.
Nieves fue la elegida para acompañar en sus viajes a la M. Superiora hasta
que en el año 2016 ella misma fue elegida
para ocupar este cargo, volviendo a ser reelegida para esta misión, que ella
interpretó siempre como acto de servicio
a la Comunidad, siendo sus
preocupaciones, por una parte
hacer todo lo posible para que el monasterio no se extinga y se vea
obligado a cerrar sus puertas y por otra, cuidar maternalmente a todas y cada una de las religiosas que gozosas y complacidas esperan ansiosas el poder celebrar las bodas de plata de la ordenación religiosa de su admirada y
querida Madre
Me imagino que esos 50 años que han pasado desde entonces han sido objeto de reflexiones íntimas y profundas que te han llevado a la conclusión de que tu vida en el Segundo Convento de la Visitación no ha sido un camino sembrado de rosas, ni nadie te prometió que así habría de ser. La visión que la gente tiene de los conventos de clausura como un remanso de paz, a los que se va a disfrutar de una existencia apacible y sosegada, responde a una idea romántica que nada tiene con la realidad, y tú lo sabes muy bien. Por propia experiencia has podido comprobar que la vida en los conventos, al igual que fuera de ellos, a veces es monótona, a veces cansina, a veces dura y hay veces que hasta hiere y lastima dejando cicatrices en el alma. Nadie sino tú y el Divino Confidente sabe de tu calvario, de tus noches oscuras y de tu martirio a plazos, de tus tinieblas, que hicieron fluir arroyos de lágrimas de tus ojos, en el silencio de la noche, pero también tuviste el consuelo de saber que quien mucho pasa, mucho tiene que ofrecer al Amado y esto es lo que cuenta, ya que en definitiva como dicen los maestros del espíritu: “El sufrir pasa lo que no pasará nunca es haber sufrido por amor”.
Una visión retrospectiva de lo que ha sido tu vida consagrada te coloca en situación de hacer balance. Cuantas emociones contenidas, cuantos silencios íntimos, cuantas soledades profundas, cuantas decepciones y desengaños, pero también cuantos momentos de complacencia espiritual, cuantos gozos íntimos, cuantas gracias y dones recibidos se han ido acumulando a lo largo de estos 50 años de vida consagrada. Renunciaste a ser madre, pero acabaste siéndolo de muchas religiosas que te ven como tal. Por todo ello, pero sobre todo porque has permanecido fiel a tu vocación religiosa, quienes te queremos, tanto los de aquí abajo como los del cielo, nos unimos a ti para dar gracias a Dios y celebrar contigo este gozoso acontecimiento. ¡M. Nieves de todo corazón ¡FELICIDADES! Te queremos