2023-03-29

197- El Ateneo abre sus puertas a la Escolástica

 

Un acto cultural que próximamente se va a celebrar en Madrid no carece de interés cultural, al menos por la las circunstancias que concurren.  No deja de sorprender a propios y extraños que después de que la Escolástica haya sido desterrada de los claustros y Seminarios, y eclesialmente descatalogada por obsoleta, venga ahora a ser un tema de interés para un organismo tradicionalmente vinculado al librepensamiento. No deja de sorprender que los aspirantes a clérigos y religiosos no presten la menor atención a una de las corrientes más importante de la historia del pensamiento, que ha venido siendo el santo y seña de la teología católica durante muchos siglos.  A este respecto, hasta un ateo materialista como Gustavo Bueno en su día, pudo expresarse así: Hace unos años, hace todavía 10 o 12 años, los clérigos que venían a la universidad sabían latín, habían leído a santo Tomás o a Suárez y se podía discutir con ellos. Y ahora, no sé si es por el Concilio Vaticano o por lo que sea, ahora no saben nada, ahora no saben absolutamente nada y entonces ni siquiera se les puede atacar. Son tan abiertos, es un humanismo tan vago, tan indeterminado que realmente no hay posibilidad de hablar con ellos. Y en ese sentido, me parece que la escolástica ha perdido su rigor, que está sin duda recluido en algunos núcleos, pero que hablan para sí, que no tienen auditorio, pero yo creo que es una tradición como la música gregoriana, que debería cultivarse, el que sea aficionado a ello, porque es una tradición importante, porque es un eslabón cultural sin el cual no se puede entender evidentemente toda la cultura posterior. La filosofía escolástica yo creo que es un eslabón indispensable para entender el ulterior desarrollo del pensamiento».


Estamos hablando de una corriente filosófico-teológica que ha sido juzgada muy severamente por los enemigos del cristianismo, siendo tachada de involutiva, intransigente, cerrada, reaccionaria, carente de interés, integrada por “frailones” ociosos, que no tenían otra cosa mejor que hacer que matar el tiempo, enredados en discusiones bizantinas sobre el sexo de los ángeles o cuántos de ellos eran capaces de danzar en la punta de una aguja. Juicio tan riguroso y seguramente injusto, que está pidiendo a voces una revisión histórica y esto es precisamente lo que se va a hacer próximamente en el Ateneo de Madrid, donde hay programada una conferencia, que lleva por título: “Introducción a la Escolástica”, que irá precedida de una presentación a cargo de Dña. Ana Maestro, una de las personas más cualificadas de esta casa y después de la conferencia habrá un debate, que promete ser interesante. Da mucha pena que  esta iniciativa revisionista y reivindicativa no haya partido de los de dentro sino de los de fuera, más aún, uno no sabe hasta que punto la Iglesia de hoy está interesada en que la Escolástica vuelva al  primer plano de actualidad. 

 Se mire por donde se mire, el tema que nos ofrece el Ateneo de Madrid tiene una relevancia indiscutible y no son pocos los interrogantes abiertos sobre  el mismo. Hagamos mención de algunos de ellos….. Dando por supuesto que en la Escolástica ha habido aciertos y errores, como en toda obra humana, no está de más reparar sobre cuál ha sido lo mejor y lo peor de la misma.  Habremos de dilucidar si los escolásticos acertaron a la hora de rechazar   la propuesta disyuntiva  en términos de  “ fe o razón”  por la conjuntiva de “fe y razón” , si  estuvieron atinados los autores escolásticos al cambiar la proposición “ Credo quia adsurdum est” de los primeros escritores cristianos, por la proposición genuinamente escolástica de “ Fides quaerens intellectum”.   Tendremos que ver si fueron convincentes a la hora de persuadir a la gente de que creer es lo más razonable del mundo y por supuesto, tendremos que hacernos algunas preguntas como éstas: ¿No fue la Escolástica la que hizo del cristianismo una religión ilustrada?  ¿Fue Sto. Tomás un fraile contemporizador o fue un espíritu apasionado por la verdad, rebelde e inconformista, empeñado en cristianizar a Aristóteles, sin importarle las condenas que cayeron sobre él?  ¿El caso de Galileo oscureció la labor de científicos escolásticos eminentes como lo fueron, entre otros, Alberto Magno, Grosseteste, G. de Ockam o Rogerio Bacon? ¿Es inteligible el pensamiento occidental en su conjunto sin la Escolástica? ¿Cuál fue el papel que jugó la Escolástica en la España del Nacional Catolicismo, a la que Roma consideró en su día modélica y de la que se dijo ser la reserva moral y espiritual de Occidente? ¿Cómo se explica que el Vaticano II acabara asestando un golpe de gracia a la Escolástica?  ¿No fue este Concilio  en gran medida la obra del influyente Jacques Maritain, un  verso libre de la Escolástica, maestro del cardenal Montini, quien una vez elegido papa con el nombre de Pablo VI, siguió siendo amigo y admirador de su línea de pensamiento que vemos reflejada en el documento conciliar “Gaudium et Spes” y en la encíclica “Populorum progressio”? y por fin ¿Cuál puede ser el futuro de la Escolástica, contemplado  desde  la perspectiva de los tiempos caóticos de una posmodernidad que comienza a inquietarnos seriamente? Muchos interrogantes abiertos, que pueden ser objetos de debate en el acto que se celebrará el próximo día 27 de marzo, en el salón Pérez Galdós del Ateneo madrileño, al que están todos invitados, no solo a asistir, sino también a participar en diálogo abierto.

2023-03-13

196.- La Cuaresma: tiempo para reflexionar sobre el dolor y sufrimiento.

 


Cuarenta días tenemos por delante para meditar sobre el sentido en nuestras vidas, de cualquier tipo de dolencia bien sea física o espiritual, siempre que lo hagamos a la luz del Cristo doliente, que se presenta ante nuestros ojos como maestro de dolores. Tenemos que aprender a sufrir, porque el sufrimiento es una realidad que acompaña a la condición humana y tarde o temprano  nos enfrentaremos a ella. ¿Qué sabe el que no sabe sufrir? se preguntaba el gran místico español Juan de La Cruz, porque aun siendo penoso en sí mismo el sufrimiento, lo es mucho más cuando no le encontramos sentido alguno. Es por esto que hasta algunos pensadores alejados del cristianismo tratan de encontrar razones para poderlo sobrellevar con dignidad, llegando a decir, como lo hace Nietzsche, que en el dolor puede estar la fuente de vida e incluso, se ha llegado más lejos, hasta relacionar el dolor con el amor auténtico, como si aquel fuera la garantía de éste. Es por esto por lo que la última palabra no la tiene el dolor sino el amor. que todo lo ensalza y purifica, de modo que sufrir por amor no es ya solo una expresión que tiene sentido. sino que bien pudiera poner de manifiesto la nobleza de la condición humana.     

Los latigazos inesperados que recibimos en la vida nos harán enmudecer, pero no desesperar cuando los soportamos a la luz del misterio de la cruz, eso que muchos sabios y prudentes de este mundo no son capaces de comprender, porque para ellos siempre será una locura. En esta locura de la cruz es en la que sólo quería gloriarse Pablo de Tarso. En ella deberíamos encontrar también todos los cristianos el santo gozo de poder padecer con Cristo y cooperar con Él en su obra redentora. A quienes la cruz se les hizo dulce no fue por ser cruz, sino por poderla  sobrellevar con amor  y por amor, Este es el secreto para poder padecer con alegría, pues como bien dijera S. Agustín: «Donde hay amor no hay dolor».

Si queremos encontrar una respuesta cristiana al dolor hemos de ser conscientes de su valor  salvífico. De ello ya nos habló S. Pablo y en los tiempos actuales lo ha hecho J. Pablo II en su Carta Apostólica “Salvici doloris” ¿Para qué sufrimos? Sufrimos para demostrar nuestro amor a Cristo, para unirnos a Él hasta llegar a ser corredentores con Él. Si el discípulo no puede ser más que su maestro, ningún cristiano podrá seguir sus pasos por sendas distintas a las suyas. Sobran las almas que alegremente quieren acompañarle el Domingo de Ramos, embriagadas de olor a incienso y laurel. Son muchos los que quieren adelantar el triunfo de Resurrección, sin pasar antes por la Vía Dolorosa del Viernes Santo. Nos hemos ido olvidando que para poder ser felices ya en la tierra hay que aprender a convivir con el dolor.  En nuestro afán de quedarnos con lo que nos conviene hemos separado cuidadosamente “la mística de la felicidad” de la “mística del sufrimiento” y ya nadie hace mención de aquella. Sabia sentencia es aquella que alumbró el itinerario de numerosas generaciones del pasado y que reza así: “Ad lucem per crucem” (Hacia la meta de la luz por el camino de la cruz). Que nadie se engañe, pensando que seguir a Cristo es cosa fácil, pues tener vocación de cristiano lleva implícito la renuncia y el portar la cruz de cada día. A todos nos gustaría recorrer el camino de la santidad por un camino sembrado de rosas, practicar la pobreza sin que me faltara de nada, ejercitarme en la virtud de forma complaciente, pero me temo que esto no es posible. A la santidad de vida no se llegaremos sin hacernos violencia, ni a la entrega amorosa sin experimentar el sabor amargo de la decepción, igual que no  es posible  aprender a ser humildes   sin haber pasado por la humillación. La meta gloriosa que nos espera es sin duda la resurrección con Cristo, pero antes tendremos que recorrer con Él la vía dolorosa y traspasar las barreras de la muerte que son las que nos abren las puertas de la gloria. 

 

 

 

 

 

 

 


127.- Unos días de convivencia con los monjes trapenses de la abadía de Sta. Mª de Viaceli

  El día 1 de septiembre, celebrábamos el 57 aniversario de nuestra boda. Cuántos recuerdos agolpados, cuántas vivencias compartidas; un sin...