Estamos acostumbrados a la arremetidas de la izquierda contra Iglesia Católica a la que se la considera una parasitaria que se aprovecha del dinero de los contribuyentes para fines particulares, por lo que habría que despojarla de exenciones y privilegios fiscales que viene disfrutando de tiempos atrás. Fuera, por tanto la casilla de aportación a la Iglesia en la Declaración de I.R.P.F. , fuera la clase de Religión de las escuelas , porque así nos ahorraríamos el sueldo de muchos profesores, fuera el pacto con la Santa Sede … . Nada se dice en cambio, de la subvenciones millonarias a los sindicatos y partidos políticos despilfarradores y corruptos, nada de sus prebendas y tratos ventajosos ¿ Por qué no se exige también una autofinanciación para estas organizaciones, tal como el pueblo reclama? Cuando este tipo de arremetidas son injustas hay que decirlo también. Reprochar a la Iglesia un mal uso de los dineros recibidos, en el momento actual, cuando todos sabemos los agujeros sociales que con ellos se están tapando, es al menos una irresponsabilidad y lo que pone de manifiesto, una vez mas, es la falta de congruencia de una parte del laicismo, que no acaba de comprender que la aportación católica a través de la casilla es una decisión libre y voluntaria de los ciudadanos, con la que unos podrán estar de acuerdo y otros no; pero que a nadie se le obliga. Y lo mismo cabe decir de la opción a la clase de Religión, que por donde quiera que se mire, ha de ser decisión de los padres, porque son ellos y no el e Estado los que financian la educación de sus hijos. El mismo derecho que tienen unos a pedir una educación laica, lo tienen los otros a recibir una educación religiosa. El proyecto laicista en curso, por mucho que se quiera camuflar, no acaba de despojarse de ciertos ribetes de totalitarismo con el que se trata de imponer los juicios y apreciaciones propios de forma exclusiva y excluyente, como si los demás no existiéramos, como si la sociedad en que vivimos no fuera pluralista. Pero esto no es todo, no es ya sólo de intolerancia de lo que estamos hablando, es también la ceguera de una ideología sectaria, incapaz de interpretar la realidad de los hechos
1ª Ya sé que existen las recientes criaturas llamadas oenegés, pero cómo negar el papel histórico de las misiones católicas y de Caritas en ese terreno. No estableceré un ranking de altruismo, pero yo, siendo ateo, dudo que los recursos administrados por
2ª. Para explicar la idea de Europa -y no digamos la de España- a un extraterrestre, sería imposible obviar el catolicismo. Entre nosotros, terrícolas, sería fatigoso desgranar su legado intelectual, arquitectónico, ético y artístico…. Voto por ese espíritu de paz y concordia, aunque yo no sea creyente.
3ª. Justo por no serlo, me parece inexplicable el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. ..Me espanta el fanático que se jacta de clausurar escuelas católicas o quemar frailes. A mi juicio de ateo, es lógico y deseable que el Estado sea laico, pero sucede que España no lo es. Hay vida inteligente fuera del Estado, así que pongo