Desde hace algunos años, yo diría que desde los tiempos de la transición, venimos arrastrando en España un grave problema educativo al que no acabamos de darle solución. Hoy en día todo parece estar en crisis, hay crisis cultural, moral, religiosa. La familia, el matrimonio, la sociedad entera están en crisis. La educación participa un poco de cada una de estas crisis y como fruto de ello la escuela se ha ido convirtiendo en un lugar de convergencia donde confluyen muchos de los aspectos de la compleja problemática social que hoy nos preocupa. Sin ningún éxito se han ensayado proyectos educativos que no acaban de convencer. El malestar de padres, profesores y alumnos manifestado públicamente en varias ocasiones nos está indicando que algo no va bien.
¿ qué es educar?
Desde muy antiguo la educación
ha sido interpretada de diversa manera . Unos la quieren vincular al
verbo latino “educare” que significaría tanto como orientar , conducir desde
fuera, otros en cambio la vinculan al verbo latino “educere” que significaría
extraer, sacar. En el primer caso se trataría de un proceso que va de fuera a
dentro, un ir metiendo, un ir llenando el entendimiento de elevadas ideas y el
corazón de nobles ideales, mientras que en el segundo sería al revés, se
trataría de un proceso que va de dentro
a fuera y consistiría en ayudar al educando en el despliegue de todas sus
potencialidades, en hacer que emerjan y se desarrollen a la exterior todas las
virtualidades que todo educando porta en su interior. A simple vista estas dos posturas se nos muestran como aparentemente
antagónicas y contrapuestas. Una y otra han tenido sus respectivos defensores
en figuras insignes de la filosofía de
todos los tiempo. Ahí están Aristóteles por una parte y por la otra nada menos
que Sócrates y Platón, defendiendo sendas posturas sólo aparentemente
contrapuestas, porque en el fondo son puntos de vista complementarios entre sí
como a continuación tendremos ocasión de ver.
Yo me imagino a estos
personajes en animadas tertulias
debatiendo sobre este tema considerado en su tiempo de capital importancia como
lo es ahora y lo ha sido siempre . Pienso yo que eso si que serían sabrosas tertulias y no como las de ahora en las que
cualquiera se pone a hablar de educación como si tal cosa. Cuando Aristóteles
defiende que venimos a este mundo “tanquam tabula rasa” lo que nos está
diciendo es que nacemos con una tarea inmensa por realizar, que no es otra que
la de ir rellenando de contenidos nuestra vida, sirviéndonos de la experiencia
y de las aportaciones del mundo exterior. Es un hecho fácilmente constatable
que el género humano difícilmente superaría un permanente estado de
primitivismo si no fuera acumulando los conocimientos y experiencias
provenientes del mundo exterior, es así mismo evidente que el niño, si no fuera
por las enseñanzas de los padres y experiencias procedentes del mundo exterior,
lo más seguro es que permanecería en estado salvaje toda su vida. Siempre que
hablamos de este tema subyace la idea de que el educando es un ignorante al que
hay que ir enseñando cosas y en la medida que le vamos sacando de la ignorancia
vamos haciendo de él un sujeto instruido que a veces viene a ser sinónimo
de sujeto educado.
Gracias a esas aportaciones de
fuera a dentro es como se produce el milagro de la educación; pero por ello no
deja de ser cierto también que el niño es sujeto de unas capacidades internas
que es preciso desarrollar en toda su virtualidad y si no se hace así no se
está contribuyendo al desarrollo de la personalidad que es una exigencia
fundamental de la educación. El ejemplo de Mozart podría resultar muy
ilustrativo al respecto. Si el genial compositor de Salzburgo no hubiera tenido
un padre a su lado que le hubiera ayudado a desarrollar sus dotes musicales, si
Leopoldo Mozart no se hubiera dado
cuenta que las capacidades de su hijo estaban por encima de las enseñanzas de
cualquier maestro y no le hubiera dejado desarrollar libremente su talento,
ahora seguramente no podríamos disfrutar de sus deliciosas composiciones
musicales. Pues bien, esto mismo es lo que sucede con todos los demás niños,
aunque sea en tono menor. Hay un sin número de potencialidades en cada uno de
los sujeto que esperan ser actualizadas, el hombre nace ya con una naturaleza
humana; pero tiene que humanizarse tiene que hacerse hombre y en esta trascendental
misión tienen un papel importantísimo tanto el padre como la madre.
Al hilo de lo que acabo de decir,
voy a poner de manifiesto un vicio en el que tanto educadores como padres
solemos caer con frecuencia. No sé muy bien por qué razón los educadores nos sentimos más vinculados a
la pedagogía negativa que a la positiva, nos sentimos inclinados más a prohibir
y corregir que a exhortar e impulsar. Muchos padres y educadores viven
obsesionados en impedir que sus hijos adquieran unos malos hábitos, que no
caigan en el pozo del alcoholismo o de la droga y hacen todo lo que está en sus
manos por evitarlo; olvidándose de todo lo demás, con lo eficaz que resultaría
intentar descubrir y revitalizar las dotes y cualidades ocultas que anidan en
el interior de cada niño. Potenciando todo lo positivo que llevamos dentro
estamos también impidiendo actitudes y
comportamientos negativos. Donde crece la buena semilla no hay espacio para que
nazca la mala hierba. Cuantas cualidades desaprovechadas, cuantos talentos
quedarán ocultos sin ni siquiera sospechar que ahí estaban. Por no prestar
atención muchos padres y educadores no se dan cuenta que el niño que tenían
delante era un portento en potencia,
sólo hubiera hecho falta haberle cultivado alguna de sus cualidades. Dicen los
psicólogos que de las más de 200 capacidades que poseemos, siempre hay alguna
en la que podíamos haber sobresalido, la pena es que nos moriremos sin saber
cual es esa cualidad en la que podríamos
haber destacado.
El educando precisamente lo es
porque con la ayuda de los demás puede enriquecerse constantemente y sacar al
exterior lo mejor de sí mismo. El proceso educativo quedaría a mitad del
camino, si nos contentáramos con despejar la tierra de cardos y abrojos. Hay
que seguir cultivando hasta que nazcan y se desarrollen las semillas y
produzcan sazonados frutos. Las potencialidades que hay en cada individuo han
de ser actualizadas. No nacemos ya hechos, sino que tenemos que irnos haciendo
poco a poco con esfuerzo y con trabajo y es aquí donde adquiere pleno sentido
el papel que juegan los padres en este proceso de maduración progresiva
Para que educamos
Con lo dicho puede apreciarse ya
que la educación ha de ser algo más que una mera instrucción, de la misma
manera que el hombre es algo más que un sujeto con capacidad intelectiva. El
cultivo de la mente es importante sin duda para el desarrollo de las personas;
pero lo es tanto o más el cultivo de la voluntad.
Existe hoy día una gran
confusión, fruto de ello se viene hablando de planes de educación, cuando en
realidad no son más que planes de estudio, se hablan de centros de educación,
cuando la verdad es que en ellos solamente se proporcionan unos determinados
aprendizajes, se habla en fin de niveles educativos, cuando de lo realmente se
trata es de niveles de aprendizaje. Desde el principio conviene dejar claro que
una cosa es la información y otra cosa es la formación . Si de lo que se trata
es de educar a las personas hemos de tener en cuenta tanto un aspecto como el
otro
Una educación dispuesta a asumir
el compromiso integral que conlleva, no ha de olvidarse nunca de la formación
personal que hoy en tiempos de crisis de humanismo resulta más necesaria que
nunca. Recuerdo que en cierta ocasión al representante del gobierno de turno se
le preguntaba por qué en los planes de estudios se daba preeminencia a los
saberes técnicos en detrimento de los saberes humanos y la respuesta fue:
porque así lo demandan los padres, porque así lo demanda la sociedad y puede
que esto se así; pero no deja de ser una respuesta poco responsable
Las familias se muestran muy
interesadas en que los hijos salgan con una buena preparación técnica, que les
permita competir con ventaja en la difícil lucha que tarde o temprano han de
librar en el campo laboral. Hay padres y
madres que están interesados en que sus hijos hagan buenas carreras para
poder acceder a un elevado status social y poder vivir confortablemente, sin
tener que pasar apuros al final de mes: la buena educación para ellos es
aquella que garantice el triunfo material y ahí se acaba todo. A mi no me gustaría que todo
fuera así porque a la educación hay que pedirla eso y mucho más. ¿ Para
que educamos? ¿Para hacer de nuestros hijos unos rbots mecanizados…?
Desgraciadamente la instrucción
excesivamente tecnificada de los últimos años está dejando enormes vacíos en estas nuevas generaciones ,
vacíos que solamente podrán subsanarse con una atención preferente a exigencias
más profundas. La sociedad, nuestra sociedad más que de buenos profesionales de
lo que está necesitando es de buenas personas, personas integras y cabales y
ello solamente se puede conseguir a través de una educación auténtica y
responsable; asunto este que debiera preocupar muy mucho a todos .
Si después de tantos esfuerzos y
sacrificios no hemos logrado hacer de nuestros hijos sujetos de valores humanos
y trascendentes de poco va a servir todo lo demás. Un ser humano vacío por
dentro que se rige por criterios de utilidad,
no acaba de convencer a nadie por muy instruido que sea. Con esto no
quiero decir que tengamos que desentendernos de los saberes de nuestro tiempo,
no es eso. Bien están los conocimientos y el domino de la técnica y más en
estos tiempos que corren, bien están. No seré yo, seducido por el mundo de la
informática, quien reste valor a estas prodigiosas adquisiciones, lo que quiero
decir es que por muy importantes que éstas sean, no deben ser motivo para
olvidarnos de lo demás. Yo estoy convencido de quea nadie le gustaría ser un
ordenador ambulante, por más que fuera portador
de cientos de megas capaces de almacenar todos los conocimientos de la
época, por esod desde el principio la educación ha de estar orientada hacia una
idea modélica de hombre . ¿Que tipo e hombre queremos para nuestra sociedad?
Esta es la pregunta. Educaremos de una forma o de otra según la respuesta que
demos a esta pregunta. El modelo humano de que se parte va a condicionar todo el proceso educativo. Educamos según la
concepción que tengamos del hombre, en razón de lo que creemos que es su esencialidad,
en consideración a lo que creemos que es su origen y finalidad última. Estas
cosas en definitiva son las que nos van
haciendo tomar conciencia del por qué y
el para qué de la educación, asunto este de capital importancia, sobre todo en los primeros años de la vida
del niño.
Con los ojos puestos en ese
modelo ideal de hombre es como yo quisiera diseñar en rasgos generales lo que
podríamos llamar un tipo de educación integral y responsable. La educación, en
cuanto arte práctico que es, nos pide realismo, pero sin que ello nos obligue a
renunciar a nada. La aspiración educativa debe mantenerse en una tensión
constante. Posiblemente lo más grandioso del ser humano está en que siempre
puede llegar a ser más de lo que es. Puede que la distancia entre lo que se es
y lo que se debe ser sea abismal, pero aún así siempre es posible acortarla,
poniendo en práctica una buena educación. El ideal educativo nos permite operar
sabiendo a dónde nos dirigimos.
El modelo ideal de persona nos
obliga a contemplar al hombre en toda su integridad, abierto a todas las
posibilidades humanas y también a las trascendentes. El paradigma de lo humano
abarca todas las dimensiones personales, desde las físicas a las espirituales.
Nada queda excluido de la realidad del yo, núcleo en el que convergen las
diversas estructuras, que muestran la rica complejidad del ser humano.
La aspiración a modelar ese
hombre integral comienza por lo corporal. A la educación física se la está
dando ya la atención que merece. Hoy más que nunca sigue siendo verdad aquello
de que “mens sana in corpore sano”. El factor físico resulta ser un aliado
imprescindible para el desarrollo humano integral, sin que ello suponga una
autocomplacencia que nos lleve a rendir un culto exagerado al cuerpo, que es algo
de lo que hoy está pasando. A este respecto ya San Gregorio Magno nos advertía
“que si al cuerpo le damos poco, o no le respetamos debidamente, perdemos a un
amigo, pero si le regalamos demasiado alimentamos a un enemigo”.
En otra esfera estructural de la
persona nos encontramos con la dimensión mental, que siempre ha sido un
componente fundamental a tener en cuenta; por eso ha sido siempre una de las
principales aspiraciones educativas el aprender mucho y bien. Padres y
educadores han de saber inculcar el respeto y la pasión por la verdad, lejos de
adoctrinamientos y manipulaciones, pero también lejos de relativismos y
subjetivismos iconoclastas. Poco se podría enseñar a unos sujetos que no creen
en la verdad o la confunden con la utilidad. La verdad a la que hay que aspirar
es la verdad por ella misma, desinteresada, que lleva su recompensa en haberla
adquirido. Cuando se inculca a los educandos una auténtica motivación por el
saber, son ellos mismos los que se encargarán de aprender.
En la educación de la mente no
sólo importa aprender contenidos, es necesario también aprender a aprender.
Aquí los educadores vuelven a tener una misión destacada, tratando de enseñar a
sus pupilos cómo tienen que estudiar. Aún con todo, la función más decisiva en
orden a ir conformando la personalidad de los educandos, hay que buscarla por
los caminos de la moralidad y la interioridad. “ Conocete a ti mismo”.
La moralización de la persona es
algo que no puede faltar en educación. El hombre no nace con un talante moral
definido, no nace bueno o malo sino que va haciéndose bueno o malo y en esto
tiene mucho que ver la educación que recibimos. Desde el principio el niño
necesita de unos principios y normas éticas, seguras y consistentes que le
permitan orientarse y poder discernir unos comportamientos de otros , necesita
saber donde está el bien y donde está el mal : un conocimiento bien fundado y
consistente que le ponga a salvo de relativismos arbitrarios y de subjetivismos caprichosos.
No es sólo la verdad moral la que
nos ayuda a ser buenos y honrados, hace
falta ponerla en práctica. La recta conciencia ha de venir complementada por la
buena voluntad. No es suficiente con saber que es la virtud y donde están los
valores, es preciso conquistarlos y hacerlos nuestros y esto requiere esfuerzo
y ejercicio continuado. Se llega a ser veraz ejercitando la veracidad, se llega
a ser solidario ejercitando la solidaridad, se llega a ser honrado ejercitando
actos continuados de honradez. Los actos
continuados engendran hábitos y éstos son los que van conformando el talante
moral de cada persona , nada de esto es posible si no se ha aprendido el
difícil arte del autodominio. Todo esto es exigible en primer lugar al
educador, porque al final uno acaba
enseñando lo que es . En los muchachos sobre todo en los más pequeños cala
hondo el ejemplo . Los niños tiene una sensibilidad especial para captar lo que
pasa a su alrededor. La incongruencia entre lo que se hace y lo que se dice
puede resultar desconcertante para el niño. No hace falta insistir en algo que
se nos muestra obvio.
. Los bellos ideales de amor
universal, solidaridad, tolerancia, fraternidad configuran el mejor escenario de una
convivencia en armonía y paz.
Como educar
E afecto siempre es un ingrediente necesario a
la hora de educar. El niño es un sujeto necesitado de amor y de cariño, de
protección también, nadie como él es tan receptivo a cualquier expresión de
ternura y cuando falta este clima de afecto , se produce una frustración que
puede dejarle marcado para toda la vida. La historia está llena de personas
desarraigadas que en sus primeros años vivieron una triste infancia sin calor
de hogar. Ello no quiere decir que hayamos de consentírselo todo, ni mucho menos
. Desde pequeños han de aprender la lección de que no son ellos los únicos, su
natural egocentrismo ha de ser desviado progresivamente hacia los demás.
El problema está en que las relaciones educando- educador son
hoy muy complejas y exigen saber compaginar la autoridad con le respeto a la
libertad personal, intervención , pero respetando la personalidad de cada cual,
exigen saber escuchar y estar atentos a
las necesidades del propio educando , porque en definitiva el protagonista de la
educación no deja de ser el mismo. Escuchar aunque sus preocupaciones nos
parezcan nimiedades y tomar en serio sus problemas. Si los muchachos encuentran
a alguien dispuesto a ayudarles y comprenderles se fían y responden de forma
generosa. Cuando reina este clima de confianza tenemos ya la mitad del camino
andado. No es difícil saber cuando nuestros niños confían o no en nosotros. Si
te piden consejo, hablan contigo con naturalidad, te comunican sus planes y
proyectos, si te hacen partícipes de sus pequeños triunfos, buena señal. Si por
el contrario te esquivan, recelan o te mienten debemos comenzar a preocuparnos.
Los tiempos que corren son de
excesiva permisividad, todo el mundo lo reconoce, tiempos en que se pone en cuestión el
principio de autoridad. De aquí el problema: Si por evitar la conflictividad
somos demasiado blandos, corremos el peligro de convertirnos en unos
consentidores, si aplicamos la disciplina cuartelaria está el peligro del
enfrentamiento.¿ Qué hacer? No tenemos más salida que la de saber compaginar
autoridad con libertad aderezado con el amor y el cariño que nunca deben faltar.
Quiero dejar claro que cuado hablo de autoridad estoy diciendo algo bien distinto a ese autoritarismo del ordeno y mando, del por que yo o digo. La
autoridad de que yo hablo es servicio y más que impuesta es libremente
aceptada, nunca arbitrario, sino razonable y razonada, que se expresa en pocas normas fundamentales y claras, de obligado cumplimiento, aunque la manera de
exigir que se cumpla ha de ser exqusita. La dejación de autoridad puede ser nefasta para la educación . Lo
estamos viendo. El excesivo permisivismo está degenerando en indisciplina.
Parece como si todo hubiéramos de
consentírselo a los hijos y a los alumnos, porque si no es así van a quedar
traumatizados para toda la vida. Cuando en realidad lo que sucede es todo lo
contrario . El niño que ha hecho una cosa mal, espera que su padres y
profesores le corrijan y le sancionen por ello y si no lo hacen se preguntan ¿
Que clase de educadores son éstos que todo me lo consienten? ¿ Donde están esas barreas de seguridad que
me sirvan de protección?
Siempre he pensado que encierra
mucha verdad el dicho de que “ quien bien te quiere te hará llorar”. El educar
ha de hacerse con autoridad, sin que por
supuesto falte el amor, el mismo amor
que hizo posible el milagro de la vida hará posible el arte de la educación .
Con razón se ha dicho que educar fundamentalmente es amar. Cuando les enseñamos
algo, nos podemos equivocar , cuando les amamos nunca nos equivocamos . Aquí
quiero acabar diciendo: El amor es el gran secreto de la educación .