2022-02-16

88.- Necesitamos ideas claras sobre educación


 

    Desde hace algunos años, yo diría que desde los tiempos de la transición, venimos arrastrando en España un grave problema educativo al que no acabamos de darle solución. Hoy en día  todo parece estar en crisis, hay crisis cultural, moral, religiosa. La familia, el matrimonio, la sociedad entera  están en crisis. La educación participa un poco de cada una de estas crisis y como fruto de ello  la escuela se ha ido convirtiendo en un lugar de convergencia donde confluyen muchos de los aspectos de la compleja problemática social que hoy nos preocupa. Sin ningún éxito se han ensayado proyectos educativos que no acaban de convencer. El malestar de padres, profesores y alumnos manifestado públicamente en varias ocasiones  nos está indicando que algo no va bien.

 La escuela hoy necesita recuperar el sentido humanista que siempre tuvo. Habrá que recuperar aquellas preguntas que de una forma o de otra estuvieron presentes en los proyectos educativos  de todos los tiempos. ¿ Qué es la educación? ¿ Para que debo educar?  ¿ Como debo hacerlo? Cuestiones como éstas son las que yo hoy quisiera plantear aquí.

 No se ha de creer a quienes dicen que la mejor educación es la que no existe, ni a quienes dicen que hay que ser omnitolerantes dejando a los niños que hagan lo que quieran , que se eduquen así mismos.  Es la propia experiencia la que cada día nos dice que han nacido para ser educados, toda vez que la imagen del salvaje perfecto no existe por muy idílica que pueda parecer. Hay que comprometerse en el desarrollo personal de los educandos porque de no hacerlo así son ellos mismos los que se sentirán decepcionados. Tarde o temprano el niño al que todo se le consiente se volverá contra sus padres y educadores para echarles en cara que cuando más lo necesitaban les dejaron solos privándoles del alimento espiritual que les era imprescindible. Hay razones para pensar que los años de la infancia son más decisivos para el futuro desarrollo de la personalidad que los años pasados en la universidad; pero el arte de educar no es nada fácil, supone conocer bien la compleja situación humana y entrar en complicidad con el educando. A continuación me voy a detener en cuestiones que a mi me parecen fundamentales

 

¿ qué es educar?

 ¿Que es educar?  Es una pregunta que desde hace siglos nos venimos haciendo los hombres y mujeres, y hoy más que nunca conviene que nos la sigamos haciendo. Para empezar podemos decir que se trata de una actividad que se las tiene que haber no con objetos ni con cosas sino con personas, lo cual nos pone ya en guardia de que se trata de una delicada cuestión. Educamos cuando estamos ayudando a alguien a superarse, cuando le facilitamos el encuentro consigo mismo y con los demás, en definitiva cuando favorecemos su desarrollo como persona. Reparad en que hablamos de ayudar a desarrollar su personalidad no de suplantar su personalidad, peligro este en el que fácilmente se puede caer cuando tratamos de educar a niños pequeños.

 

 Desde muy antiguo  la educación  ha sido interpretada de diversa manera . Unos la quieren vincular al verbo latino “educare” que significaría tanto como orientar , conducir desde fuera, otros en cambio la vinculan al verbo latino “educere” que significaría extraer, sacar. En el primer caso se trataría de un proceso que va de fuera a dentro, un ir metiendo, un ir llenando el entendimiento de elevadas ideas y el corazón de nobles ideales, mientras que en el segundo sería al revés, se trataría de un proceso que va  de dentro a fuera y consistiría en ayudar al educando en el despliegue de todas sus potencialidades, en hacer que emerjan y se desarrollen a la exterior todas las virtualidades que todo educando porta en su interior.   A simple vista estas dos posturas  se nos muestran como aparentemente antagónicas y contrapuestas. Una y otra han tenido sus respectivos defensores en  figuras insignes de la filosofía de todos los tiempo. Ahí están Aristóteles por una parte y por la otra nada menos que Sócrates y Platón, defendiendo sendas posturas sólo aparentemente contrapuestas, porque en el fondo son puntos de vista complementarios entre sí como a continuación tendremos ocasión de ver. 

 

Yo me imagino a estos personajes  en animadas tertulias debatiendo sobre este tema considerado en su tiempo de capital importancia como lo es ahora y lo ha sido siempre  .  Pienso yo que eso si que serían sabrosas  tertulias y no como las de ahora en las que cualquiera se pone a hablar de educación como si tal cosa. Cuando Aristóteles defiende que venimos a este mundo “tanquam tabula rasa” lo que nos está diciendo es que nacemos con una tarea inmensa por realizar, que no es otra que la de ir rellenando de contenidos nuestra vida, sirviéndonos de la experiencia y de las aportaciones del mundo exterior. Es un hecho fácilmente constatable que el género humano difícilmente superaría un permanente estado de primitivismo si no fuera acumulando los conocimientos y experiencias provenientes del mundo exterior, es así mismo evidente que el niño, si no fuera por las enseñanzas de los padres y experiencias procedentes del mundo exterior, lo más seguro es que permanecería en estado salvaje toda su vida. Siempre que hablamos de este tema subyace la idea de que el educando es un ignorante al que hay que ir enseñando cosas y en la medida que le vamos sacando de la ignorancia vamos haciendo de él un sujeto instruido que a veces viene a ser sinónimo de  sujeto educado.

 

Gracias a esas aportaciones de fuera a dentro es como se produce el milagro de la educación; pero por ello no deja de ser cierto también que el niño es sujeto de unas capacidades internas que es preciso desarrollar en toda su virtualidad y si no se hace así no se está contribuyendo al desarrollo de la personalidad que es una exigencia fundamental de la educación. El ejemplo de Mozart podría resultar muy ilustrativo al respecto. Si el genial compositor de Salzburgo no hubiera tenido un padre a su lado que le hubiera ayudado a desarrollar sus dotes musicales, si Leopoldo Mozart  no se hubiera dado cuenta que las capacidades de su hijo estaban por encima de las enseñanzas de cualquier maestro y no le hubiera dejado desarrollar libremente su talento, ahora seguramente no podríamos disfrutar de sus deliciosas composiciones musicales. Pues bien, esto mismo es lo que sucede con todos los demás niños, aunque sea en tono menor. Hay un sin número de potencialidades en cada uno de los sujeto que esperan ser actualizadas, el hombre nace ya con una naturaleza humana; pero tiene que humanizarse tiene que hacerse hombre y en esta trascendental misión tienen un papel importantísimo tanto el padre como la madre.

 

Al hilo de lo que acabo de decir, voy a poner de manifiesto un vicio en el que tanto educadores como padres solemos caer con frecuencia. No sé muy bien por qué razón  los educadores nos sentimos más vinculados a la pedagogía negativa que a la positiva, nos sentimos inclinados más a prohibir y corregir que a exhortar e impulsar. Muchos padres y educadores viven obsesionados en impedir que sus hijos adquieran unos malos hábitos, que no caigan en el pozo del alcoholismo o de la droga y hacen todo lo que está en sus manos por evitarlo; olvidándose de todo lo demás, con lo eficaz que resultaría intentar descubrir y revitalizar las dotes y cualidades ocultas que anidan en el interior de cada niño. Potenciando todo lo positivo que llevamos dentro estamos también impidiendo  actitudes y comportamientos negativos. Donde crece la buena semilla no hay espacio para que nazca la mala hierba. Cuantas cualidades desaprovechadas, cuantos talentos quedarán ocultos sin ni siquiera sospechar que ahí estaban. Por no prestar atención muchos padres y educadores no se dan cuenta que el niño que tenían delante era  un portento en potencia, sólo hubiera hecho falta haberle cultivado alguna de sus cualidades. Dicen los psicólogos que de las más de 200 capacidades que poseemos, siempre hay alguna en la que podíamos haber sobresalido, la pena es que nos moriremos sin saber cual es  esa cualidad en la que podríamos haber destacado. 

 

El educando precisamente lo es porque con la ayuda de los demás puede enriquecerse constantemente y sacar al exterior lo mejor de sí mismo. El proceso educativo quedaría a mitad del camino, si nos contentáramos con despejar la tierra de cardos y abrojos. Hay que seguir cultivando hasta que nazcan y se desarrollen las semillas y produzcan sazonados frutos. Las potencialidades que hay en cada individuo han de ser actualizadas. No nacemos ya hechos, sino que tenemos que irnos haciendo poco a poco con esfuerzo y con trabajo y es aquí donde adquiere pleno sentido el papel que juegan los padres en este proceso de maduración progresiva

 

Para que educamos

 

Con lo dicho puede apreciarse ya que la educación ha de ser algo más que una mera instrucción, de la misma manera que el hombre es algo más que un sujeto con capacidad intelectiva. El cultivo de la mente es importante sin duda para el desarrollo de las personas; pero lo es tanto o más el cultivo de la voluntad.

 

Existe hoy día una gran confusión, fruto de ello se viene hablando de planes de educación, cuando en realidad no son más que planes de estudio, se hablan de centros de educación, cuando la verdad es que en ellos solamente se proporcionan unos determinados aprendizajes, se habla en fin de niveles educativos, cuando de lo realmente se trata es de niveles de aprendizaje. Desde el principio conviene dejar claro que una cosa es la información y otra cosa es la formación . Si de lo que se trata es de educar a las personas hemos de tener en cuenta tanto un aspecto como el otro

 

Una educación dispuesta a asumir el compromiso integral que conlleva, no ha de olvidarse nunca de la formación personal que hoy en tiempos de crisis de humanismo resulta más necesaria que nunca. Recuerdo que en cierta ocasión al representante del gobierno de turno se le preguntaba por qué en los planes de estudios se daba preeminencia a los saberes técnicos en detrimento de los saberes humanos y la respuesta fue: porque así lo demandan los padres, porque así lo demanda la sociedad y puede que esto se así; pero no deja de ser una respuesta poco responsable

 

Las familias se muestran muy interesadas en que los hijos salgan con una buena preparación técnica, que les permita competir con ventaja en la difícil lucha que tarde o temprano han de librar en el campo laboral. Hay padres y  madres que están interesados en que sus hijos hagan buenas carreras para poder acceder a un elevado status social y poder vivir confortablemente, sin tener que pasar apuros al final de mes: la buena educación para ellos es aquella que garantice el triunfo material y ahí se acaba todo. A mi  no me gustaría  que todo  fuera así porque a la educación hay que pedirla eso y mucho más. ¿ Para que educamos? ¿Para hacer de nuestros hijos unos rbots mecanizados…?

 

Desgraciadamente la instrucción excesivamente tecnificada de los últimos años está dejando  enormes vacíos en estas nuevas generaciones , vacíos que solamente podrán subsanarse con una atención preferente a exigencias más profundas. La sociedad, nuestra sociedad más que de buenos profesionales de lo que está necesitando es de buenas personas, personas integras y cabales y ello solamente se puede conseguir a través de una educación auténtica y responsable; asunto este que debiera preocupar muy mucho a todos .

 

Si después de tantos esfuerzos y sacrificios no hemos logrado hacer de nuestros hijos sujetos de valores humanos y trascendentes de poco va a servir todo lo demás. Un ser humano vacío por dentro que se rige por criterios de utilidad,  no acaba de convencer a nadie por muy instruido que sea. Con esto no quiero decir que tengamos que desentendernos de los saberes de nuestro tiempo, no es eso. Bien están los conocimientos y el domino de la técnica y más en estos tiempos que corren, bien están. No seré yo, seducido por el mundo de la informática, quien reste valor a estas prodigiosas adquisiciones, lo que quiero decir es que por muy importantes que éstas sean, no deben ser motivo para olvidarnos de lo demás. Yo estoy convencido de quea nadie le gustaría ser un ordenador ambulante, por más que fuera portador  de cientos de megas capaces de almacenar todos los conocimientos de la época, por esod desde el principio la educación ha de estar orientada hacia una idea modélica de hombre . ¿Que tipo e hombre queremos para nuestra sociedad? Esta es la pregunta. Educaremos de una forma o de otra según la respuesta que demos a esta pregunta. El modelo humano de que se parte va a condicionar  todo el proceso educativo. Educamos según la concepción que tengamos del hombre, en razón de lo que creemos que es su esencialidad, en consideración a lo que creemos que es su origen y finalidad última. Estas cosas  en definitiva son las que nos van haciendo tomar conciencia  del por qué y el para qué de la educación, asunto este de capital importancia,  sobre todo en los primeros años de la vida del niño.

 

Con los ojos puestos en ese modelo ideal de hombre es como yo quisiera diseñar en rasgos generales lo que podríamos llamar un tipo de educación integral y responsable. La educación, en cuanto arte práctico que es, nos pide realismo, pero sin que ello nos obligue a renunciar a nada. La aspiración educativa debe mantenerse en una tensión constante. Posiblemente lo más grandioso del ser humano está en que siempre puede llegar a ser más de lo que es. Puede que la distancia entre lo que se es y lo que se debe ser sea abismal, pero aún así siempre es posible acortarla, poniendo en práctica una buena educación. El ideal educativo nos permite operar sabiendo a dónde nos dirigimos.

 

El modelo ideal de persona nos obliga a contemplar al hombre en toda su integridad, abierto a todas las posibilidades humanas y también a las trascendentes. El paradigma de lo humano abarca todas las dimensiones personales, desde las físicas a las espirituales. Nada queda excluido de la realidad del yo, núcleo en el que convergen las diversas estructuras, que muestran la rica complejidad del ser humano.

 

La aspiración a modelar ese hombre integral comienza por lo corporal. A la educación física se la está dando ya la atención que merece. Hoy más que nunca sigue siendo verdad aquello de que “mens sana in corpore sano”. El factor físico resulta ser un aliado imprescindible para el desarrollo humano integral, sin que ello suponga una autocomplacencia que nos lleve a rendir un culto exagerado al cuerpo, que es algo de lo que hoy está pasando. A este respecto ya San Gregorio Magno nos advertía “que si al cuerpo le damos poco, o no le respetamos debidamente, perdemos a un amigo, pero si le regalamos demasiado alimentamos a un enemigo”.

 

En otra esfera estructural de la persona nos encontramos con la dimensión mental, que siempre ha sido un componente fundamental a tener en cuenta; por eso ha sido siempre una de las principales aspiraciones educativas el aprender mucho y bien. Padres y educadores han de saber inculcar el respeto y la pasión por la verdad, lejos de adoctrinamientos y manipulaciones, pero también lejos de relativismos y subjetivismos iconoclastas. Poco se podría enseñar a unos sujetos que no creen en la verdad o la confunden con la utilidad. La verdad a la que hay que aspirar es la verdad por ella misma, desinteresada, que lleva su recompensa en haberla adquirido. Cuando se inculca a los educandos una auténtica motivación por el saber, son ellos mismos los que se encargarán de aprender.

 

En la educación de la mente no sólo importa aprender contenidos, es necesario también aprender a aprender. Aquí los educadores vuelven a tener una misión destacada, tratando de enseñar a sus pupilos cómo tienen que estudiar. Aún con todo, la función más decisiva en orden a ir conformando la personalidad de los educandos, hay que buscarla por los caminos de la moralidad y la interioridad. “ Conocete a ti mismo”.

 

La moralización de la persona es algo que no puede faltar en educación. El hombre no nace con un talante moral definido, no nace bueno o malo sino que va haciéndose bueno o malo y en esto tiene mucho que ver la educación que recibimos. Desde el principio el niño necesita de unos principios y normas éticas, seguras y consistentes que le permitan orientarse y poder discernir unos comportamientos de otros , necesita saber donde está el bien y donde está el mal : un conocimiento bien fundado y consistente que le ponga a salvo de relativismos arbitrarios  y de subjetivismos caprichosos.

 

No es sólo la verdad moral la que nos ayuda a ser buenos y honrados,  hace falta ponerla en práctica. La recta conciencia ha de venir complementada por la buena voluntad. No es suficiente con saber que es la virtud y donde están los valores, es preciso conquistarlos y hacerlos nuestros y esto requiere esfuerzo y ejercicio continuado. Se llega a ser veraz ejercitando la veracidad, se llega a ser solidario ejercitando la solidaridad, se llega a ser honrado ejercitando actos continuados de honradez.  Los actos continuados engendran hábitos y éstos son los que van conformando el talante moral de cada persona , nada de esto es posible si no se ha aprendido el difícil arte del autodominio. Todo esto es exigible en primer lugar al educador, porque al final uno  acaba enseñando lo que es . En los muchachos sobre todo en los más pequeños cala hondo el ejemplo . Los niños tiene una sensibilidad especial para captar lo que pasa a su alrededor. La incongruencia entre lo que se hace y lo que se dice puede resultar desconcertante para el niño. No hace falta insistir en algo que se nos muestra obvio.

. Los bellos ideales de amor universal, solidaridad, tolerancia, fraternidad  configuran el mejor escenario de una convivencia en armonía y paz.

 

Como educar

 Una vez que hemos intentado decir que es la educación y para que sirve nos resta ahora saber cómo hemos de educar, para hacerlo bien. Yo no quisiera abrumar a nadie con las mil y una fórmulas mágicas, que circulan por ahí de cómo hay que educar , a lo más voy a intentar ofrecer unas consideraciones de carácter general que puedan ayudar en esta difícil tarea.

 Para poder ejercitarnos con éxito en el arte de las artes , que es como se ha llamado a la educación, es imprescindible aprender a moverse en la cuerda floja. A parte de compleja, la actividad educativa es muy cambiante. El educador ha de estar soportando una especie de tensión dialéctica para no caer en excesos o en defectos igualmente perniciosos. Los registros  son múltiples con muy distinta tonalidad y  hay que acertar a utilizarlos según las circunstancias y las condiciones del sujeto. Cada muchacho es distinto a los otros, un mundo a parte y así hay que tratarle y las diferencias se acentúan, si de lo que estamos hablando es de un chico o una chica, a pesar de las disparates que a veces se oyen decir por ahí al respecto. Sus ritmos de aprendizaje es distinto, sus sensibilidades son distintas, sus aspiraciones más íntimas son distintas, según han demostrado estudios serios. Diferencias todas ellas que deben tenerse en consideración. Más aun el mismo muchacho o muchacha exigen un trato diferenciado en consonancia con las distintas etapas por las que va atravesando, es decir está pidiendo una educación personalizada.

 

 E afecto siempre es un ingrediente necesario a la hora de educar. El niño es un sujeto necesitado de amor y de cariño, de protección también, nadie como él es tan receptivo a cualquier expresión de ternura y cuando falta este clima de afecto , se produce una frustración que puede dejarle marcado para toda la vida. La historia está llena de personas desarraigadas que en sus primeros años vivieron una triste infancia sin calor de hogar.  Ello no quiere decir que  hayamos de consentírselo todo, ni mucho menos . Desde pequeños han de aprender la lección de que no son ellos los únicos, su natural egocentrismo ha de ser desviado progresivamente hacia los demás.

 

El problema está  en que las relaciones educando- educador son hoy muy complejas y exigen saber compaginar la autoridad con le respeto a la libertad personal, intervención , pero respetando la personalidad de cada cual, exigen  saber escuchar y estar atentos a las necesidades del propio educando , porque en definitiva el protagonista de la educación no deja de ser el mismo. Escuchar aunque sus preocupaciones nos parezcan nimiedades y tomar en serio sus problemas. Si los muchachos encuentran a alguien dispuesto a ayudarles y comprenderles se fían y responden de forma generosa. Cuando reina este clima de confianza tenemos ya la mitad del camino andado. No es difícil saber cuando nuestros niños confían o no en nosotros. Si te piden consejo, hablan contigo con naturalidad, te comunican sus planes y proyectos, si te hacen partícipes de sus pequeños triunfos, buena señal. Si por el contrario te esquivan, recelan o te mienten debemos comenzar a preocuparnos.

 

Los tiempos que corren son de excesiva permisividad, todo el mundo lo reconoce,  tiempos en que se pone en cuestión el principio de autoridad. De aquí el problema: Si por evitar la conflictividad somos demasiado blandos, corremos el peligro de convertirnos en unos consentidores, si aplicamos la disciplina cuartelaria está el peligro del enfrentamiento.¿ Qué hacer? No tenemos más salida que la de saber compaginar autoridad con libertad aderezado con el amor y el cariño que nunca deben faltar. Quiero dejar claro que cuado hablo de autoridad estoy  diciendo algo bien distinto a  ese autoritarismo  del ordeno y mando, del por que yo o digo. La autoridad de que yo hablo es servicio y más que impuesta es libremente aceptada, nunca arbitrario, sino razonable y razonada, que se expresa  en pocas normas fundamentales y claras,  de obligado cumplimiento, aunque la manera de exigir que se cumpla ha de ser exqusita. La dejación de autoridad  puede ser nefasta para la educación . Lo estamos viendo. El excesivo permisivismo está degenerando en indisciplina. Parece  como si todo hubiéramos de consentírselo a los hijos y a los alumnos, porque si no es así van a quedar traumatizados para toda la vida. Cuando en realidad lo que sucede es todo lo contrario . El niño que ha hecho una cosa mal, espera que su padres y profesores le corrijan y le sancionen por ello y si no lo hacen se preguntan ¿ Que clase de educadores son éstos que todo me lo consienten?  ¿ Donde están esas barreas de seguridad que me sirvan de protección?

 

Siempre he pensado que encierra mucha verdad el dicho de que “ quien bien te quiere te hará llorar”. El educar ha de hacerse con autoridad,  sin que por supuesto falte el amor,  el mismo amor que hizo posible el milagro de la vida hará posible el arte de la educación . Con razón se ha dicho que educar fundamentalmente es amar. Cuando les enseñamos algo, nos podemos equivocar , cuando les amamos nunca nos equivocamos . Aquí quiero acabar diciendo: El amor es el gran secreto de la educación .

244.-Tenemos la obligación de defender nuestra civilización cristiana.

  Si en algo estamos todos de acuerdo es que la fe y los valores cristianos son la base de la civilización occidental. Renunciar a ellos ser...