2022-02-28

157.- Atentos a las exigencias de los nuevos tiempos

 

 


 La razón por la cual  el cristianismo habría podido perpetuarse a lo largo de los siglos es que ha estado intelectualmente bien cimentado, parte  naturalmente de la promesa de Cristo del “non praevalebunt” que nos asegura que sus palabras tienen vigencia siempre. Se es injusto contra el cristianismo cuando, por algunos errores puntuales, productos de la época, se le acusa de retrógrado y se dice de él que es enemigo de la ciencia. La realidad es bien distinta, el cristianismo  ha estado y sigue estando a favor del progreso, el desarrollo y los avances científicos,  a lo que sí se opone, entiéndase bien, es al mal uso que de los nuevos técnicas e inventos puedan hacerse, pues no todo lo que está al alcance de la ciencia y la técnica es lícito, como tampoco podemos caer en la trampa de identificar progreso y desarrollo con laicismo, pues no siempre ambos van en la misma dirección. Por otra parte está por demostrar que los no creyentes sean más cultos que los creyentes.

 Los libres pensadores han tenido siempre la propensión de erigirse en los defensores a ultranza de una razón laica excluyente  enemiga de la religión,  que tratan de imponérsela los demás con el pretexto de liberarles de un fanatismo dogmático obscurantista y perturbador, no dándose cuenta que la razón por definición no es enemiga de nada, tan sólo de la falsedad y del error. Se equivocan cuando convierte a la razón en un tipo de pantalla refractaria a otros tipos de conocimiento supra-racionales que no van en contra de la razón sino simplemente que están por encima. En consideración a esto debiéramos de ser más rigurosos y poner en cuestión  eso de que, lo racional vale, lo demás carece de sentido que ha pasado a ser uno de los dogma de nuestra cultura occidental.

 

    Es un hecho evidente que la vida humana está llena de misterios impenetrables para el humano conocimiento, pues existe lo sublime , lo inefable, lo sobrenatural, existe el mundo religioso que como bien dice Wittgenstein sólo es expresable con un lenguaje místico y esto hay que reconocerlo, por eso cualquier expresión de racionalismo  debiera ser respetuosa con la religión y concederla  ese espacio cultural que la razón no puede ocupar. ¿Por qué la cultura ha de quedar circunscrita simplemente al conocimiento científico cuantificable, experimentalmente verificable? cultura es también  todo lo que corresponde al amplio complejo de manifestaciones humanas, entre las que se encuentra el sentimiento religioso. No verlo así supondría desvirtuar el significado profundo de la cultura o de la religiosidad,

 Pues bien, sin negar los valores inherentes a la racionalidad,  es obligado decir  que una razón  secular más humilde y menos arrogante resultaría más atractiva. El primero en mostrase autocrítico con aquellas actitudes racinalistas tan radicalizadas ha sido el mismísimo Habermas, quien al igual que lo hiciera en su tiempo Ortega y Gasset ven en ello un claro signo de totalitarismo. Y es que la razón humana  aún siendo un valor que nadie pone en duda, tiene sus limitaciones que es preciso reconocer. La razón y la fe están llamadas a entenderse, porque se necesitan . Desde los primeros siglos del cristianismo ambas han venido jugando un papel complementario como bien reza la formula escolástica “ Credo ut intelligam , intelligo ut credam” Creo para que pueda entender y entiendo para que pueda creer   

 El supuesto de que la razón y la fe puedan llegar a entenderse ha hecho que la Iglesia Posconciliar se muestre a favor de un dialogo abierto entre religión y la cultura con temporánea  a sabiendas de que ello no va a ser  tarea fácil; pero sí deseable y posible , tal y como lo  pudimos comprobar recientemente, en el cara a cara que tuvo lugar el  19 de Enero del 2004 en la Academia, Católica de Munich entre dos gigantes del pensamiento  el Cardenal Joseph Ratzinger – posteriormente Benedicto XVI-  por una parte y el filósofo  Jürgen Habermas, por otra.  Todo hace pensar que el cristianismo de los nuevos tiempos  está dispuesto a una comunicación más estrecha con la cultura laica, otra cosa es que los demás estén dispuesto a ello. De momento lo que podemos decir es que la visita del Papa Francisco al Parlamento Europeo y  su anunciada visita al Congreso de Estados Unidos permite abrigar fundadas esperanzas en este sentido.

 Los cristianos a través de una larga y dilatada historia hemos ido aprendiendo que la situación socio-cultural en la que hemos de vivir nuestra religiosidad va cambiando y   hemos de saber adaptarnos a estos cambios, lo que hace que nuestra fe se encuentre sometida a un constante dinamismo sin que por ello tenga que perder nada de su esencialidad. Racionalidad y religiosidad anidan en el corazón de todo hombre, y esta ambivalencia produce en su interior un estado agónico de lucha interior a la manera de Miguel de Unamuno, al margen que se declare creyente o no.  No ha habido nunca un  hombre de fe, que no haya sabido de las zozobras y tribulaciones , de tensiones y de dudas; pero lo mismo cabe decir del ateo, tampoco la suya es una postura cómoda, no lo fue para Andre Gide, ni para Jean Rostand, ni para Nietzsche, ni para Simone de Beauvoir o J. P. Sartre quien decía que “la negación de la existencia de Dios es un tarea larga y difícil que tiene que comenzar cada día” y esto es así porque la inquietud religiosa forma parte de las aspiraciones humanas y cuando ella falta se produce un vació doloroso que no puede ser suplido por nada, al menos así es como lo entendió Ortega y Gasset quien llegó a decir “ No concibo que ningún hombre pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso. A mi, al menos, continua diciendo, me produce un enorme pesar sentirme excluido de la participación de este mundo”.

 El cristianismo de siempre, no obstante es consciente que habrá de responder a las necesidades de los nuevos tiempos. La cristiana revolución pacífica que se proyecta para el siglo XXI además de los obstáculos procedentes del exterior tendrá que afrontar otras dificultades añadidas. La escasez del clero por una parte  y  por otra que el lugar de operaciones no van a ser los recintos sagrados, ni los templos, sino la calle, hace pensar que los protagonistas de la Nueva Evangelización tendrán que ser los seglares y así se  está dando a entender desde diversas instancias eclesiásticas hasta el punto de llegar a decir que ; “la evangelización de los nuevos tiempos se hará por los laicos o no se hará” pero esto en las actuales circunstancias  va a resultar complicado , hoy por hoy cuando menos es dudoso  que los cristianos de a pie estén preparados para asumir este desafío. Primeramente habría que concienciarles para que se sintieran parte activa de la Iglesia militante, porque hasta ahora la gran masa de cristianos lo que ha hecho es dejarse llevar y esperar a que se les diera todo hecho, necesario sería también deshacerse de muchos complejos o vergüenzas, recuperar el orgullo perdido de ser cristiano y  dejarse ilusionar por el proyecto,  para no sucumbir ante las dificultades que vayan surgiendo y naturalmente va hacer falta una actitud clara y decidida de compromiso por su parte. ¿ Llegará el cristiano de hoy a estar en disposición de poder asumir el reto de hora presente?

 Lo que hoy estamos viendo es que a la gente en general le cuesta mucho nadar contra corriente y los cristianos no somos una excepción, nos plegamos a lo políticamente correcto y sólo de vez en cuando surge el héroe o mártir que es capaz de morir por defender unos ideales. Nos hemos acostumbrado a lo fácil a permanecer neutrales y esconder nuestra confesionalidad  en la calle, en la familia, en las empresas donde trabajamos, en los sindicatos, hemos aprendido  a diseccionar nuestra vida en compartimentos estancos   y cuando se nos pide dar la cara, disponemos  de mil excusas para no hacerlo diciendo que una cosa es el ámbito publico y otra bien distinta el privado, que hay que ser cristiano en el templo pero olvidarnos de serlo en el parlamento cuando se hace política.  Es frecuente escuchar a los cristianos con cargos públicos palabras  como éstas. “Yo esto no lo haría ; pero no mueven un dedo para disuadir a los demás. “ Yo pienso así, dicen, pero allá cada cual con su conciencia.  Con semejante disposición  es difícil pensar en una revolución cristiana, más bien habría que decir que  con tanta pasividad y silencios  difícilmente saldremos de donde nos encontramos. No serán  ciertamente estos sujetos apáticos  los llamados a ser los  nuevos apóstoles  que el cristianismo renovado está necesitando; pero también es verdad y hay que decirlo que al político católico se le está dejando sólo abandonado a su suerte sin que cuente con el apoyo de su correligionarios que se muestran recelosos frente a todo partido confesional.  De modo que por una parte se le pide que se comporte como lo que es pero eso sí, ocultando su condición de cristiano. Lo que equivale a decir que se le pone en el disparadero de tener que tirar la piedra y ocultar la mano.

 Si algo está haciendo falta hoy día  es un fuerte movimiento laico cristiano, patrocinado organizado, estructurado y dirigido desde arriba  que al igual que lo fue en su día la Acción Católica sea capaz de coadunar  la vocación cristiana con la vocación político-social.  La misión encomendada a los laicos de sacar el cristianismo a la calle  comenzará a ser posible cuando todos unidos comencemos a remar en la misma dirección Sorprende grandemente que el Foro de Laicos impulsor del apostolado seglar  esté constituido solamente en España por no menos de  (  70)  organismos  carentes de peso específico en nuestra sociedad porque les falta vitalidad y les sobra dispersión. Sólo si algún día la desunión y la desarticulación reinante se traducen en conjunción y coordinación estaremos celebrando el triunfo del cristianismo .

  No se de donde haya podido salir, pero está corriendo por las redes un mensaje que quiere conciliar la aspiración cristiana con los nuevos tiempos titulado. “Santos sin sotana, sin velo”  y que dice así .  Lo que necesitamos dice son santos de jeans y zapatillas.
 Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos.
 Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad.
Necesitamos santos que busquen tiempo para rezar cada dia y que sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo. Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales. 
 Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo. 
Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod. 
 Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos. 
 Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte. 
 Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros. 
 Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos". Esos tendremos que ser nosotros, los cristianos de a pie

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