2022-02-28

147.- Situación de los divorciados católicos

 




Los católicos sentimos como nuestra la tragedia de  nuestros hermanos divorciados, que se sienten excluidos, porque  hermanos nuestros  son en cuanto no dejan de estar bautizados , profesar la misma fe y pertenecer a la gran familia que tiene como madre a la Iglesia Católica . El papa Francisco esta dando muestras inequívocas de ser especialmente sensible a esta dolorosa situación por la que atraviesan  estos hermanos nuestros y pide para ellos una acogida cordial para que al final acaben sintiéndose como en casa; pero para que esto suceda  hay que encontrar una vía de solución al sufrimiento que vienen padeciendo, aunque ello suponga “repensar toda la pastoral matrimonial”. Las alentadoras palabras del papa Francisco pronunciadas en la rueda de prensa celebrada en el avión de regreso de Brasil , despertaron un entusiasmo inusitado y yo diría también generalizado En parecidos términos se habían expresado ya los obispos alemanes  del Alto Rhin 1993, en La “Carta Pastoral sobre los divorciados vueltos a casar“,también lo hacía,, el arzobispo de Basilea (Suiza), Felix Gmur: "Hoy, la Iglesia tiene que encontrar una solución para los casos de divorciados y vueltos a casar, que no pueden ser considerados simplemente como pecadores y por tanto no pueden comulgar. ¿Sólo son pecadores?”

En sintonía con estas manifestaciones,  está el dato de que en Francia el 70% de los fieles consideraba que la Iglesiadebía adoptar “una actitud más flexible sobre la comunión de los divorciados”, más de 150.000 personas provenientes de 75 países  a finales de Octubre se acercaban a  Roma en el momentos en que el pontífice anunciaba un sínodo extraordinario de obispos para tratar este tema, en octubre del 2014.  Tal vez a esto se refería Mons. Vincenzo Paglia presidente del Consejo Pontificio para la Familia cuando se le preguntó  ¿qué le parecía la iniciativa de la archidiócesis de Friburgo sobre la posibilidad de dar la comunión a los divorciados que se vuelven a casar?,  limitándose a decir “ Cuando un equipo de futbol está fuera de juego el árbitro pita” ¿ Qué quiso decir?...

    En medio de este escenario, el 24 de octubre  hizo acto de presencia el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, para dar a conocer una reflexión bien meditada sobre la indisolubilidad del matrimonio en consonancia con la doctrina que la Iglesia ha venido enseñando hasta ahora. A este documento en cuestión quisiera referirme. Las manifestaciones de Mons. Müller en la que algunos han querido ver un cierre de  puertas a los católicos divorciados,  se producen poco tiempo después de que el actual Pontífice  se mostrara dispuesto a que el tema de los divorciados fuera abordado en profundidad en el marco de la pastoral matrimonial , al tiempo que apelaba a la misericordia divina  y reconocía la necesidad de mejorar la atención espiritual a estos católicos a los que actualmente se les prohíbe comulgar.

Este asunto de gran trascendencia sobre el que se viene debatiendo desde comienzos del cristianismo ; hoy adquiere una especial relevancia en  razón de los numerosos fieles que se encuentran en esta situación, según las estadísticas el 38% de los católicos franceses sienten los efectos del problema del divorcio  y la gente se pregunta ¿ No hay ninguna salida para estos bautizados que quieren seguir permaneciendo fieles a la Iglesia Católica? En estos tiempos de crisis es bueno recordar “ que la salvación de las almas ha de continuar siendo la ley suprema de la Iglesia

Mons. Müller ciertamente, nos ofrece una sólida argumentación basada en tres columnas fundamentales: La escritura, la tradición y el magisterio de la Iglesia Católica. Podíamos decir que se trata de un discurso bien construido;  que una vez leído y meditado detenidamente, sigue habiendo interrogantes y puntos conflictivos que necesitan ser clarificados , pues de otra forma no sería preciso la convocatoria del sínodo en Octubre de 20014.  La situación de los divorciados sigue siendo un asunto con muchas aristas y por tanto abierto al estudio y al debate  de teólogos y  padres sinodales a los que el Papa quiere escuchar, antes pronunciarse sobre el asunto ; pero mientras esto sucede, bueno es que los fieles, que conocemos la situación vivida por dentro, reflexionemos y contribuyamos con nuestras aportaciones en forma  sugerencias, propuestas interesantes o simplemente poniendo de manifiesto los puntos oscuros, dudas y dificultades que los responsables de la Iglesia Católicase encargarán de disipar en su momento.

Las tensiones y conflictos vividos día a día por los divorciados están ahí y las dificultades para darles solución también. Trataremos de  ajustarnos al hilo  argumental seguido por Mons.  Müller .  Es evidente que e ya  en el Antiguo Testamento  aparece la indisolubilidad matrimonial como voluntad de Dios, expresada en el Decálogo “no cometerás adulterio”. Frente a ello  está el hecho de la permisividad del divorcio en la ley mosaica, lo que significa que en atención a las circunstancias concurrentes la ley divina pudo ser suspendida por Moises. La obstinación de un pueblo, en este caso,  hizo aconsejable la posibilidad de interrumpir el vínculo matrimonial,   si bien  es verdad como ya señala muy bien Mons. Müller  que el matrimonio como institución natural no es comparable con el matrimonio elevado al rango de sacramento, aún así, esta dispensa en cuestión nos pone en situación de extraer las conclusiones teológicas pertinentes en orden a dilucidar si dadas determinadas circunstancias, lo mejor no haya de ser  preterido por lo más conveniente según que asuntos y que casos.

Si ponemos nuestros ojos en el Nuevo Testamento volvemos a encontrarnos con las palabras de Cristo que no dejan lugar a dudas, con  ellas se reivindica  de forma rotunda la indisolubilidad matrimonial . “ lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, se nos dice.  Evidentemente, queda claro que a las personas no les es licito casarse y descasarse por decisión propia,  es decir que como sacramento que es, la validez del matrimonio no depende de los contrayentes y por tanto tampoco su disolución . La cuestión es saber, si esta  falta de capacidad para disolver el matrimonio afecta  también la Iglesia como institución divina a quien Cristo le otorgó la prerrogativa de atar y desatar,de modo que lo que ella atara o desatara en la tierra habría de quedar atado o desatado en el cielo y es aquí donde las distintas iglesias cristianas tienen respuestas diferentes. Así por ejemplo la Iglesia Anglicana  y la  Iglesia Ortodoxa  piensan que Cristo les concedió esta potestad mientras que la Iglesia Católicaniega tener semejante potestad, por eso siempre ha defendido la indisolubilidad del matrimonio como propiedad esencial del mismo. Recientemente el Papa Francisco rememoraba este punto y lo hacia con estas palabras, los ortodoxos, decía, “tienen una práctica diferente … y dan una segunda posibilidad, lo permiten. Creo que este problema debe ser estudiado en el marco de la pastoral matrimonial”.

Por lo que respecta a la tradición católica sabido es que dentro de los matrimonios entre bautizados se han venido practicando la  indisolubilidad. Aunque no deja de ser cierto que en algunos casos se buscaron soluciones pastorales, sobre todo en tiempos  de interdependencia entre el Estado y la Iglesia, a lo que se puso fin en Occidente, no en Oriente con la, la Reforma Gregorianatal y como el  mismo Cardenal reconoce.  Junto a ello habría que significa que si bien la Iglesia Católica  siempre ha defendido la indisolubilidad de todos los matrimonios incluso de los fundados en un contrato natural,  también se ha considerado  legitimada para  aplicar en casos especiales el privilegio paulino y petrino ( privilegio de la fe).  Más aún la Iglesia Católica   viene ejerciendo la potestad de poder disolver los matrimonios sacramentales ratos y no consumados celebrados entre bautizados.

 Yendo al grano lo que habría que decir es que la intención del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,  en este documento,  es la de defender, como no podía ser  por menos, la doctrina oficial de la Iglesia sobre la indisolubilidad matrimonial, sin renunciar  por ello  a encontrar  vías de solución a este espinoso problema . Una de ellas  apuntaría a la posibilidad de considerar nulo el matrimonio contraído en razón de que “ falta la voluntad de casarse según el sentido de la doctrina matrimonial católica y que se ha reducido la pertenencia a un contexto vital de fe.  Por esto, la comprobación de la validez del matrimonio es importante y puede conducir a una solución de estos problemas”. Naturalmente si llegamos a la conclusión de que gran mayoría de las uniones entre bautizados  son inválidas, ya no sería necesaria la disolución del matrimonio, porque éste nunca existió , lo que sucede es que este tipo de solución tendría una contrapartida  muy problemática.  Si se aplica este criterio        ¿ Que sucedería con  el resto de los matrimonios entre bautizados que no se han separado? ¿ Habría que considerarles  también en su mayoría inválidos?

Otra vía de solución apuntada por el Cardenal es la que  se viene proponiendo desde hace tiempo para aquellos contrayentes, que viéndose obligados por las circunstancias a separase de sus respectivos cónyuges se han ligado a otro en segundas nupcias y que no es otra que la  de comprometerse a vivir en castidad  entre ambos. Tal situación no contraviene ninguna de las disposiciones de la Iglesia; pero ¿ello daría opción , tanto a mujeres como  hombres  de poder vivir en plenitud su vocación de casados y poder, así realizarse humanamente en consonancia con el derecho natural que a todo ser humano compete? 

 Por otra parte,  me ha parecido ver reconducidos a un callejos sin salida, los caminos que se venían proponiendo, como podía ser el recurso a la misericordia de Dios , sobre todo después de haber escuchado al Papa Francisco decir en clara referencia a los divorciados que “En esta vida, Dios acompaña a las personas, y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia  Sin renunciar al mensaje evangélico  y a la verdad sobre la indisolubilidad conyugal,  es  posible seguir apelando a la misericordia y el perdón de Dios que nunca  excluye a nadie a pesar de la condición en que se encuentre. 

 Da la impresión de que el recurso a la conciencia personal queda zanjado también; aún a pesar de reconocer que “La unión con Dios se alcanza cuando el creyente se dirige a Él con fe, esperanza y amor, en el arrepentimiento y la oración. Dios puede conceder su cercanía y su salvación a los hombres por diversos caminos, aún cuando se encuentran en una situación de vida contradictoria” Efectivamente así es y seguramente que hay  hermanos divorciadas que piensan que llevan una vida conforme al Evangelio, que están en comunión con Dios y los hay  incluso que practican la continencia , aunque a los ojos de los  demás no lo parezca , ¿ Qué tendrían que hacer ellos para poderse acercar a comulgar sin escándalo?

La complejidad del tema nos llevaría extendernos en demasía . Ahora sólo cabe esperar confiadamente que los representantes de la Iglesia Católicareunidos en el Sínodo Extraordinario encuentren la salida adecuada a este espinoso asunto.

 

244.-Tenemos la obligación de defender nuestra civilización cristiana.

  Si en algo estamos todos de acuerdo es que la fe y los valores cristianos son la base de la civilización occidental. Renunciar a ellos ser...