
El dos de
Febrero del 2004 se hizo público un documento de la Conferencia Episcopal
Española titulado: Directorio de la Pastoral Familiar.
Se trata de un documento de 250 Pgs. que pretende analizar las causas de la
actual crisis familiar y que como todos recordareis desató una enorme
polémica que ha tenido como principales
interlocutores a los lobbys de
homosexuales y otros lobbys feministas y progresistas. Pues bien en este
documento se señala a la revolución sexual, que tuviera sus orígenes en los
años 60 como posible causante de la crisis familiar. Dicha revolución habría
separado la sexualidad matrimonial de la procreación y del auténtico amor. “Es
manifiesto, dicen los Obispos, que nos hallamos frente a una multitud de
hombres y mujeres fracasados en lo fundamental de sus vidas, que han
experimentado la ruptura del matrimonio como un proceso muy traumático que deja
profundas heridas”. Los Obispos denuncian que haya quienes traten de equiparar
al matrimonio legítimo o a la familia natural con realidades que no lo son.
Sólo en la familia natural, dicen, se experimenta un vínculo lo suficientemente
estable como para que la persona, apoyándose en él, supere los grandes
problemas de la vida.
Aparte de la polémica habida con la
aparición de este documento episcopal, lo que parece claro es que el amor libre
no está favoreciendo precisamente a la estabilidad familiar. Se nos ha querido
vender un amor exento de compromisos, exento de fidelidades, libre de uniones
conyugales y se está viendo que con esto no se llega a ninguna parte. Se nos ha
vendido un amor que tiene muy poco de amor y mucho de sexo, un amor de “usar y
tirar”, un amor objeto del que se puede cambiar como quien se cambia de camisa
y ahí tenemos los resultados. Es significativo que Madona haya decidido
mantener a su hija alejada de todo lo relacionado con el sexo.
Ante tal
situación ¿qué se puede hacer?...Hay que decir que es urgente una política
familiar que tenga en cuenta la eficacia que en esta cuestión puede tener el
factor educativo. Hay que promover los centros de educación familiar. Hay que
tomar en serio la educación de las jóvenes generaciones en la verdad del amor,
enseñándoles lo que es una sexualidad auténtica y responsable. Hay que salir al
paso de esas campañas informativas que incitan al desenfreno y que hacen creer
a nuestros jóvenes que el sexo es una actividad humana que nada tiene que ver
con la moralidad y de la cual se puede hacer uso y abuso como a cada cual le
venga en gana.
Hay que educar
a nuestros jóvenes en el convencimiento de que el matrimonio es algo muy serio
que lleva implícita unas responsabilidades y unas obligaciones que es preciso
afrontar. Hay que hacerles saber que el matrimonio comienza a ser hermoso
cuando hay compenetración, falta de egoísmo, capacidad ilimitada para la
entrega generosa. En fin, es necesario hacerles saber por medio deducación responsable que la recompensa de todo matrimonio está al final después de haber aprendido a envejecer
juntos. La segunda consideración hace referencia a lo que desgraciadamente es
noticia frecuente en los periódicos y que constituye una auténtica lacra, me
refiero a los malos tratos, violencia y muerte en las familias cuyos orígenes
puede que estén en una mala educación
La violencia doméstica como
fruto de una educación androcéntrica y
de la falta de valores
El terrorismo familiar, es una realidad que debiera tenernos más que
preocupados, Se trata de un fenómeno del
que, según se nos dice, solamente conocemos la parte emergente de un gigantesco
iceberg. Aún así los datos son aterradores, Un reciente informe nos habla de
162 víctimas en España desde el 2001 y lo peor del caso es que esta lacerante
lacra no parece que vaya a desaparecer de inmediato. Hemos sido testigos de una
escalada de la violencia doméstica, muertes , abusos sexuales de todo tipo, que
alcanzan a los menores dentro de la misma familia, muchedumbre de niños, víctimas de las dasavenencias
familiares, huérfanos de afecto que no conocerán nunca lo que es el calor de un
hogar. Así es de desolador el panorama de muchas familias hoy. Según opinión
bastante generalizada el machismo es la causa de este lacerante fenómeno; pero
habrá que contemplar también, como posible causa del mismo, la ausencia de
valores que es una de las carencias en nuestro actual sistema educativo
Las vejaciones, humillaciones,
malos tratos e injusticias contra la mujer, tienen un largo recorrido histórico
como largo ha sido el periodo dominado por la cultura androcéntrica, reflejado
en frases que van desde “ la maté porque era mía” hasta la de “que la disfrutes con salud” como
forma de dar la enhorabuena al novio el día de su boda.
No vamos a
engañarnos el androcentrismo es el componente de una cultura ancestral que hoy
sigue manifestándose con singular crueldad y
hay que retirarle todos los apoyos, también los que de una forma o de otra les prestan las
propias mujeres. Se van a sorprender, por lo que les voy a decir. Según los
resultados de una importante encuesta;
la mujer aparece mayoritariamente
como la responsable del androcentrismo.
A la pregunta ¿Quien puede ser el causante del machismo? Estas fueron las respuestas. El 41 % opina
que son las madres, el 29 % piensa que son las novias y esposas, el 22% piensa
que es la sociedad y el 8% hace responsable al propio hombre. Antes de pasar
adelante es conveniente dejar claro, para evitar malentendidos, que el culpable
de la violencia doméstica es siempre quien la comete y que sobre el
maltratador es sobre quien debe caer el
peso de la ley. Esto no quita para poner de manifiesto que la mujer debido a la
educación recibida, tenga unos comportamientos que favorecen el que se perpetúe
esta cultura androcéntrica.
Esto sucede
cuando las madres con la mejor intención del mundo trata de forma diferenciada
a los hijos y las hijas, cuando las novias y esposas aceptan gustosas
imposiciones y comportamientos del novio y del marido que van más allá de los límites.
La mujer en general está favoreciendo al machismo cuando imita las peores
actitudes y comportamientos del hombre. Tristemente hay que reconocer que la
mujer presuntamente liberada de los tiempos modernos , se ha pasado con armas y
municiones al enemigo. La mujer liberada
de hoy se emborracha como se emborracha el hombre, se droga, blasfema y se expresa en los términos sexistas en que lo hace el hombre. No hay expresión
por obscena y machista que sea que no esté en boca de la mujer que se dice liberada,
lo cual no sólo es de pésimo gusto sino que resulta estúpido y ridículo para la
propia mujer. Díganme si no ¿Que sentido tiene que una mujer exalte y haga
suyas unas prendas que son del varón, cuando las suyas nada tienen que envidiar? ¿ No resulta un sin sentido, que una mujer
incluso cuando quiere poner nombre y apellido a un canalla, lo haga acordándose de su madre que la pobre
no tiene culpa de nada y además es una mujer como ella. Lo peor del caso es que de las jóvenes madres aprenden los niñitos
pequeños y también las niñitas que hay que oírlas. También quisiera decir, pero esto a título
muy personal, que será muy moderna incluso cómoda la forma masculinoide y
zarrapastrosa de vestir de muchas mujeres: pero que a mi me resulta dudosamente femenino. Es mi
opinión, la que cabría esperar de un
carca como yo. Por el contrario, se dirá, que la mujer liberada de hoy ha
descubierto el sexo, por fin saben lo que es el sexo, como si sus abuelas, por
el hecho de ir envueltas en tres o
cuatro refajos no supieran de donde venían los niños. No lo veo yo muy claro esto
Lo que si que parece claro es que la acción
educativa está llamada a hacer algo en contra de la violencia doméstica, no
solo, ayudando a superar la cultura androcéntrica y promoviendo la igualdad de derechos entre
hombre y mujer, como ya apuntábamos, sino educando para una convivencia basada
en el respeto mutuo, la generosidad, la tolerancia, el afecto, la comprensión
etc. o dicho de otra manera está haciendo falta una educación en valores que
sean la garantía de un comportamiento moral humano y responsable. Es
significativo que la crisis familiar y la explosión de violencia en todos los
ámbitos de la vida que estamos padeciendo coíncida con la carestía de valores
en nuestra sociedad. Cada vez está más claro que la integración familiar y
social ha de ser el fruto de una educación que tiene en cuenta las actitudes y
los hábitos de comportamiento moralmente correctos que hay que saber inculcar
en los niños y las niñas desde muy
pequeños.
Educación para la igualdad, pero respetando la identidad
Todavía hay
hombres que se creen con superioridad
sobre la mujer y va siendo hora
de que la cultura machista sea sustituida por otra, que responda a las
aspiraciones de igualdad entre hombre y mujer, para ello habrá que educar a las
niñas y a los niños en el convencimiento de que uno y otra tienen los mismos
derechos y obligaciones, los mismos tratos, las mismas consideraciones, los
mismos sueldos, las mismas oportunidades, pero sin dejar de ser lo que hombre y
mujeres son
Si pues el
machismo no es recomendable, tampoco lo es el feminismo al buscar la
reivindicación de la mujer por caminos equivocados. El feminismo como el
machismo también tiene una interpretación desviada que en nada favorece a la educación entre los sexos. Ni machismo ni feminismo
Si el
feminismo se hubiera limitado a defender los derechos de la mujer, sin negar la
propia identidad de la misma, hubiera resultado atractivo, pero lo que ha hecho
ha sido masculinizar a la mujer en su intento de igualarla con el hombre, sin
percatarse de que ambos son distintos y no es que con ello, yo, quiera decir
que el hombre sea superior a la mujer sino simplemente que son diferentes. El
hombre es superior a la mujer en algunos aspectos; pero en otros es al revés;
más aún en el conjunto de las capacidades es posible que la mujer sea más
completa que el hombre; desde luego yo estoy convencido de que en la familia
resulta más imprescindible la mujer que el hombre
En la línea de la paridad
social entre el hombre y la mujer por una parte y la diferenciación genética
por otra es en la que debe moverse el modelo educativo destinado a integrar la
familia y la sociedad. El niño y la niña desde muy pequeños han de educarse en
el convencimiento de que hombre y mujer tiene los mismos derechos y
obligaciones, sin que ello implique una identidad sexual. Deben aprender que ni
el hombre ni la mujer se van a poder desarrollar plenamente, si no es a través
de su condición masculina o femenina. Posiblemente sea esta la guerra que ha de
librarse en los próximos años en el campo de la educación.