Siempre
me he sentido fascinado por los misterios del tiempo y he profesado una gran admiración por los
grandes filósofos de la historia, cuando aseguran que al final cada uno de
nosotros no somos otra cosa, sino lo que hayamos ido haciendo de nosotros mismos
a lo largo de los años y que cada cual habrá de recoger lo que haya ido
sembrando a golpe de péndulo del reloj, ni más ni menos. Por eso yo me tomo tan
en serio esto del tiempo y siento una necesidad de hacer balance al final de
cada año que pasa.
Me gusta meditar en estos
días sobre aquello que me falta que es más de lo que tengo y ver si al menos puedo saldar alguna deuda en
este Nuevo Año que comienza. Me gusta
también pensar en la trascendentalidad
del tiempo que sobrepasa el “presentismo” en que está instalada la cultura
posmoderna. Vivir el día a día y
disfrutar del momento presente, que es con lo que se ha quedado el hombre de
hoy, es sin duda una dimensión del tiempo; pero existe además un pasado que nos
alecciona y sobre todo existe un futuro,
que es el habitáculo de los ilusiones y donde se vislumbran esperanzas
trascendentes.
Este escaneo interior,
que a mi me gusta, es una de las terapias más recomendada por los maestros del
espíritu de todas las religiones, por filósofos, incluso por psicólogos, lo cual quiere decir, que malo no es; lo que sucede es que tratar de
ir al encuentro de uno mismo, quedarse a solas en medio de un silencio
sobrecogedor, es un hueso duro de roer, que no va con los tiempos que corren. Aún con todo yo pienso que interiorizar nuestras
sensaciones, puede ayudarnos a recibir con provecho, incluso con gozo el comienzo de este
Nuevo Año que no deja de ser ese gran tesoro
que se nos regala gratuitamente y que sería
una pena desperdiciar.
Pienso en las sorpresas que nos tiene preparadas el año
2022. ¿ Cuáles y cómo serán ellas? Porque seguro que las
habrá, pero sobre todo pienso en las mil y una oportunidades que nos va a brindar
el Nuevo Año para comenzar a hacer aquellas cosas que siempre quisimos hacer
y están todavía por realizar. Vamos a tener una segunda oportunidad y esto no deja de ser una gran suerte. Todavía
estamos vivos y puede que éste año que
comienza sea nuestro año y seguramente acabará siéndolo si aprovechamos bien el
tiempo, que pasa muy de prisa y va
quedando poquito . Es hora de que nos lo planteemos seriamente de que hay que
aprovechar el tiempo que vale más que todo el oro del mundo y dejar de arrojar al cubo de la basura miles
de horas , cientos de días. Pensándolo bien, eso de matar el tiempo, como vulgarmente se
dice, aunque no está incluido en la
lista de los pecados capitales, tampoco es que sea nada aconsejable
Ningún tesoro tan preciado
como el tiempo, que Dios nos regala
gratuitamente, de ello fue consciente el prodigioso novelista, Nikos Kazantzakis quien se expresaba así: “El tiempo ha llegado a ser para mí el bien supremo.
Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones
vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo:
Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una
hora, dos horas, lo que queráis.” Pordioseros del tiempo debiéramos ser todos o si se prefiere “traperos del tiempo,” como
le gustaba llamarse a sí mismo a Gregorio Marañón, quien decía: No desperdiciar ningún resto del tiempo, ser trapero del tiempo. Tal vez
sea este el secreto del éxito. Un nuevo
año por delante que no sabemos si tal vez será el último, nos va permitir
escribir un nuevo capítulo de nuestra vida, sin dejar hojas en blanco.
Cuando en estos días vayamos
a cambiar la agenda de nuestro móvil, caeremos en la cuenta que a muchos de nuestros contactos ya no
podremos llamarles por teléfono, ni mandarles Whasapp, ni enviarles correos con mensajes cálidos felicitándoles
el Nuevo Año. La ocasión pasó y ahora solo queda lamentar negligencias,
perezas y dejadez. Nos quejamos de que
la vida es corta para poder atender los requerimientos de todos aquellos a los que estamos unidos
emocionalmente, pero lo cierto es que somos malos administradores de nuestro tiempo
y dejamos pasar la ocasión.
Afortunadamente se nos vuelve a conceder una
oportunidad más y hay que ir por ella. Con ánimo decidido afrontamos los retos de un Nuevo
Año 2022 preñado de misterios y lo hacemos con los mismos propósitos de siempre, aunque seguramente como siempre todo quedará
en buenos deseos que lleva el viento, pero quien sabe si con la ayuda de Dios este te año vaya en serio y veamos
cumplido nuestro sueño por fin.
Señor y Padre mío: dame el frescor de
esta pradera llana
Riégame del rocío de tu mejor mañana
Hazme nuevo, Señor, y ante el cielo y
los campos y la flor
Haz que mi asombro desvelado diga
Señor… esta es la rosa, esta es la
espiga
Y esto que llevo dentro es el amor”
(J.
M. Pemán)
Quisiera cerrar mis oídos a las palabras vanas
e insidiosas, sellar mis
labios a toda maledicencia y falsedad, preservar mis pensamientos de toda
perversión y siniestras intenciones. Pido a Dios que me permita
seguir siendo joven de espíritu, asombrándome cada día de toda la belleza que
Él ha creado, admirándome del rio, de la
montaña del árbol o de la flor. Pido a Dios que mantenga
viva en mí, la ilusión cada mañana y que siga viendo en Él mi mejor aliado. Una vez más ¡Feliz Año Nuevo a todos!