2022-01-12

32. Reflexiones para Año Nuevo.

 


 



No lo puedo remediar, todos los años por estas fechas, cuando se aproxima el relevo del nuevo calendario, me recorre por dentro algo así como un escalofrío. Siento nostalgia de que se acabe algo  y se despida para siempre, pena porque se me va un año más de las manos y ya me van quedando pocos, e inquietud siento también  por saber con que intenciones vendrá  este Nuevo Año y si por fin podremos celebrar el final de la pandemia que nos tiene acongojados, porque cierto es que el tiempo acaba con todo , con lo bueno y con lo malo.

  Siempre me he sentido fascinado por los misterios del tiempo  y he profesado una gran admiración por los grandes filósofos de la historia, cuando aseguran que al final cada uno de nosotros no somos otra cosa, sino lo que hayamos ido haciendo de nosotros mismos a lo largo de los años y  que cada  cual habrá de recoger lo que haya ido sembrando a golpe de péndulo del reloj, ni más ni menos. Por eso yo me tomo tan en serio esto del tiempo y siento una necesidad de hacer balance al final de cada año que pasa.

Me gusta meditar en estos días sobre aquello que me falta que es más de lo que tengo  y ver si al menos puedo saldar alguna deuda en este Nuevo Año que comienza.  Me gusta también pensar  en la trascendentalidad del tiempo que sobrepasa el “presentismo” en que está instalada la cultura posmoderna.  Vivir el día a día y disfrutar del momento presente, que es con lo que se ha quedado el hombre de hoy, es sin duda una dimensión del tiempo; pero existe además un pasado que nos alecciona  y sobre todo existe un futuro, que es el habitáculo de los ilusiones y donde se vislumbran esperanzas trascendentes.    

Este escaneo interior, que a mi me gusta, es una de las terapias más recomendada por los maestros del espíritu de todas las religiones, por filósofos, incluso por psicólogos,  lo cual quiere decir,  que malo no es; lo que sucede es que tratar de ir al encuentro de uno mismo, quedarse a solas en medio de un silencio sobrecogedor, es un hueso duro de roer, que no va con los tiempos que corren.  Aún con todo yo pienso que interiorizar nuestras sensaciones,  puede ayudarnos  a recibir con  provecho, incluso con gozo el comienzo de este Nuevo Año que no deja de ser  ese gran tesoro que  se nos regala gratuitamente y que sería una pena desperdiciar.

Pienso en  las sorpresas que nos tiene preparadas el año 2022.  ¿ Cuáles  y cómo serán ellas? Porque seguro que las habrá, pero sobre todo pienso en las mil y una oportunidades que nos va a brindar el Nuevo Año  para  comenzar a  hacer aquellas cosas que siempre quisimos hacer y están todavía por realizar.   Vamos a tener una segunda oportunidad  y esto no deja de ser una gran suerte. Todavía estamos vivos  y puede que éste año que comienza sea nuestro año y seguramente acabará siéndolo si aprovechamos bien el tiempo, que pasa muy de prisa y  va quedando poquito . Es hora de que nos lo planteemos seriamente de que hay que aprovechar el tiempo que vale más que todo el oro del mundo  y dejar de arrojar al cubo de la basura miles de  horas , cientos de días.  Pensándolo bien,  eso de matar el tiempo, como vulgarmente se dice,  aunque no está incluido en la lista de los pecados capitales, tampoco es que sea nada aconsejable  

Ningún tesoro tan preciado como el tiempo, que  Dios nos regala gratuitamente, de ello fue consciente el prodigioso novelista, Nikos Kazantzakis quien se expresaba así: “El tiempo ha llegado a ser para mí el bien supremo. Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo: Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una hora, dos horas, lo que queráis. Pordioseros del tiempo  debiéramos ser todos  o si se prefiere “traperos del tiempo,” como le gustaba llamarse a sí mismo a Gregorio Marañón, quien decía: No desperdiciar ningún resto del tiempo, ser trapero del tiempo. Tal vez sea este el secreto del éxito.  Un nuevo año por delante que no sabemos si tal vez será el último, nos va permitir escribir un nuevo capítulo de nuestra vida,  sin dejar hojas en blanco.

Cuando en estos días vayamos a cambiar la agenda de nuestro móvil, caeremos en la cuenta  que a muchos de nuestros contactos ya no podremos llamarles por teléfono, ni mandarles Whasapp, ni enviarles correos  con mensajes cálidos  felicitándoles  el Nuevo Año. La ocasión pasó y ahora solo queda lamentar negligencias, perezas y dejadez.  Nos quejamos de que la vida es corta para poder atender los requerimientos de  todos aquellos a los que estamos unidos emocionalmente, pero  lo cierto es que  somos malos administradores de nuestro tiempo y dejamos pasar la ocasión.

  Afortunadamente se nos vuelve a conceder una oportunidad más  y  hay que ir por ella.  Con ánimo decidido afrontamos los retos de un Nuevo Año 2022 preñado de misterios y lo hacemos  con los mismos propósitos  de siempre,  aunque seguramente como siempre  todo quedará  en buenos deseos que lleva el viento, pero  quien sabe si con la ayuda de  Dios este te año vaya en serio y veamos cumplido nuestro sueño por fin.

 

Señor y Padre mío: dame el frescor de esta pradera llana

Riégame del rocío de tu mejor mañana

Hazme nuevo, Señor, y ante el cielo y los campos y la flor

Haz que mi asombro desvelado diga

Señor… esta es la rosa, esta es la espiga

Y esto que llevo dentro es el amor”

(J. M. Pemán)

 Quisiera cerrar mis oídos a las palabras vanas e insidiosas, sellar mis labios a toda maledicencia y falsedad, preservar mis pensamientos de toda perversión y siniestras intenciones. Pido a Dios que me permita seguir siendo joven de espíritu, asombrándome cada día de toda la belleza que Él ha creado,  admirándome del rio, de la montaña del árbol o de la flor. Pido a Dios  que  mantenga viva en mí, la ilusión cada mañana y que siga viendo en Él  mi mejor aliado. Una vez más  ¡Feliz Año Nuevo a todos!

 

 

 

 

 

 

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