Desde hace tiempo un secularismo
sectario nos invade por todas las partes su mensaje no es nada alentador: la
religión tiene que desaparecer del ámbito público y quedar relegada a la
sacristía, como si se tratara de una amenaza para la sociedad. Su voz debe ser
silenciada, sus manifestaciones públicas prohibidas, sus signos y
símbolos retirados de los lugares públicos, si
algún derecho tiene a existir sería
única y exclusivamente en el ámbito estrictamente privado ¿Por
qué?... pues porque un Estado debe ser
laico que es tanto como decir neutral y la neutralidad es ausencia de religión..
Estamos cansado de oír decir por ahí ,
que para ser libre no hay que creer en nada…. Falacias y más falacias. “¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? Se
preguntaba Unamuno ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? O ¿qué
otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro, y de ello tendremos que
ocuparnos: la campaña es de origen confesional. Claro que de
confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de la neutralidad es
una engañifa»” Lo decía Unamuno y lo
dice también Benedicto XVI
“ El laicismo ha dejado de constituir un elemento de neutralidad capaz de abrir
espacios de libertad para todos”. El laicista, cuando habla de religión, no
le da igual una cosa u otra, claro que
no, se muestra abiertamente en contra de ella y esto no es neutralidad.
Hemos afrontado al tercer milenio
con grandes incertidumbres. A estas alturas hay quien se dispone a vivir una
época definitivamente posrreligiosa, mientras
que otros aseguran que el futuro de la humanidad será religioso o no
será. De lo que no hay duda es de que tanto creyentes
como no creyentes tendrán que hacer frente a un mismo destino porque pertenecen
a la misma familia humana, comparten los mismos miedos, se sienten agitados por
las mismas ansias de felicidad, Todos se ven en la necesidad de tener que
admitir que la muerte es parte de la vida. Sobre unos y otros gravita el mismo
interrogante, no exento de dramatismo ¿ Qué nos queda después de haber vivido? La inmanencia o la trascendencia son las dos
posibles respuestas a esta pregunta, hay
que elegir entre el más acá o el más allá, entre la nada o la infinitud, dos
abismos sin fondo ambos estremecedores; pero no hay más alternativas posibles y
es aquí donde los caminos de unos y de otros se separan
Hubo un
tiempo en que la gente estaba preocupados por el futuro, hoy no, hoy se vive
con intensidad el presente, al más puro
estilo del “Carpe diem”, Los hombres y mujeres de hoy quieren ser felices aquí abajo, siguiendo la consigna de
Nietzsche. “ Os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no deis
crédito a los que os hablan de fe en esperanzas sobrenaturales”. El actual
laicismo ha sabido traducir bien este mensaje nietzschiano en un slogan
publicitario que colgado de los autobuses ha deambulando por acá y por allá
haciéndose visible en plazas y calles de nuestra ciudades y que reza así: “ PROBABLEMENTE DIOS NO
EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA DE