2022-01-20

33.- El Humanismo de la esperanza

 


Uno de los debates culturales mas serios del momento actual es el que mantienen entre sí  el laicismo y  religión. Dos fuerzas que aspiran a asumir la hegemonía cultural de nuestra sociedad, dos polos contrapuestos sobre los que gravita  el pensamiento contemporáneo y en medio de  estos dos frentes nos encontramos nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI obligados a tomar una postura  en consonancia con nuestras aspiraciones personales. El humanismo sin Dios aspira a sustituir  al humanismo religioso.

 

Desde hace tiempo un secularismo sectario nos invade por todas las partes su mensaje no es nada alentador: la religión tiene que desaparecer del ámbito público y quedar relegada a la sacristía, como si se tratara de una amenaza para la sociedad. Su voz  debe ser  silenciada, sus manifestaciones públicas prohibidas, sus signos y símbolos retirados de los lugares públicos, si  algún derecho tiene a existir sería  única y exclusivamente en el ámbito estrictamente privado ¿Por qué?...  pues porque un Estado debe ser laico que es tanto como decir neutral y la neutralidad es ausencia de religión.. Estamos cansado de oír decir por ahí  , que para ser libre no hay que creer en nada…. Falacias y más falacias. “¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? Se preguntaba Unamuno ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? O ¿qué otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro, y de ello tendremos que ocuparnos:  la campaña es de origen confesional. Claro que de confesión anticatólica y anticristiana.  Porque lo de la neutralidad es una engañifa»” Lo decía Unamuno y  lo dice también  Benedicto XVI “ El laicismo ha dejado de constituir un elemento de neutralidad capaz de abrir espacios de libertad para todos”. El laicista, cuando habla de religión, no le da igual una cosa u otra,  claro que no, se muestra abiertamente en contra de ella y esto no es neutralidad.

 El laicismo no es neutral cuando trata de excluir al creyente de la vida publica y trata de relegarle a la sacristía. No es neutral cuando  se comporta , como lo viene haciendo el Parlamento Europeo acusando tendenciosamente a unos y exculpando a otros o el Tribunal  de Derechos Humanos de Estrasburgo al prohibir la presencia de crucifijos en las escuelas. No se es neutral cuando al creyente se le coarta y restringe sus derechos y libertades. No se es neutral cuando a través de los medios de comunicación se manipulan las noticias, aireando lo que perjudica y silenciando lo  que favorece a la Iglesia.  El presunto neutralismo laicista , no es tal, ni nunca lo ha sido. En realidad, los hombres y la mujeres, necesitan creer en algo, lo que sea. Sucede  que  hay  una confesionalidad sin Dios; pero al fin y al cabo confesionalidad y los dogmas religiosos de los que se prescinde, acaban siendo sustituidos por otros. La aconfesionalidad ligada a la inocencia política, en la práctica, no existe, lo que sucede hoy  es que el celo laicista por hacer olvidar a  Dios, es bastante más intolerante que el  celo del creyente por hacerle presente.

 

Hemos afrontado al tercer milenio con grandes incertidumbres. A estas alturas hay quien se dispone a vivir una época definitivamente posrreligiosa, mientras  que otros aseguran que el futuro de la humanidad será religioso o no será. De lo que no hay duda es de que tanto creyentes como no creyentes tendrán que hacer frente a un mismo destino porque pertenecen a la misma familia humana, comparten los mismos miedos, se sienten agitados por las mismas ansias de felicidad, Todos se ven en la necesidad de tener que admitir que la muerte es parte de la vida. Sobre unos y otros gravita el mismo interrogante, no exento de dramatismo ¿ Qué nos queda  después de haber vivido?  La inmanencia o la trascendencia son las dos posibles respuestas a esta pregunta,  hay que elegir entre el más acá o el más allá, entre la nada o la infinitud, dos abismos sin fondo ambos estremecedores; pero no hay más alternativas posibles y es aquí donde los caminos de unos y de otros se separan

 

Hubo un tiempo en que la gente estaba preocupados por el futuro, hoy no, hoy se vive con intensidad  el presente, al más puro estilo del “Carpe diem”, Los hombres y mujeres de hoy quieren ser felices  aquí abajo, siguiendo la consigna de Nietzsche. “ Os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no deis crédito a los que os hablan de fe en esperanzas sobrenaturales”. El actual laicismo ha sabido traducir bien este mensaje nietzschiano en un slogan publicitario que colgado de los autobuses ha deambulando por acá y por allá haciéndose visible en plazas y calles de nuestra ciudades y que reza así: “ PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA DE LA VIDA.  Se trata de una llamada dirigida a  las  personas. Se nos invita a comer de todos los frutos prohibidos de un huerto  que ya no tiene dueño. La estrategia laicista  se pone así de de manifiesto; no se pretende ya sólo expulsar a Dios de la sociedad y del estado, también de las familias y de las conciencias. ¿Por qué así?  Sencillamente porque Dios es considerado el enemigo de la vida y de todo lo humano; se piensa que mientras Él esté presente, los hombres no podrán  nunca ser felices  y libres. La afirmación del hombre  conlleva la negación  de Dios,  en consecuencia para poder disfrutar de la vida, previamente hemos de liberarnos de  unos mandatos y preceptos divinos opresivos que la religión se ha encargado de imponer a las conciencias. La última razón en  la que el laicismo se fundamenta para combatir a la moral  religiosa, es la de que mata los anhelos de las aspiraciones humanas;  pero habría que preguntarse; una vez  removido Dios del horizonte moral ¿ qué queda ya? no más que el vacío, así lo reconocen los mismos ateos.

 Se comenzó pensando que una humanidad huérfana de Dios ensalzaría al hombre, le haría dueño de su propio destino; pero la experiencia nos ha ido demostrando que  una humanidad sin Dios ni es más grande , ni es más libre, ni es más feliz. Del desencanto hemos ido pasando a la indignación, de la indignación a la resignación después de haber constatado que el estado del bienestar es frágil y huidizo como la propia vida y es aquí donde ahora nos encontramos. ¿ Como habrá de ser el humanismo para siglo XXI?  A nivel mundial se perciben signos que apuntan en la dirección de una religiosidad renovada capaz de devolver a los hombres y mujeres esa esperanza abierta a la trascendencia que tanto necesita. Presiento que el cristianismo volverá ser en Occidente lo que nunca debió de dejar de ser. Creo sinceramente que el hombre moderno tarde o temprano volverá sus ojos al humanismo de la esperanza, porque es en él donde podrá encontrar la razón última para  seguir viviendo.  Sólo el Dios puede ser la última respuesta de un mundo desesperanzado como el nuestro que se está quedando sin horizonte.

2022-01-12

32. Reflexiones para Año Nuevo.

 


 



No lo puedo remediar, todos los años por estas fechas, cuando se aproxima el relevo del nuevo calendario, me recorre por dentro algo así como un escalofrío. Siento nostalgia de que se acabe algo  y se despida para siempre, pena porque se me va un año más de las manos y ya me van quedando pocos, e inquietud siento también  por saber con que intenciones vendrá  este Nuevo Año y si por fin podremos celebrar el final de la pandemia que nos tiene acongojados, porque cierto es que el tiempo acaba con todo , con lo bueno y con lo malo.

  Siempre me he sentido fascinado por los misterios del tiempo  y he profesado una gran admiración por los grandes filósofos de la historia, cuando aseguran que al final cada uno de nosotros no somos otra cosa, sino lo que hayamos ido haciendo de nosotros mismos a lo largo de los años y  que cada  cual habrá de recoger lo que haya ido sembrando a golpe de péndulo del reloj, ni más ni menos. Por eso yo me tomo tan en serio esto del tiempo y siento una necesidad de hacer balance al final de cada año que pasa.

Me gusta meditar en estos días sobre aquello que me falta que es más de lo que tengo  y ver si al menos puedo saldar alguna deuda en este Nuevo Año que comienza.  Me gusta también pensar  en la trascendentalidad del tiempo que sobrepasa el “presentismo” en que está instalada la cultura posmoderna.  Vivir el día a día y disfrutar del momento presente, que es con lo que se ha quedado el hombre de hoy, es sin duda una dimensión del tiempo; pero existe además un pasado que nos alecciona  y sobre todo existe un futuro, que es el habitáculo de los ilusiones y donde se vislumbran esperanzas trascendentes.    

Este escaneo interior, que a mi me gusta, es una de las terapias más recomendada por los maestros del espíritu de todas las religiones, por filósofos, incluso por psicólogos,  lo cual quiere decir,  que malo no es; lo que sucede es que tratar de ir al encuentro de uno mismo, quedarse a solas en medio de un silencio sobrecogedor, es un hueso duro de roer, que no va con los tiempos que corren.  Aún con todo yo pienso que interiorizar nuestras sensaciones,  puede ayudarnos  a recibir con  provecho, incluso con gozo el comienzo de este Nuevo Año que no deja de ser  ese gran tesoro que  se nos regala gratuitamente y que sería una pena desperdiciar.

Pienso en  las sorpresas que nos tiene preparadas el año 2022.  ¿ Cuáles  y cómo serán ellas? Porque seguro que las habrá, pero sobre todo pienso en las mil y una oportunidades que nos va a brindar el Nuevo Año  para  comenzar a  hacer aquellas cosas que siempre quisimos hacer y están todavía por realizar.   Vamos a tener una segunda oportunidad  y esto no deja de ser una gran suerte. Todavía estamos vivos  y puede que éste año que comienza sea nuestro año y seguramente acabará siéndolo si aprovechamos bien el tiempo, que pasa muy de prisa y  va quedando poquito . Es hora de que nos lo planteemos seriamente de que hay que aprovechar el tiempo que vale más que todo el oro del mundo  y dejar de arrojar al cubo de la basura miles de  horas , cientos de días.  Pensándolo bien,  eso de matar el tiempo, como vulgarmente se dice,  aunque no está incluido en la lista de los pecados capitales, tampoco es que sea nada aconsejable  

Ningún tesoro tan preciado como el tiempo, que  Dios nos regala gratuitamente, de ello fue consciente el prodigioso novelista, Nikos Kazantzakis quien se expresaba así: “El tiempo ha llegado a ser para mí el bien supremo. Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo: Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una hora, dos horas, lo que queráis. Pordioseros del tiempo  debiéramos ser todos  o si se prefiere “traperos del tiempo,” como le gustaba llamarse a sí mismo a Gregorio Marañón, quien decía: No desperdiciar ningún resto del tiempo, ser trapero del tiempo. Tal vez sea este el secreto del éxito.  Un nuevo año por delante que no sabemos si tal vez será el último, nos va permitir escribir un nuevo capítulo de nuestra vida,  sin dejar hojas en blanco.

Cuando en estos días vayamos a cambiar la agenda de nuestro móvil, caeremos en la cuenta  que a muchos de nuestros contactos ya no podremos llamarles por teléfono, ni mandarles Whasapp, ni enviarles correos  con mensajes cálidos  felicitándoles  el Nuevo Año. La ocasión pasó y ahora solo queda lamentar negligencias, perezas y dejadez.  Nos quejamos de que la vida es corta para poder atender los requerimientos de  todos aquellos a los que estamos unidos emocionalmente, pero  lo cierto es que  somos malos administradores de nuestro tiempo y dejamos pasar la ocasión.

  Afortunadamente se nos vuelve a conceder una oportunidad más  y  hay que ir por ella.  Con ánimo decidido afrontamos los retos de un Nuevo Año 2022 preñado de misterios y lo hacemos  con los mismos propósitos  de siempre,  aunque seguramente como siempre  todo quedará  en buenos deseos que lleva el viento, pero  quien sabe si con la ayuda de  Dios este te año vaya en serio y veamos cumplido nuestro sueño por fin.

 

Señor y Padre mío: dame el frescor de esta pradera llana

Riégame del rocío de tu mejor mañana

Hazme nuevo, Señor, y ante el cielo y los campos y la flor

Haz que mi asombro desvelado diga

Señor… esta es la rosa, esta es la espiga

Y esto que llevo dentro es el amor”

(J. M. Pemán)

 Quisiera cerrar mis oídos a las palabras vanas e insidiosas, sellar mis labios a toda maledicencia y falsedad, preservar mis pensamientos de toda perversión y siniestras intenciones. Pido a Dios que me permita seguir siendo joven de espíritu, asombrándome cada día de toda la belleza que Él ha creado,  admirándome del rio, de la montaña del árbol o de la flor. Pido a Dios  que  mantenga viva en mí, la ilusión cada mañana y que siga viendo en Él  mi mejor aliado. Una vez más  ¡Feliz Año Nuevo a todos!

 

 

 

 

 

 

127.- Unos días de convivencia con los monjes trapenses de la abadía de Sta. Mª de Viaceli

  El día 1 de septiembre, celebrábamos el 57 aniversario de nuestra boda. Cuántos recuerdos agolpados, cuántas vivencias compartidas; un sin...