2021-09-22

16.- La cultura de la legalidad cuestionada

 






Dictar o aplicar leyes injustas  ha sido una constante  a lo largo de la historia . La practica de un legalismo inicuo se ha venido  padeciendo, sobre todo, cuando las leyes dependía de la voluntad arbitraria de unos hombres movidos por intereses personales o condicionamientos políticos. Los casos de atrocidades, amparadas por la ley podrían citarse por millares. Legales fueron la esclavitud,  la opresión, la tortura, los expolios, la discriminación, las purgas leninistas , el exterminio nazi, legales son ahora también el aborto, el consumo de drogas, los matrimonios homosexuales, el trato diferenciado a favor de los pises ricos etc.

 El enjuiciamiento de este grave problema en que está en juego la convivencia cívica de los ciudadanos  fue abordado ya hace siglos por Sto.  Tomás, con  la lucidez que le caracteriza . Como seres sociales que somos, piensa, que tenemos necesidad de una organización, de unas leyes y de unos dirigentes políticos que tengan claro la existencia de tres órdenes que deben estar coordinados entre sí. El orden divino en el queda reflejado el plan universal de Dios. En obligada correspondencia con él está el orden natural. Existe por fin el orden humano que, éste sí, puede entrar en conflicto con los dos órdenes anteriores,  dando origen a la desorganización y desconcierto. Como es lógico, Sto. Tomás aboga por el sometimiento del orden humano al orden natural querido por Dios y que tuvo su máxima expresión en el periodo histórico conocido con el nombre de CRISTIANDAD que aún con todas sus imperfecciones, hizo realidad, hasta cierto punto, la construcción de la ciudad de Dios en la tierra.

 

Desgraciadamente este orden armónico, considerado como la obra maestra de la sabiduría humana, fue roto por los que aspiraban a una razón autónoma que acabó erigiéndose en árbitro supremo y elevando el orden humano a la categoría suprema, lo que  supuso la segregación del mudo político del universo moral. El nombre de Maquiavelo lo dice todo. Con ello se estaban poniendo las bases de la perniciosa doctrina del positivismo jurídico en  que ahora nos encontramos. Tomando como  pretexto la independización  de la autoridad religiosa , el Estado se ha  ido autoproclamando autoridad absoluta, haciéndose pasar por el  maestro supremo de la verdad y del bien , dueño y señor del ordenamiento jurídico, que dicta e interpreta las leyes según su conveniencia. Rotos todos los vínculos con Dios, es el Estado el que se ha convertido en déspota de los tiempos modernos,  con sus permanentes discursos hipócritamente moralizantes, es el nuevo inquisidor que vela por su ideología secularizada y sectaria, plagada de dogmas y de prejuicios, al  tiempo que se olvida de la ley natural y suprime los principios básicos de la ética universal.

 Los gobernante de los últimos tiempos han promovido la cultura de la legalidad, que ha servido para convencer a los ciudadanos de que  por encima de las leyes que ellos crean, no hay nada, que lo que importa es la legalidad de los actos y no su licitud , que lo que tiene sentido práctico no es la virtud, sino lo políticamente correcto. Ante tanto desmán  lo que ahora  cabe preguntarse  es ¿quien podrá convencerles a ellos de que la justicia es un capítulo de la ética y que sin ésta  no es posible aquella? ¿ Quien  podrá convencerles de que la libertad no es fruto de la manipulación , sino de la verdad? “ Veritas liberabit vos". ¿quién les podrá hacer comprender que luchar por la Verdad y el Bien, con mayúsculas, no es fanatismo,  ni que ello no va contra nadie, sino que favorece a todos?

 Hace tiempo que llevamos recogiendo los frutos amargos del  pernicioso positivismo jurídico que ya está creando en la ciudadanía cierta alarma social y lo que sorprende es que esta alarma social no se haya producido antes y  no se haya  manifestado de forma más contundente. Desde aquí  nos unimos a la oración que el religioso, Luis Farinello elevara al cielo, con motivo de la apertura del Senado  y que dice así  ¡ Señor! Venimos delante de ti este día , para pedirte perdón por haber perdido el equilibrio espiritual cambiando los valores. Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso distribución de la riqueza….Hemos matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado la libre elección. Hemos dejado que maten y roben y lo hemos llamado derechos humanos… Hemos sido corruptos y abusado del poder y hemos llamado a eso Política. Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con  mucha grosería y pornografía y lo  hemos llamado libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado "obsoleto y pasado".

 No es suficiente con la legalidad vigente en un país , porque por encima de la legalidad está la moral y por encima de las leyes la justicia,  no es suficiente con ser sólo un buen ciudadano porque todo ser humano tiene la obligación de aspirar a ser persona integra y cabal con todo lo que ello implica. No es suficiente tampoco, con el bienestar material y los gobernantes, en cuanto responsables directos del Bien Común debieran saberlo mejor que nadie y no lo es,  porque con la sociedad del bienestar no quedan satisfechas todas las aspiraciones humanas. Hacen falta unos horizontes más amplios desde donde se pueda contemplar el fin último del hombre abierto a la trascendencia.

 

127.- Unos días de convivencia con los monjes trapenses de la abadía de Sta. Mª de Viaceli

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