Dictar o aplicar leyes injustas ha sido una constante a lo largo de la historia . La practica de un
legalismo inicuo se ha venido
padeciendo, sobre todo, cuando las leyes dependía de la voluntad
arbitraria de unos hombres movidos por intereses personales o condicionamientos
políticos. Los casos de atrocidades, amparadas por la ley podrían citarse por
millares. Legales fueron la esclavitud,
la opresión, la tortura, los expolios, la discriminación, las purgas
leninistas , el exterminio nazi, legales son ahora también el aborto, el
consumo de drogas, los matrimonios homosexuales, el trato diferenciado a favor
de los pises ricos etc.
El enjuiciamiento de este grave
problema en que está en juego la convivencia cívica de los ciudadanos fue abordado ya hace siglos por Sto. Tomás, con
la lucidez que le caracteriza . Como seres sociales que somos, piensa,
que tenemos necesidad de una organización, de unas leyes y de unos dirigentes
políticos que tengan claro la existencia de tres órdenes que deben estar
coordinados entre sí. El orden divino en el queda reflejado el plan universal
de Dios. En obligada correspondencia con él está el orden natural. Existe por
fin el orden humano que, éste sí, puede entrar en conflicto con los dos órdenes
anteriores, dando origen a la
desorganización y desconcierto. Como es lógico, Sto. Tomás aboga por el
sometimiento del orden humano al orden natural querido por Dios y que tuvo su
máxima expresión en el periodo histórico conocido con el nombre de CRISTIANDAD
que aún con todas sus imperfecciones, hizo realidad, hasta cierto punto, la
construcción de la ciudad de Dios en la tierra.
Desgraciadamente este orden armónico, considerado como la
obra maestra de la sabiduría humana, fue roto por los que aspiraban a una razón
autónoma que acabó erigiéndose en árbitro supremo y elevando el orden humano a
la categoría suprema, lo que supuso la
segregación del mudo político del universo moral. El nombre de Maquiavelo lo
dice todo. Con ello se estaban poniendo las bases de la perniciosa doctrina del
positivismo jurídico en que ahora nos
encontramos. Tomando como pretexto la
independización de la autoridad
religiosa , el Estado se ha ido
autoproclamando autoridad absoluta, haciéndose pasar por el maestro supremo de la verdad y del bien ,
dueño y señor del ordenamiento jurídico, que dicta e interpreta las leyes según
su conveniencia. Rotos todos los vínculos con Dios, es el Estado el que se ha
convertido en déspota de los tiempos modernos,
con sus permanentes discursos hipócritamente moralizantes, es el nuevo
inquisidor que vela por su ideología secularizada y sectaria, plagada de dogmas
y de prejuicios, al tiempo que se olvida
de la ley natural y suprime los principios básicos de la ética universal.
Los gobernante de los últimos tiempos han promovido la
cultura de la legalidad, que ha servido para convencer a los ciudadanos de
que por encima de las leyes que ellos crean,
no hay nada, que lo que importa es la legalidad de los actos y no su licitud ,
que lo que tiene sentido práctico no es la virtud, sino lo políticamente
correcto. Ante tanto desmán lo que ahora cabe preguntarse es ¿quien podrá convencerles a ellos de que
la justicia es un capítulo de la ética y que sin ésta no es posible aquella? ¿ Quien podrá convencerles de que la libertad no es
fruto de la manipulación , sino de la verdad? “ Veritas liberabit vos". ¿quién les podrá hacer comprender que luchar por la Verdad y el Bien, con
mayúsculas, no es fanatismo, ni que ello
no va contra nadie, sino que favorece a todos?
Hace tiempo que llevamos recogiendo los frutos amargos
del pernicioso positivismo jurídico que
ya está creando en la ciudadanía cierta alarma social y lo que sorprende es que
esta alarma social no se haya producido antes y
no se haya manifestado de forma
más contundente. Desde aquí nos unimos a
la oración que el religioso, Luis Farinello elevara al cielo, con motivo de la
apertura del Senado y que dice así ¡ Señor! Venimos delante de ti este día ,
para pedirte perdón por haber perdido el equilibrio espiritual cambiando los
valores. Hemos
explotado al pobre y hemos llamado a eso distribución de la riqueza….Hemos
matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado la libre
elección. Hemos dejado que maten y roben y lo hemos llamado derechos humanos… Hemos sido corruptos y abusado del poder y
hemos llamado a eso Política. Hemos contaminado las ondas de radio y
televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado
libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace
mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado "obsoleto y
pasado".
No es suficiente con la legalidad vigente en
un país , porque por encima de la legalidad está la moral y por encima de las
leyes la justicia, no es suficiente con
ser sólo un buen ciudadano porque todo ser humano tiene la obligación de
aspirar a ser persona integra y cabal con todo lo que ello implica. No es
suficiente tampoco, con el bienestar material y los gobernantes, en cuanto
responsables directos del Bien Común debieran saberlo mejor que nadie y no lo
es, porque con la sociedad del bienestar
no quedan satisfechas todas las aspiraciones humanas. Hacen falta unos
horizontes más amplios desde donde se pueda contemplar el fin último del hombre
abierto a la trascendencia.