El hombre no ha podido sustraerse a la inquietud interior de
saber cual habrá de ser su destino. ¿Qué
será de mí cuando todo haya acabado después de mi paso fugaz por este mundo?
¿cual habrá de ser el fin último de la Humanidad? Hombres y mujeres de todos los tiempos han
tratado desesperadamente de encontrar
respuesta satisfactoria a estas angustiosas preguntas en el mito, en la religión o a través de la
razón, hasta que cansados de tanta
especulación, han decidido últimamente
no pensar más en ello, pero
la cuestión ahí sigue siempre vigente, siempre actual,
por cuyo motivo hoy yo he querido traerla a colación.
Los Grandes
intérpretes de la Historia partiendo de lo que ya fue intentaron adivinar lo que podía llegar a ser;
arrancando del pasado trataron de ofrecernos una visión de futuro creíble. Hegel creyó poder
explicarlo todo desde un racionalismo optimista, convencido de
que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”. Según él, no hay secretos que no puedan descubrirse ni misterios
religiosos que no puedan explicarse porque la razón lo puede todo. Para Hegel
la razón rige al mundo y la historia trascurre racionalmente en espiral sin que
nada se repita. Es verdad que los sujetos de la historia son los hombres que
además de ser racionales son apasionados; pero al final las pasiones se
subordinan a la razón que las utiliza para sus fines. Cierto que la historia se
resuelve en acontecimientos empíricos; pero ellos son sólo la expresión
exterior de un pensamiento que subyace de bajo de ellos , por lo que la
conexión lógica del trascurrir histórico no hay que buscarla en los
acontecimientos externos sino en los pensamientos que están detrás, que son los
que hacen que el desarrollo histórico nunca sea accidental, sino necesario sin
que ello quiera decir que sea fatalista.
Desde otra perspectiva bien distinta Giambattista Vico defiende la
teoría de “los corsi e ricorsi “
reelaborada posteriormente por Benedetto Croce, según la cual el
devenir histórico es recurrente, se
trataría pues de una cierta alternancia
cíclica, con nuevos matices, vueltas y revueltas, flujos y reflujos en los que
no hay avances, ni regresos definitivos, sino algo así como un complicado juego
de ruleta donde a veces se gana y a veces se pierde y repítase la jugada “nihil novum sub sole”, la historia se repite una y otra vez ,
decimos. incluso las culturas desaparecen, para volver a empezar. Einstein dijo en una ocasión que si
en nuestro planeta se produjera un conflicto nuclear, la siguiente
confrontación de los humanos tendría que hacerse con piedras y con palos. Sería
un volver a empezar. Nietszche también nos habla de la teoría el eterno
retorno.
Habría que reparar también en la interpretación que de la
historia hacen Oswald Spengler y Arnold Toynbe, aquí los planteamientos varían
considerablemente. Las civilizaciones, vendrían a ser como organismos vivos con
los que guardan cierta analogía, como ellos se rigen por a una ley cíclica de desarrollo fisiológico
que progresivamente se va manifestando a
través de la infancia, la juventud , la edad adulta, la vejez , la decrepitud
para desembocar en la muerte y
desaparición, lo que significaría el
final de nuestra historia. Todas
las culturas tienen su primavera, verano, otoño, invierno que representa
el punto final. En su famosa obra “La
Decadencia de Occidente” Spengler,(
censurado por la cultura de lo “políticamente correcto”) pronostica el final de
la cultural de Occidente, igual que lo había hecho Nietzsche.
El contrapunto a las
visiones pesimistas de la historia lo tenemos en Nicolás de Condorcet que nos
habla de perfeccionamiento lineal, indefinido e irreversible en consonancia con
la indefinida perfectibilidad del ser humano. En fin podíamos continuar con la
interpretación de la Historia hecha por Marx por Dilhtey, o por Ortega y Gasset y tantos otros filósofos; pero no es
mi intención ofrecer aquí una lección de
algo que se puede encontrar en cualquier
manual de Filosofía. Lo que yo pretendo
es mucho menos académico, se trata de presentar a gruesos trazos mi personal visión de la historia, haciendo
hincapié en aquellos momentos más relevantes del pasado y en referencia siempre
al presente que nos está tocando vivir
Grandes momentos en el trascurrir de la historia
Yo siempre he creído
que mirando al pasado es como se puede entender el presente y prever el futuro;
pero para aprender de la historia hay que liberarse de prejuicios y dar con las
claves precisas y entonces, sí , la
historia se convierte en maestra de la vida y nos ayuda a descubrir muchos
secretos . Lo primero que la historia
nos enseña, es que en el escenario de lo humano todo fluye como en un río, nada hay constante, todo es
cambiante y provisional.
Este sentido dinámico de la filosofía de la historia guarda
cierto paralelismo con la historia de la filosofía. Las culturas al igual que los sistemas
filosóficos se van sucediendo hasta acabar en el cementerio de la historia.
Nada resiste al paso del tiempo. Las
civilizaciones habidas han sido muchas, no una sola, cada cual poseedora de un alma
propia, que hay que saber respetar e
integrar en el conjunto y ésta sería
otra de las lecciones que debiéramos aprender de la historia. Humildemente es
preciso reconocer que lo mismo que no
hay nadie en posesión de la verdad absoluta, tampoco hay una sola cultura que
por si sola sea el exponente universal de la Humanidad entera. El gran error de
la cultura occidental ha sido su etnocentrismo.
La Filosofía de la
historia nos enseña a ver la unidad en la diversidad, hace que veamos a la Humanidad como esa gran
familia,
donde es más lo que nos une, que
lo que nos separa. Todos somos importantes en esta tierra nuestra, donde no
sobra nadie. Ello no impide que se pueda hablar de niveles distintos de
desarrollo y de acontecimientos históricos relevantes que es preciso resaltar
sobre los demás porque dejaron marcados para siempre el signo de la historia.
Entre estos sucesos
sobresalientes, hubo uno, especialmente uno, que cambió el rumbo de la
humanidad. Fue el momento en que,
“Llegada la plenitud de los tiempos la Palabra se hizo carne”. El es el punto de referencia obligada de la historia humana con un antes y un
después. A partir de aquí, el cristianismo está llamado a
expandirse con mayor o menor arraigo y aceleración por todos los confines de la
tierra, hasta llegar al punto culminante con la aparición de la CRISTIANDAD que va representar
un nuevo orden político-socia. Ningún historiador serio pone en duda que
el cristianismo haya sido el punto de
arranque de la cultura de Occidente
Fue el largo
periodo dominado por el teocentrismo, donde
Dios lo era todo para todos, como
bien dice Daniel- Rops. “Nada se hacía que no tuviera a Dios como fin, como
testigo o como juez” pareciera que este orden iba a ser el definitivo; pero
como todos sabemos, esto no fue así y el
devenir de la historia siguió su curso, demostrando una vez más, que en nuestro mundo todo es cambiable y así nos encontramos con
la modernidad ,
La Modernidad
periodo de renovación y cambios en que se pensó que se había dado con la clave
para interpretar la historia después de haberse producido el resurgir de la
cultura clásica, el descubrimiento del nuevo mundo, la reforma
protestante, la Revolución política
-social del siglo XVIII. Los cambios comienzan a manifestarse en el ámbito religioso, en lo
política, en la moralidad, en lo
social , en el arte y en la cultura,
especialmente en la filosofía y en la ciencia, terreno en que Descartes va a
ser su gran promotor , destacando de manera especial. la Razón Cartesiana se impone y van a ser desde ahora las verdades
innatas, el punto de arranque. ya no valdrá lo del “Magíster dixit”, ni “lo de L'État, c'est moi ”. sino los principios de la razón que todo lo dirige
y todo lo gobierna . El “sapere aude” de Kant se convertirá en el lema de este
periodo histórico.
La Diosa Razón será la encargada de alumbrar todas las aspiraciones e
inquietudes humanas, presididas por la
igualdad la libertad y fraternidad. Son los tiempos de los libre-pensadores
iluminados y optimistas que tiene
sus ojos puestos en el progreso indefinido, y miran el futuro con esperanza,
pero el sueño modernista tampoco iba a
ser definitivo, sino que se vió truncado, dando paso a la posmodernidad
Posmodernidad
En Nietzsche
adivinamos ya un cierto tono de desencanto y de inconformismo. La razón deja de
ser para él una diosa y se convierte en “una vieja hembra embustera. El
filósofo alemán comienza a disparar sus dardos
al viejo corazón de la modernidad
que da muestras de cansancio. No es la razón por la que hay que apostar ya,
sino por la vida, no por Apolo sino
por Dionisos.
Desde el siglo pasado justamente a
continuación de la primera guerra mundial se comenzó la transición del paradigma moderno a la posmodernidad. Después del fracaso de la
razón filosófica para explicar la realidad,
sólo queda el relativismo generalizado que nos conducirá a una crisis
generalizada que viene originada por el pensamiento débil generador de dudas,
en que hemos de contentarnos con discursos fragmentados y verdades subjetivas
que solo valen para cada sujeto. Ni siquiera se salvan las ciencias y las
matemáticas que a partir de ahora han de conformarse con verdades provisionales
Al faltar fundamentos sólidos en
que apoyarse la moralidad se derrumba quedando suplantada por la legalidad. La
aprobación o desaprobación de las conductas queda en manos de los
parlamentarios que son los que elaboran las leyes y los que en definitiva
deciden que es lo lícito y lo ilícito; llegamos así una situación en que todo
es justificable en razón de la aritmética parlamentaria.
La crisis generalizada de
pensamiento y de moralidad nos ha llevado a vivir en el presente sin
preocuparnos del pasado y del futuro, pues ni uno ni otro existe ya para los
hijos de la posmodernidad; solo existe el presentismo y ésta es la cuestión.
Para muchos uno de los rasgos característicos de nuestra época es precisamente
este presentismo que bien mirado supone la disolución de la historia que ya
para nada nos sirve al igual que podemos prescindir del pasado y del futuro. No
nos queda más que lo inmediato, lo cual supone en palabras de J. Baudrillard la
liquidación de la historia. Esta música
nos suena y que es lo que tantas veces habíamos escuchado decir a Sartre y a
Camus. “Todo es absurdo”. La utopía modernista de la felicidad
universal resultó ser un fiasco y ese mundo mejor del que todo el mundo habla
no acaba de llegar. Han pasado demasiadas cosas para seguir soñando entre otras
las dos últimas guerras mundiales. La mayoría no se toma en serio el proyecto
de vida a lago plazo y la banalidad lo invade todo
“Lo valioso en palabras de G.
Vattimo, son los sentimientos , la diversión, el juego, la frivolidad, el
placer. Lo que cuenta es ese presente efímero que hay que disfrutar plenamente
porque nunca volverá”, o dicho de otra
manera: el “Carpe diem”. Es el santo y seña de nuestro cotidiano vivir. Una de
las pocas esperanzas que le quedan al hombre posmoderno es el desarrollo
técnico al que trata de agarrarse como a un clavo ardiendo; pero la técnica por
si sola no puede salvar al hombre en
proceso de disolución . Estamos seguros de que hemos acabado un periodo
histórico, pero ignoramos si hemos iniciado uno nuevo que pudiera sustituirlo