2021-06-25

7.- APROXIMACIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA




El hombre no ha podido sustraerse a la inquietud interior de saber cual habrá de ser su destino.  ¿Qué será de mí cuando todo haya acabado después de mi paso fugaz por este mundo? ¿cual habrá de ser el fin último de la Humanidad?   Hombres y mujeres de todos los tiempos han tratado desesperadamente  de encontrar respuesta satisfactoria a estas angustiosas preguntas en  el mito, en la religión o a través de la razón, hasta que  cansados de tanta especulación, han decidido últimamente  no pensar más en  ello, pero la  cuestión  ahí sigue siempre vigente, siempre actual, por cuyo motivo  hoy  yo he querido traerla a colación.

 Los Grandes  intérpretes de la Historia partiendo de lo que  ya fue intentaron  adivinar lo que podía llegar a ser; arrancando del pasado trataron de ofrecernos una visión de futuro creíble. Hegel  creyó poder  explicarlo todo  desde un racionalismo optimista, convencido de que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”.  Según él, no hay secretos  que no puedan descubrirse ni misterios religiosos que no puedan explicarse porque la razón lo puede todo. Para Hegel la razón rige al mundo y la historia trascurre racionalmente en espiral sin que nada se repita. Es verdad que los sujetos de la historia son los hombres que además de ser racionales son apasionados; pero al final las pasiones se subordinan a la razón que las utiliza para sus fines. Cierto que la historia se resuelve en acontecimientos empíricos; pero ellos son sólo la expresión exterior de un pensamiento que subyace de bajo de ellos , por lo que la conexión lógica del trascurrir histórico no hay que buscarla en los acontecimientos externos sino en los pensamientos que están detrás, que son los que hacen que el desarrollo histórico nunca sea accidental, sino necesario sin que ello quiera decir que sea fatalista.

 Desde otra perspectiva bien distinta Giambattista Vico  defiende la teoría  de “los corsi  e ricorsi “  reelaborada posteriormente por Benedetto Croce, según la cual el devenir histórico es recurrente,  se trataría pues de  una cierta alternancia cíclica, con nuevos matices, vueltas y revueltas, flujos y reflujos en los que no hay avances, ni regresos definitivos, sino algo así como un complicado juego de ruleta donde a veces se gana y a veces se pierde y repítase la jugada  “nihil novum sub sole”,  la historia se repite una y otra vez , decimos. incluso las culturas desaparecen, para volver a  empezar. Einstein dijo en una ocasión que si en nuestro planeta se produjera un conflicto nuclear, la siguiente confrontación de los humanos tendría que hacerse con piedras y con palos. Sería un volver a empezar. Nietszche también nos habla de la teoría el eterno retorno. 

 Habría que reparar también en la interpretación que de la historia hacen  Oswald  Spengler y Arnold Toynbe,  aquí los planteamientos varían considerablemente. Las civilizaciones, vendrían a ser como organismos vivos con los que guardan cierta analogía, como ellos se rigen por a una  ley cíclica de desarrollo fisiológico que  progresivamente se va manifestando a través de la infancia, la juventud , la edad adulta, la vejez , la decrepitud para desembocar  en la muerte y desaparición,  lo que significaría el final de nuestra historia.  Todas  las culturas tienen su primavera, verano, otoño, invierno que representa el punto final.  En su famosa obra “La Decadencia de Occidente”  Spengler,( censurado por la cultura de lo “políticamente correcto”) pronostica el final de la cultural de Occidente, igual que lo había hecho Nietzsche.

  El contrapunto a las visiones pesimistas de la historia lo tenemos en Nicolás de Condorcet que nos habla de perfeccionamiento lineal, indefinido e irreversible en consonancia con la indefinida perfectibilidad del ser humano. En fin podíamos continuar con la interpretación de la Historia hecha por Marx  por Dilhtey, o por Ortega y Gasset  y tantos otros filósofos; pero no es mi intención ofrecer aquí una lección  de algo que  se puede encontrar en cualquier manual de Filosofía. Lo que yo pretendo  es mucho menos académico, se trata de presentar a gruesos trazos  mi personal visión de la historia, haciendo hincapié en aquellos momentos más relevantes del pasado y en referencia siempre al  presente que nos está tocando vivir  

 

Grandes momentos en el trascurrir de la historia

 Yo siempre he creído que mirando al pasado es como se puede entender el presente y prever el futuro; pero para aprender de la historia hay que liberarse de prejuicios y dar con las claves precisas  y entonces, sí , la historia se convierte en maestra de la vida y nos ayuda a descubrir muchos secretos . Lo primero que  la historia nos enseña, es que en el escenario de lo humano todo fluye como  en un río, nada hay constante, todo es cambiante y provisional.

 Este sentido dinámico de la filosofía de la historia guarda cierto paralelismo con la historia de la filosofía.  Las culturas al igual que los sistemas filosóficos se van sucediendo hasta acabar en el cementerio de la historia. Nada resiste al paso del tiempo. Las  civilizaciones habidas han sido muchas, no  una sola, cada cual poseedora de un alma propia, que hay que saber respetar e integrar en el conjunto y ésta  sería otra de las lecciones que debiéramos aprender de la historia. Humildemente es preciso reconocer que  lo mismo que no hay nadie en posesión de la verdad absoluta, tampoco hay una sola cultura que por si sola sea el exponente universal de la Humanidad entera. El gran error de la cultura occidental ha sido su etnocentrismo. 

  La Filosofía de la historia nos enseña a ver la unidad en la diversidad,  hace que veamos a la Humanidad como esa gran familia,

donde es más lo que nos une,  que lo que nos separa. Todos somos importantes en esta tierra nuestra, donde no sobra nadie. Ello no impide que se pueda hablar de niveles distintos de desarrollo y de acontecimientos históricos relevantes que es preciso resaltar sobre los demás porque dejaron marcados para siempre el signo de la historia.

  Entre estos sucesos sobresalientes, hubo uno, especialmente uno, que cambió el rumbo de la humanidad.  Fue el momento en que, “Llegada la plenitud de los tiempos la Palabra se hizo carne”.  El es el punto de referencia obligada  de la historia humana con un antes y un después.  A partir de aquí, el cristianismo está llamado a expandirse con mayor o menor arraigo y aceleración por todos los confines de la tierra, hasta llegar al punto culminante  con la aparición de la CRISTIANDAD que  va representar un nuevo orden político-socia. Ningún historiador serio pone en duda que el  cristianismo haya sido el punto de arranque de la  cultura de  Occidente 

 

  Fue el largo periodo dominado por el teocentrismo, donde  Dios  lo era todo para todos, como bien dice  Daniel- Rops. “Nada se hacía que no tuviera a Dios como fin, como testigo o como juez” pareciera que este orden iba a ser el definitivo; pero como todos sabemos, esto no fue así y  el devenir de la historia siguió su curso, demostrando una vez  más, que en nuestro mundo  todo es cambiable y así nos encontramos con la modernidad ,

 

La Modernidad

periodo de renovación y cambios  en que se pensó que se había dado con la clave para interpretar la historia después de haberse producido el resurgir de la cultura clásica, el descubrimiento del nuevo mundo, la reforma protestante,  la Revolución política -social del siglo XVIII. Los cambios comienzan a manifestarse  en el ámbito religioso,  en lo  política,  en la moralidad, en lo social , en el arte y en  la cultura, especialmente en la filosofía y en la ciencia, terreno en que Descartes va a ser su gran promotor , destacando de manera especial.  la Razón Cartesiana  se impone y van a ser desde ahora las verdades innatas, el punto de arranque. ya no valdrá lo del “Magíster dixit”, ni “lo de L'État, c'est moi ”. sino  los principios de la razón que todo lo dirige y todo lo gobierna . El “sapere aude” de Kant se convertirá en el lema de este periodo histórico.

La Diosa Razón será la encargada de alumbrar todas las aspiraciones e inquietudes humanas, presididas por  la igualdad la libertad y fraternidad. Son los tiempos de los libre-pensadores iluminados y optimistas que tiene sus ojos puestos en el progreso indefinido, y miran el futuro con esperanza, pero  el sueño modernista tampoco iba a ser definitivo, sino que se vió truncado, dando paso a la posmodernidad

 

Posmodernidad

  En Nietzsche adivinamos ya un cierto tono de desencanto y de inconformismo. La razón deja de ser para él una diosa y se convierte en “una vieja hembra embustera. El filósofo alemán comienza a disparar sus dardos  al  viejo corazón de la modernidad que da muestras de cansancio. No es la razón por la que hay que apostar ya, sino por la vida, no por  Apolo sino por  Dionisos.

Desde el siglo pasado justamente a continuación de la primera guerra mundial se comenzó la transición  del paradigma moderno a  la posmodernidad. Después del fracaso de la razón filosófica para explicar la realidad,  sólo queda el relativismo generalizado que nos conducirá a una crisis generalizada que viene originada por el pensamiento débil generador de dudas, en que hemos de contentarnos con discursos fragmentados y verdades subjetivas que solo valen para cada sujeto. Ni siquiera se salvan las ciencias y las matemáticas que a partir de ahora han de conformarse con verdades provisionales

 Al faltar fundamentos sólidos en que apoyarse la moralidad se derrumba quedando suplantada por la legalidad.  La aprobación o desaprobación de las conductas queda en manos de los parlamentarios que son los que elaboran las leyes y los que en definitiva deciden que es lo lícito y lo ilícito; llegamos así una situación en que todo es justificable en razón de la aritmética parlamentaria.

 La crisis generalizada de pensamiento y de moralidad nos ha llevado a vivir en el presente sin preocuparnos del pasado y del futuro, pues ni uno ni otro existe ya para los hijos de la posmodernidad; solo existe el presentismo y ésta es la cuestión. Para muchos uno de los rasgos característicos de nuestra época es precisamente este presentismo que bien mirado supone la disolución de la historia que ya para nada nos sirve al igual que podemos prescindir del pasado y del futuro. No nos queda más que lo inmediato, lo cual supone en palabras de J. Baudrillard la liquidación de la historia.  Esta música nos suena y que es lo que tantas veces habíamos escuchado decir a Sartre y a Camus. “Todo es absurdo”.  La utopía modernista de la felicidad universal resultó ser un fiasco y ese mundo mejor del que todo el mundo habla no acaba de llegar. Han pasado demasiadas cosas para seguir soñando entre otras las dos últimas guerras mundiales. La mayoría no se toma en serio el proyecto de vida a lago plazo y la banalidad lo invade todo   

 “Lo valioso en palabras de G. Vattimo, son los sentimientos , la diversión, el juego, la frivoli­dad, el placer. Lo que cuenta es ese presente efímero que hay que disfrutar plenamente porque nunca volverá”,  o dicho de otra manera: el “Carpe diem”. Es el santo y seña de nuestro cotidiano vivir. Una de las pocas esperanzas que le quedan al hombre posmoderno es el desarrollo técnico al que trata de agarrarse como a un clavo ardiendo; pero la técnica por si sola  no puede salvar al hombre en proceso de disolución . Estamos seguros de que hemos acabado un periodo histórico, pero ignoramos si hemos iniciado uno nuevo que pudiera sustituirlo

 

 

 

 

 

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