2022-02-28

151.-Proceso de maduración cristiana

 


La vivencia cristiana no es ajena al  signo de los tiempos.  Aprender a vivir el cristianismo con expectativas renovadas es una exigencia de la iglesia militante. No va con el cristianismo los cómodos triunfalismos ni los perezosos inmovilismos de quienes piensan que todo está ya dicho, que todo está ya hecho.  El posicionamiento religioso nunca puede ser definitivo, pues si así fuera el cristianismo  dejaría de ser un proceso en marcha . La paradoja de armonizar lo inmutable con lo mutable, la paradoja de vivir en el mundo sin ser del mudo se traduce en una constante tensión. El paso del tiempo nos ha ido exigiendo nuevas formas del vivir el cristianismo haciendo de la renovación cristiana una necesidad y así debe continuar porque lo peor que pudiera sucedernos es quedar descolgados de la trama humana y  aspirar al imposible de vivir nuestra espiritualidad al margen de las zozobras de la vida Cambio dentro de la permanencia son dos palabras que en el sentir de Francisco deben ir juntas.

 El cristianismo a lo largo de la historia ha tenido que ir midiéndose a la cultura vigente en un constante proceso de depuración que cuando menos ha servido para desprendernos de nocivas adherencias, hasta poder decir que nuestro cristianismo hoy es mucho más maduro que lo fue en tiempos pasados. Al menos actualmente se puede discutir sobre cuestiones que hasta no hace mucho tiempo ni siquiera se podían nombrar.  Con el pretexto de que las  verdades de fe son  algo intocables se ha tratado de justificar cierto inmovilismo, bajo el supuesto de que los dogmas son intocables se han venido alimentando dodos los reaccionismos sin entender que una cosa es el misterio en sí y otra su formulación comprensión e inteligibilidad

 Del mismo modo habría que decir también que la  reafirmación de la fe es una tarea constante en la vida del creyente. Reafirmación que implica revitalización y reactualización. ¿ Reactualización? ¿pero es que se puede hablar reactualización de la  fe? Así debe ser, si no queremos conformarnos con la fe del carbonero y aspiramos a una fe cada vez más madura. Lo que se nos pide, según el decir de Chelsterton es que al entrar en la Iglesia nos quitemos el sombrero  y no la cabeza”. La fe del carbonero pudo servir  a la grey en una época de analfabetismo generalizado; pero hoy no es el caso, hoy debemos estar preparados para dar razones de nuestra fe.

 Hay que pensar que la expresión de la fe al igual que otras manifestaciones humanas está sometida a un proceso de maduración tanto en su dimensión social como personal. Nos lo dice S. Pablo muy claramente ( 1 Corintios 13:11) ” Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.  Nos lo vuelve a recordar la Iglesia en (Apostolicam actuositatem, 29) cuando afirma que  “los laicos necesitan, una sólida preparación doctrinal, teológica, moral, filosófica, según la diversidad de edad, condición y talento" Por eso el cristiano del siglo XXI no debe conformarse con la fe del carbonero y  ha de servirse de  sus capacidades naturales para llegar a adquirir una cada vez más sólida formación religioso-doctrinal y de esta manera poder llegar a un  mejor y profundo conocimiento de  sus creencias.

 Alguien podía preguntar ¿ Pero no habíamos quedado en que las verdades de fe son intocables, siempre las mismas? Claro está; pero hay que saber discernir entre lo que es la revelación en sí y lo que es  nuestra  comprensión y expresión de la misma.  Una cosa es la revelación “quoad se” intemporal  y otra la revelación “quoad nos”  que es suceptible de ser explicitada, mejor expresada y comprendida y más correctamente interpretada.  Si a esto lo llamamos evolución, naturalmente que podríamos decir que el dogma está sujeto a  una evolución. Si no fuera así ¿ Que sentido tendría la “ explicatio fidei” que la Iglesia ha venido realizando a través de los concilios y sínodos? ¿de que hubiera servido el ímprobo trabajo llevado a cabo por teólogos.

 La fe  no tiene que cambiar; pero las creencias de vez en cuando es preciso depurarlas

 

230.-Conclusiones extraíbles de la catástrofe en Valencia.

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